Aesthetic IV

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La primera vez que Dylan vio a Thomas fue pura casualidad: Beacon Hills había organizado un acto benéfico y contratado varios artistas conocidos de diferentes partes del mundo, que a su vez atrajeron un montón de gente, para realizar un mural en honor a todos los adolescentes que desaparecían sin motivo aparente. Dylan conoce los motivos, claro, pero sabe que ir por ahí contando que los han asesinado criaturas sobre naturales no es la mejor forma de hacer amigos nuevos. Por tanto, y como hijo del sheriff, Dylan tuvo que acudir a la gala de inauguración y allí estaba Thomas. Se había puesto un traje, pero tenía pintura verde detrás de la oreja y así fue como Dylan entabló una conversación con él, la mancha le estaba provocando un profundo TOC y se ofreció a limpiarla.

Ha pasado más de un año desde entonces y Dylan está entrando al estudio que Derek preparó para Thomas en la nueva mansión Hale. Está ubicada en el desván y es, con toda seguridad, la habitación que más luz natural recibe y también con al mejor ventilación. Si quedaba alguna duda acerca de si el solitario pintor era parte de la manada después de los múltiples episodios que han vivido juntos, la existencia de esa habitación las solventaba todas. 

La última vez que Dylan vio la habitación estaba vacía, lista para que Thomas se mudara, eso fue antes del episodio del Nogitsune. Ahora, había dos zonas claras y diferenciadas: del centro hacia la puerta todo estaba lleno de ilustraciones de seres sobrenaturales, de miembros de la manada, de habitantes y momentos peculiares de Beacon Hills que el chico había decidido plasmar para le prosperidad todo en diferentes materiales de colores cálidos; del centro hacia la ventana, como si trataran de tapar la luz, una gran variedad de retratos en múltiples tonos de blancos, grises y negros poblaban todas las paredes, Dylan no tiene que acercarse demasiado para saber quién es el protagonista de la mayoría de ellos. No ha pasado demasiado tiempo de la invasión del Nogitsune, apenas medio año, pero no le sorprende que todos esos dibujos sigan ahí porque son el reflejo de un miedo que Thomas aún no ha conseguido desquitarse. Dylan lo nota en cada mirada preocupada y cada cuidado de más, es tierno de alguna forma. Nunca nadie lo ha cuidado tanto.

- Son el recordatorio de lo cerca que estuve de perderte.

Dylan no se sobresalta como habría hecho algún tiempo atrás, pero se da la vuelta sobre sus talones para mirar a Thomas que viene cargando un lienzo casi del mismo tamaño que su cama y que deja caer con delicadeza sobre el suelo.

- ¿Qué es eso? - pregunta, curioso, su mente hiperactiva volviendo a ser la misma que era antes del Nogitsune, poco a poco, a Thomas le fascina esa recuperación.

Pero el rubio no responde, se dedica a pasear por la habitación recopilando varios botes de pintura de diferentes colores: naranja, verde, azul, lila y negro para ponerlos alrededor del lienzo, cada uno con su respectiva brocha. Asiente satisfecho con los preparativos, Dylan sigue sin entender lo que está haciendo menos cuando Thomas se descalza y tira los zapatos a un lado junto con los calcetines y se coloca en el centro del lienzo.

- Ven conmigo - le pide, ofreciéndole una mano.

Dylan lo mira con la misma dosis de desconfianza que de curiosidad, después de un leve encogimiento de hombros y de quitarse las mismas prendas imita su acción. Se coloca delante de Thomas, a un palmo de distancia y se observan mutuamente como si fuera la primera vez, como si no lo hubieran hecho miles de veces ya, aprendiendo cada peculiaridad física del contrario, cada gesto y cada manía.

- ¿Te he dicho alguna vez que pareces esculpido por los dioses? - susurra Thomas, sus manos deslizándose por el pecho de Dylan hasta entrar dentro de la camisa de cuadros para quitársela suavemente y dejarla caer al suelo.

Las mejillas de Dylan se sonrojan con fuerza, el rubio no solo sabe de arte también tiene una reserva de memoria sobre varias mitologías y entre sus pasatiempos favoritos está comparar a Dylan con cada mito que se le pase por la cabeza. Esos conocimientos también han sido útiles a la manada, normal que Derek lo haya adoptado casi sin quejas. Dylan es arrancado de sus pensamientos cuando las manos frías de Thomas tocan la piel de su cadera y se deslizan por su pecho mientras sus labios dejan un beso en su cuello para después sacarle la camisa por la cabeza, desnudándolo parcialmente. 

- ¿Vas a pintarme desnudo? - pregunta con una sonrisa pícara, jugando con los botones de la bata que Thomas usa para pintar y desabrochándolos uno a uno, sabe que no tiene nada más debajo salvo, quizás, la ropa interior.

- No exactamente - la sonrisa de Thomas crece aún más si es posible, el cinturón de Dylan hace un ruido sordo al caer junto al resto de su ropa, la bata de Thomas le sigue segundos después y la confirmación de que no lleva casi nada debajo le roba a Dylan lo que le queda de aliento en los pulmones.

- Madre de... - pero la frase muere en el aire cuando el botón de su vaquero se suelta y se desliza por las rodillas, lo manda lejos gracias a que tiene los zapatos quitados casi desde el principio.

Thomas se muerde el labio inferior mientras las yemas de sus dedos resbalan por la piel salpicada de lunares, tratando de contar todos los que sus ojos chocolates abarcan.

- Eres tan hermoso, Dyl.

El aludido traga saliva, nervioso, siempre le ha intimidado esa forma que tiene Thomas de mirarle: como si fuera lo más preciado que existe en el mundo, lo más hermoso que sus ojos han visto y no quisiera perderlo por nada.

Thomas coge las muñecas de Dylan y guía sus manos hasta su cuerpo, el moreno reacciona entonces y clava los dedos en las caderas contrarias un segundo antes de hacer que sus erecciones entren en contacto. Ambos sisean de placer, Thomas siente que le tiemblan las piernas a pesar de ser todo idea suya, así que tira de Dylan hacia abajo para sentarse. Dylan pone las piernas como un indio, con Thomas en medio y sus piernas alrededor de la cintura del menor.

- ¿Mejor? - pregunta Dylan, ligeramente divertido, Thomas asiente.- ¿Qué pretendes, Thom?

- Confía en mí - pide, besándolo con suavidad mientras su mano se mueve por un espacio que ya conoce y tantea el mango de una brocha que embadurna de pintura antes de deslizarla por la piel de los brazos de Dylan que da un respingo por la sensación, separándose de sus labios.

- ¿Debería preocuparme? - alza una ceja, observando el gesto de concentración de Thomas mientras pinta sus brazos y sus hombros de azul.

- Sólo en pintarme también, Dylan - pide, un momento que despega los ojos de la preciosa obra de arte que tiene entre sus manos.

Entonces, algo hace click en la mente de Dylan, entendiendo por fin lo que su pareja quiere hacer y poniéndose más duro al instante. Lo observa un momento, boquiabierto, Thomas coloca entre sus manos una brocha con pintura lila.

- Thomas, ¿por qué eres tan... tú? - pregunta, a falta de una palabra que lo defina mejor porque su elocuencia está concentrada en la punta de su miembro. El rubio ríe, cogiendo la pintura verde y pasándola por el ancho pecho.- Me encanta cómo funciona tu cerebro.

- Lo sé - se estremece al sentir la mano de Dylan en su cadera y el rodillo delineando las suaves líneas de su pecho.- Por eso te enamoraste de mí.

Qué gran verdad.

Dylan acerca a Thomas con fuerza, seguro de que el verde de su pecho se mezclará con el lila del contrario, para poder pintar su espalda con negro, dibujando la columna vertebral de Thomas mientras le respira en el oído, sabiendo que el rubio se está deshaciendo entre sus brazos decide darle la vuelta con brusquedad, tumbándolo sobre el lienzo, haciendo la primera de muchas otras manchas que le seguirán. Su mano izquierda le sirve de soporte mientras la derecha obliga a Thomas a dejarle acceso y masajea su erección por encima de la ropa, Thomas se estremece de forma deliciosa entre sus brazos mientras los dientes de Dylan marcan su cuello. Gime excitado, pero toma el control de nuevo girándose y colocando las piernas alrededor de la cintura de Dylan, con fuerza lo hace caer a su lado, la espalda que ha pintado de negro se plasma junto a la suya mientras lo monta. Dylan observa, por el rabillo del ojo, el proceso de su pequeña obra de arte y gime excitado.

- ¿Por qué eres tan caliente, joder?

- Mucho tiempo para darle a la imaginación - responde el rubio, dando un respingo sobre el pene de Dylan cuando este decide que es un buen momento para pintar sus calzoncillos y lo que sobresale de nalga de color negro mientras él decide pintarle los muslos y las piernas de color rosa.

Una vez que se aseguran de que todas sus partes están pintadas comienza el verdadero baile: ruedan el uno sobre el otro entre risas y gemidos dispares. La ropa interior desaparece en algún momento y sus miembros también dejan marcas sobre el lienzo. Dylan besa toda la piel disponible y succiona para marcarlo, para poseerlo, Thomas siente que se corre en cualquier momento, se deshace en sus brazos. Explota y se recompone. 

Dylan lo ama hasta que la luz del sol comienza a caer y la habitación se llena de sombras.

Momentos [Dylmas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora