FCT VI

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Thomas vuelve a estar contra una puerta, respirando con agitación y fuerza, luchando por enviar aire a sus pulmones entre tanto gemido que trata de silenciar mordiendo su puño.

No lo malinterpreten, no se está quejando para nada, ni que estuviera loco.

Menos teniendo en cuenta al dueño de las manos que recorren su cuerpo desnudo. Manos grandes, manos fuertes. Thomas puede ver perfectamente las venas marcarse entre la excitación. Manos que abarcan todo lo que pueden. Manos que se cierran alrededor de su pelvis apretando con fuerza. Manos que pasan a sus nalgas para abrirlo y que el pene de Dylan entre más fuerte y más profundo.

El pene de Dylan es grande y está ardiendo, Thomas siente que lo parte por dentro con cada embestida, pero no le importa demasiado porque puede sentir el cielo en la punta de sus dedos cada vez que lleva profundo. Dylan dice que le encanta estar dentro de él porque es tan jodidamente estrecho. El pene de Thomas está entre los dos, a puntos de estallar y mancharlos si sigue golpeando su próstata de esa manera, lo rodea con una de sus manos para empezar a masturbarse con tortuosa lentitud, tratando de alargar el momento. Siente que el final está cerca.

El rostro de Dylan está enterrado en su cuello, marcando su piel con mordiscos y chupetones para que quede claro que le pertenece o, al menos, que tiene dueño. Se separa lo suficiente para mirarlo a los ojos: pardo contra chocolate, y dejárselo claro. Como si Thomas no lo supiera a estas alturas o fuera capaz de olvidarlo.

No es la primera vez que lo hacen ni siquiera la segunda o la tercera. Han pasado ya varios años desde aquel beso en la puerta del colegio donde ahora trabajan, los dos. Así que la fría puerta que siente contra su espalda es la misma de hace unos años y, por tanto, Dylan está terminando lo que empezó entonces. Como cada vez que ninguno de los dos puede aguantar el estar cerca tanto tiempo sin tocarse, menos hoy que han llegado los chicos de prácticas (igual que ellos hace unos años) y uno de ellos ha empezado a flirtear descaradamente con Thomas.

Así que Dylan separa a Thomas de la puerta e invierte las posiciones, necesitando ese apoyo ahora que le queda tan poco para correrse dentro de su pareja. Thomas siente que lo inunda y probablemente sean cosas suyas porque lo hicieron la noche anterior así que no es posible que Dylan tenga tanto, pero se siente lleno y satisfecho cuando su propio pene estalla y mancha ambos estómagos. Caen al suelo, sentados, jadeando.

- Dyl... - lo llama, acusador, hace poco habían prometido dejar la costumbre de mancillar el baño que usan todos los profesores.

- No digas nada - le pide, arquea el cuello hacia el techo y Thomas le besa la nuez, con un gemido.- He tardado la mitad de una vida en encontrarte, no voy a permitir que un niñato te aleje de mí.

Thomas recorre con un dedo las líneas de los músculos de Dylan, jugando con el vello negro de su pecho, sintiendo la penetrante mirada parda sobre él.

Suspira y vuelve a conectar sus ojos, sabe que sólo existen unas palabras que calmen la ansiedad de Dylan.

- Te amo - susurra, antes de besarlo con suavidad.

Dylan rodea la delgada cintura con sus fuertes brazos y entierra el rostro entre el cabello rubio.
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Momentos [Dylmas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora