Momentos [Dylmas]

Hospital.

Lo que menos pensó Dylan al despertar esa mañana es que iba a recibir una llamada de su madre pidiéndole que fuera a buscarlos al nuevo centro comercial porque a su padre le había dado algo.

Dylan condujo mientras las palabras se iban repitiendo en su cabeza: le fallaron las piernas, tiene la boca un poco torcida y apenas puede hablar... Valorando si podía ser un ictus, una subida de azúcar como un día de fiesta o que el hígado transplantado hubiera comenzado a generar rechazo, obligó a su cabeza a concentrarse en no rebasar el límite de velocidad por muchas ganas que tuviera.

Ahora está en la sala de espera, mordiéndose las uñas y pasando las manos entre su pelo.

- Eh - llama una voz a su lado.- Oye - una mano cálida se posa en su hombro y está preparado para saltar sobre el pobre que ha decidido molestarlo cuando unos ojos chocolates muy profundos le devuelven la mirada.- ¿Estás bien?

Despega los labios que tiene secos y agrietados, pero no le sale ningún sonido.

- No, claro que no. Difícilmente alguien que esté en esta sala puede estar bien - le ofrece una sonrisa de disculpa.- ¿Necesitas algo?

Intenta levantarse, pero la mano de Dylan en su antebrazo se lo impide.

- Quédate, por favor - le ruega con un hilito de voz.

Porque Dylan hay cosas para las que no está preparado: la vida intentando quitarle a uno de sus padres de nuevo es una de ellas. La peor, quizás.

El rubio asiente y se vuelve a sentar. Dylan no le suelta, sino que desliza su mano hasta entrelazar sus dedos. Ansiando un contacto humano que le tranquilizara.

- Me llamo Thomas, por cierto.

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Todos tienen sus estrategias para que no sucumbir al pánico y esta es la mía: escribir. Quizás no tenga mucho sentido o quizás esté mal escrito o quizás no transmita nada, pero yo necesitaba sacarlo de alguna manera.