Gripe.

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Dylan se lo advirtió: estar con niños era sinónimo de enfermedad. Se cansó de decírselo antes del comienzo del curso para que se vacunara contra la gripe, pero no hubo forma. Thomas y su fobia a los médicos es algo con lo que resulta muy difícil lidiar. No cree que nadie pueda imaginar cuán cabezota es.

- Vete al médico antes de que empeore.

- ¿Para qué? ¿Para perder una tarde entera y que me recete Paracetamol o Ibuprofeno? Eso puedo tomarlo sin ir, Dylan.

Esa siempre ha sido su respuesta favorita. El caso es que el catarro no mejoró cuando consiguió convencerlo de que se empezara a medicar. Porque esa es otra, tampoco es bueno para tomar medicinas. Empeoró tanto que la tos le provocó dolores musculares, pero no fue a consulta hasta que se volvió incómodo.

Así que ahí están con Thomas acurrucado en el sillón tapado hasta las orejas mientras tose de forma incontrolable y se limpia los mocos cada tanto e intenta ganarle al Mario Kart. Él está a su lado, hombro con hombro.

- Gracias por venir, Dyl.

La voz de Thomas no le pertenece y a veces ni siquiera lo entiende, pero el de lunares la adora igual.

- Para eso están los amigos.

Y ahora, que el chico está soltero y no tiene quien se encargue de él, más que nunca.

Cuando es derrotado de nuevo, Thomas suspira antes de un nuevo ataque de tos que lo sacude entero. Dylan le da palmaditas suaves en la espalda y dibuja círculos con la palma para tratar de aliviarlo.

- ¿Te quedas a dormir? - pregunta, después de beber agua para aliviar el dolor de garganta.

- Será lo mejor - se encoge de hombros.- Estás fatal, no quiero que te ahogues en tu propia flema por la noche sin darte cuenta - recibe un golpe cariñoso en el hombro por su comentario.

- Eres un trágico - pone los ojos en blanco.- Puedo solo, lo sabes - por algo es independiente desde que tuvo la mayoría de edad.

- No dirás lo mismo cuando me busques en la cama por la noche y no me encuentres.

Ve a su amigo sonrojarse hasta las orejas y estira el brazo para coger el termómetro, tiene que controlar que la fiebre no suba aún más.

- No es necesario el termóm...

- Levanta el brazo o te lo pongo en el culo, Thomas Brodie-Sangster.

Obedece al instante y Dylan ríe.

- Puedes quedarte a dormir en el sillón si quieres - masculla por lo bajo.

- Compartimos cama desde siempre, incluso mientras estabas con Bella, no voy a abandonarla ahora - asegura, quitándole el termómetro una vez que pita.- Tienes unas décimas - dice, valorando lo que hacer a continuación.

Sí, Thomas puede sentirlo, no sólo en el calor de su cara, sino en la dificultad para respirar y el picor debajo de su piel... aunque duda que sea por la fiebre.

- Vale, una ducha templada y a la cama a sudar - decide, quitándole la manta de encima y viendo a Thomas encogerse por el frío repentino.

- Está bien - hace un esfuerzo por levantarse, pero se marea un poco y se sostiene de los brazos de Dylan que, como siempre, están ahí para él.- No se te ocurra decirlo en voz alta.

- ¿Qué?

- Puedo escucharte, Dylan, imagina lo fuerte que estás pensando.

Ríe mientras lo acompaña al baño.

- Te lo advertí, Tommy.

- Maldita sea - se quita la camisa del pijama y la tira de cualquier forma en una esquina.- Si no lo dices te atragantas.

Y Dylan permanece callado porque la visión de la pálida piel lo ha desconcertado por completo.

- Si me... si me necesitas me llamas, ¿vale?

No espera recibir respuesta para abandonar el baño antes de que su autocontrol se vaya por el caño y se abalanze sobre su mejor amigo.

Thomas lo ve desaparecer, comprensivo, preguntándose cuándo le contará acerca de lo que siente. Suspira mientras desliza los pantalones por sus piernas. Quizás tenga que dar él el primer paso.

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Momentos [Dylmas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora