Elementos II (light)

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Thomas no esperó ser más feliz en Hogwarts que en la cárcel que fueron los laboratorios de CRUEL desde que sus padres se asustaron por lo que podía hacer y llamaron a Ava Paige para que se hiciera cargo de él y de su anormalidad.  

De pequeño, Thomas prometió no usarla más, pero era tan vital como respirar así que aunque hacía el intento de tener su magia bajo control, no solía conseguirlo y sus padres se cansaron de llevarlo a la iglesia para que el cura le sacara el demonio de dentro. De joven, casi adulto, Thomas llega a odiar su magia cuando los experimentos se vuelven demasiado agotadores, demasiado dolorosos. 

Así que no, que lo sacaran de un sitio interno para meterlo en otro definitivamente no mueve su esperanza, pero cuando una mujer mayor, elegante, con un sombrero picudo y una túnica se presentó en su celda, él simplemente se quedó de piedra. Aunque, claro, podía controlar el agua, la parte racional de su cerebro estaba gritando que el hecho de que una desconocida se materialice en su habitación (celda) era, en realidad, lo menos raro de toda su vida.

No se dio cuenta de lo desesperado que estaba por salir de allí, de lo mucho que se había acostumbrado, hasta que McGonagall le ofreció la mano para llevarlo con ella y Thomas no dudó.

- Vendrán por mí.

- No podrán encontrarte - aseguró la directora.

- ¿Y si lo hacen?

Los ojos pequeños y agudos lo miraron a través de las gafas como si estuviera calculando las probabilidades de que eso pasara.

- No te llevarán, yo no lo permitiré - prometió.

Escena XXII

Ahora recorre los pasillos del castillo como si siempre hubiera estado allí, como si hubiera crecido allí igual que los demás alumnos que no dejan de mirarlo con curiosidad ni cuando han pasado varios meses desde su llegada, pero a él no le interesa ninguno de ellos. No. Él está buscando a alguien más, alguien en su misma situación y, cuando lo encuentra, se congela porque eso es algo que últimamente ha estado pasando mucho: Thomas quedando encandilado por Newt, no es que le sorprenda, la verdad. 

El rubio está sentado con un libro y una taza de café en la mesa de Ravenclaw.

Newt lo abruma a niveles que no está seguro de querer analizar para poder concretar. Es como una luz en medio de toda la oscuridad que ha sido su vida incluso cuando él también carga con sus propios problemas que Thomas va conociendo poco a poco: como una familia demasiado controladora y el deseo de volar lejos, muy lejos.

Thomas ha notado que orbita alrededor de Newt como la tierra lo hace con el sol y no es que le moleste, en realidad.

- Hey, hola - saluda, cuando se deja caer a su lado, chocando sus hombros a pesar de todo el espacio libre que hay, pero Newt nunca se queja ni pone espacio de más entre ellos cuando Thomas se permite ser demasiado táctil.

El moreno asiente, tosco, desparramando sus cosas sobre la mesa un instante antes de tomar una decisión y girarse hacia Newt cuyos ojos color chocolate ya están clavados en su figura, tal vez nunca los retiró. Un escalofrío recorre la espina dorsal de Thomas y siente las burbujas escapar de su piel, Newt sonríe con dulzura mientras sus mariposas se acercan a explotarlas. Pocas cosas le gustan más a Thomas que sus magias danzando una alrededor de la otra porque es lo que a él le gustaría hacer con Newt. Bueno, no danzar exactamente... o sí o quizás no sólo danzar.

- ¿Te molestaría? - Newt arque una ceja, sin entender.- Ser mi ancla, ¿te molestaría?

Detiene un gemido cuando el rubor sube a las mejillas de Newt que rompe el contacto visual y lo devuelve a su libro.

Momentos [Dylmas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora