Be my Peter Pan.

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Thomas se deja caer lentamente hasta que las suelas de sus zapatos tocan los adoquines mojados por las abundantes lluvias de Londres. Respira lo más profundo que puede, descontento por la contaminación que llena sus pulmones. Este es el principal motivo por el que no le gusta venir al mundo de los adultos. Suspira, tampoco es que tenga otra opción después del pacto que hizo con el Hombre de la Luna hace tantos milenios atrás. Una pequeña luz se posa sobre su hombro y lo saca de sus pensamientos.

- No sé si tendremos algún miembro nuevo este año, Campanilla - la luz tintinea como respuesta y se encoge de hombros, abandonando las sombras del Big Ben y dirigiendo la mirada hasta el imponente monumento.- No, los otros Guardianes tampoco conocen ningún caso especial en la ciudad - da la espalda al palacio de Buckingham y se aleja por el puente.

Su trato con el Hombre de la Luna incluye visitar Londres cada 10 años en busca de niños con problemas en sus hogares y preguntarles (él está más a favor de llevarlos consigo, a veces no saben lo que quieren, pero el Hombre de la Luna se enfada) si desean ir con él a Nunca Jamás. Estudia todos los casos durante esos años y, a no ser que haya alguno muy urgente, nunca rompe la regla del tiempo. Pero en la última década ni uno solo. Y no es que su radar se haya roto, Conejo que está todo el día para aquí y para allá tampoco ha localizado ninguno y ya no hablemos de Norte que tiene las listas, siempre investigan a los niños traviesos por si hay algún motivo secreto. Normalmente, su estancia dura una semana y se lleva consigo todos los que encuentra, pero ya van por el cuarto día y nada de nada.

- Odio tanto este lugar - susurra, con la mirada perdida en el río Támesis.- Cada semana que paso aquí es una semana que envejezco - mete las manos dentro de la gabardina que el Hada de los Dientes le ha dejado ese año.- Además, esta humedad es enfermiza - Campanilla emite dos tintineos.- Ya, ya sé que en Nunca Jamás también hay, pero es diferente... ¿Que por qué? Pues porque sí, Campanilla, parece mentira que lo dudes - bufa cuando escucha la risa como el aleteo de una mariposa de su mejor amiga que, cuando se calma, le pregunta sobre los motivos del Hombre de la Luna.- Es un viejo metomentodo - siente un pellizco de magia por parte del hada.- ¡Ay! Ya, ya sé que me está viendo es que...

Su intención es girar para lanzar un reproche en forma de mirada al astro que se refleja en el río, pero como se separa del borde del puente con más rapidez de la que debería termina chocando con alguien y cayendo al suelo. Puede escuchar a Campanilla riéndose en su oído y un movimiento brusco con la mano para hacerla callar causa un quejido en la otra persona, un quejido masculino. 

- ¡Para! - ordena.- Así no llegamos a ninguna parte, estate quieto - el desconocido hace caso después de otro gemido dolorido y por fin puede poner orden entre los dos.- ¿Ves? No era tan dif... - traga saliva, maravillado al subir la mirada y encontrarse con unos brillantes ojos pardos que lo dejan sin aliento.- Por Luna santísima.

- Oye, lo siento, ¿vale? Pero es que... - un grito suena a lo lejos y el chico de ojos preciosos se encoge sobre sí mismo, Thomas arquea una ceja y busca alrededor hasta que localiza a un hombre corpulento girando la esquina.- Tengo que irme - trata de ponerse de pie, pero cae al instante con un quejido de dolor, mareado.- Mierda - mira a todos lados, buscando una escapatoria.

- ¿Lo conoces? - mete las manos en los bolsillos, observando el callejón por el que se acerca el hombre.

- Mi padrastro - trata de ponerse de pie antes de que lo vea.

Campanilla comienza a volar alrededor de los dos, alterada, Thomas se fija en que el moreno de preciosa piel pálida y llena de lunares no deja de seguirla con los ojos.

- ¿Qué es eso?

Pocas personas pueden ver a las hadas y eso hace que Thomas tome una rápida decisión sobre la situación.

Momentos [Dylmas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora