Thanksgiving.

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Que Thomas es británico no es precisamente ninguna novedad, que tal costumbre americana se le escapa... tampoco. Aunque entiende la esencia de la celebración. Por lo que, encontrándose ese día en el piso que comparte con Dylan en Nueva York, pero no pudiendo el moreno reunirse con su familia por culpa del trabajo, Thomas decide entonces trasladar su culo hasta el supermercado más cercano mientras marca uno de sus números favoritos para llamar.

- ¿Thom? - la voz de su madre suena extrañada a través del auricular.

- ¡Mamá! ¿Cómo estás?

- Bien, hijo, el mundo no ha cambiado mucho desde ayer - comenta divertida.

- Qué graciosa.

- Sabes que tengo razón, ¿qué ocurre?

Thomas hace un puchero aunque la mujer no puede verlo.

- Necesito que me digas cómo cocinar un pavo relleno - admite, sus mejillas acalorándose.

El silencio que se instala al otro lado de la línea solo es roto por la risa de la mujer que le dio la vida, casi un minuto después cuando el rubio ya cree que la llamada se ha cortado.

- Te mando la receta, ¿vale? Cualquier duda llámame de nuevo.

- Mamá, eres la mejor.

- Lo sé, Thom, lo sé.

Casi una hora más tarde, Thomas coloca todos los ingredientes sobre la mesa y pasea los ojos por la receta que ha impreso. Empieza a poner los utensilios que van a necesitar sobre esa encimera que casi nunca usan porque no pasan el tiempo suficiente en casa como para poder profundizar en el arte culinario y suelen preferir salir a comer fuera las pocas veces que coinciden los dos en las comidas.

Por lo que 1 + 1 = Thomas cocinando un pavo relleno por primera vez en su vida y deduce que no la última.

Por suerte, ha sido lo suficientemente inteligente para pedir al carnicero que deshuese el pavo al comprarlo. Pone las ciruelas a macerar con el vino de Jerez y procede a empapar la miga de pan con la leche. Hace una mueca extraña, no puede imaginar cómo algo así puede estar bueno. Suspira. Y cuando tiene la sartén preparada con mantequilla para poner a dorar y ablandar la cebolla, el móvil suena de nuevo.

Thomas lo descuelga con confianza.

- Mamá, aún no he quemado la cocina, tranquila.

- ¿Mamá? No recuerdo haberte parido, Tommy.

Escuchar la voz de Dylan envía un escalofrío directo por su espina dorsal y suelta la cuchara de madera con la que revolvía la fritura.

- ¿Dyl?

- ¿Por qué vas a quemar nuestra cocina?

El corazón de Thomas late con fuerza rezando para poder mentir bien por primera vez en su vida. Que es actor, por amor de Dios.

- Como no vienes a almorzar pensé en quedarme en casa y hacer algo yo. Llamé a mi madre para pedirle consejo - sorprendentemente, la voz no le tiembla y suena clara y creíble. Un Óscar para él.

- Youtube existe y tú molestas a tu madre.

- No hay nada como las recetas de mi madre, O'Brien.

Lo escucha reír levemente para quedarse en silencio después.

- ¿Estás bien? Es raro que llames en horas de trabajo.

Dylan resopla frustrado.

- Te echo de menos.

- Dyl...

- Y a mi familia. Yo... no sé - casi puede visualizarlo pasándose las manos por el pelo.- Está siendo un día muy extraño.

- Tranquilo - quita las cebollas del fuego y lo mezcla con la carne de cerdo y el resto de los ingredientes, añadiendo sal y pimienta mientras hace una bola.- Ya te queda poco para volver a casa.

- Menos mal que tú estás en ella.

Thomas sonríe.

Ya cae la noche cuando Dylan se permite un momento de respiro, apoyando la frente sobre la puerta de su casa mientras trajinea con las llaves. Coge aire con fuerza e introduce la correcta en la cerradura para girarla con cuidado. Lleva todo el día repasando la lista de películas de Netflix para elegir una que ver con Thomas al llegar a casa después de pedir una pizza muy, muy grande.

Un olor cálido y hogareño le golpea la nariz cuando abre la puerta trayéndole a la mente recuerdos de cenas familiares donde su madre salía al jardín a buscarlos para regañarles por llenarse de barro antes de la cena. Sin poderlo evitar, las lágrimas se acumulan en sus ojos y parpadea tratando de evitar que caigan.

Las luces principales de la casa están apagadas y la única iluminación que hay proviene de las velas que normalmente usan solo para decoración. Cuando dobla la esquina del pasillo que lo lleva hasta el salón se da cuenta de que el gramófono está cantando con suavidad.

Se apoya en el umbral, golpeado por la emoción de la imagen que se presenta ante él:  Thomas está de espaldas vestido con unos vaqueros viejos y una camisa blanca sencilla, un delantal atado a la cintura. Está concentrado mientras enciende las últimas velas del candelabro que ha colocado en la mesa. Se tapa la boca para evitar que se le escape un sollozo y seca como puede sus lágrimas porque su lindo Thomas es británico y puede estar delicioso o no, pero sabe que eso que está viendo es un pavo casero relleno. Por lo que no reacciona cuando su futuro marido (nunca lo han hablado, pero él acaba de decidirlo) se da la vuelta y lo ve por fin.

Dylan se acerca con agilidad para atrapar a tiempo el vaso que Thomas tenía en la mano al girarse y que casi deja caer por la sorpresa.

- Hoy estoy torpe... - susurra.

- Tommy - lo interrumpe.

El rubio sube la mirada ligeramente avergonzado por haber sido descubierto mientras terminada de preparar la sorpresa.

- Hoy quiero dar gracias por ti.

Y lo besa.

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Esto es por si me falla la inspiración en Navidad 😍 que no debería, no, porque es mi fucking fiesta favorita de todo el año, BUT ¿saben quién tiene examen desde la semana que viene hasta que termine el año? YO, SÍ, YO. Osea literalmente tengo un examen  cada martes. QUIERO MORIR. SNIIIIF.

 SNIIIIF

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Momentos [Dylmas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora