Momentos [Dylmas]

TMR x American Assassin I

Mitch se masajea las sienes en un intento casi inútil de alejar el dolor de cabeza. Hurley sabe lo mucho que detesta estar con otras personas, así que ¿por qué mierda tiene que encargarse él del crío este? Porque estaba secuestrado en el almacén que has limpiado de terroristas, Mitch. Había dicho el muy ingrato. Vale, ¿y por qué no pudo dejarlo con Kennedy? Ella seguro estaría feliz de hacerse cargo de un chico tan lindo. Espera. ¿Qué? Joder, maldito Hurley.

- Mitch – una voz dudosa rompe el silencio de la habitación.

- Calla - le ordena, furioso.

Newt reacciona al instante y se detiene en seco. Mientras maldice por haberle gritado se dedica a mirarlo: desde que entró en el lugar el rubio fue lo primero que captó su atención, Mitch se dejó encandilar y él sabe que esas cosas nunca salen bien para él. Observa al chiquillo que es un poco más alto que él, pero tan delgado y pálido. Deja caer la cabeza hacia atrás y se pasa la mano por la frente, no puede estar mirándolo así, pero lo está haciendo y eso lo frustra aún más si es que acaso es posible.

Siente el sillón hundirse por el peso del rubio que abraza sus rodillas y apoya la cabeza en ellas mientras mira hacia el lado contrario. Mitch admite que tiene celos de lo que quiera que estén observando aquellos ojos chocolate. Oh, no... como si no fuera suficiente con la lujuria y el deseo, muertos desde que su prometida murió y ahora milagrosamente resucitados por un crío.

- Ya te he dicho que puedo irme, sólo tienes que dejarme en la estación de tren más cercana – susurra Newt con un pequeño hilo de voz.

¿Y ya está? ¿Desaparecería tan fácilmente de su vida? Quizás, si en el momento de la despedida no viera en qué tren se ha ido y posiblemente daría igual porque revisaría todas las cámaras de tráfico hasta dar con él porque conociéndose como se conoce sabe que iría detrás de Newt. Lo buscaría y, cuando lo entrara, lo obligaría a volver junto a él. Mitch suspira. El problema es que conocer su línea de actuación sólo refuerza su opinión de que es idiota.

- No vas a irte.

- ¿Por qué? Soy un problema para ti - Newt se rasca la nariz intentando obviar el cosquilleo que anuncia nuevas lágrimas.

- Por suerte me gustan los problemas – admite, girándose para quedar cara a cara.

Es la indirecta más clara que ha soltado en su vida, pero no está seguro de que Newt la comprenda.

La pequeña mano de largos dedos acaricia su magullada mejilla, Mitch cierra los ojos por el agradable contacto para instante después sentir unos cálidos labios sobre su mejilla en una caricia aún más placentera.

Abre los ojos, Newt le sonríe y se levanta.

- ¿Puedo elegir habitación? - pregunta.

- Pequeño ingrato – piensa, con una minúscula sonrisa en el rostro tan tosco y serio, siguiéndolo por el pasillo hasta que entra en la habitación que está al lado de la suya. El adulto procura no gemir de frustración, tan cerca.

- Mitch - le llama para captar la atención del hombre que pone su mundo del revés.- No tengo nada que ponerme y como me quede con esta ropa vas a tener a un invitado enfermo – se señala, haciendo referencia a la ropa mojada, muy similar a la suya, porque para huir tuvieron que saltar a un río.

El espía alza una ceja, ¿qué clase de chantaje es ese? Suelta un suspiro y se dirige hacia su propia habitación. Newt le observa desde el pasillo mientras Mitch se quita la camisa mojada y la lanza al suelo, rumbo al armario. Los ojos chocolate se pierden en los fuertes músculos de la espalda y dibujan líneas imaginarias por los brazos, la excitación pica en su estómago. Sacude la cabeza para espantar aquellos pensamientos de su cabeza, Newt es una carga para el sexy espía y le sorprende un poco la molestia que genera ese pensamiento.

Un movimiento delante de sus ojos lo devuelve a la realidad: Mitch sostiene una camisa blanca.

- No tengo ropa más pequeña.

- Para compensar puedo hacer hoy la cena – ofrece.

- Como quieras – se encoge de hombros, conforme.

Newt se adentra con una sonrisa en la habitación, cierra la puerta con delicadeza y Mitch se queda mirando aquel pedazo de madera hasta que decide que es buena idea imitarlo. Cuando acaba de ducharse y cambiarse, baja a la cocina y el aire se detiene en sus pulmones porque el crío está vestido SOLO con la camisa que le ha dado y que le llega hasta las rodillas.

El objeto de profundo escrutinio se da la vuelta para buscar algo y sus ojos entran en contacto, Newt da un brinco algo sorprendido.

Entonces, Mitch puede apreciar la forma del cuerpo de Newt bajo la blanca tela y el desordenador cabello rubio que le encantaría agarrar mientras lo penetra con fuerza. Su entrepierna reacciona por la imagen mental y él masculla una maldición.

- Mitch.

¿Por qué susurra su nombre así?

- Casi está lista – dice, refiriéndose a la cena.

Mitch se acerca aún más y lo nota estremecerse.

- ¿Estás bien? – pregunta Newt, extrañado por su silencio.

- No - responde, su voz suena ronca a causa del enorme esfuerzo que está haciendo para no quitarle aquella maldita camisa y hacerle el amor allí mismo.

- ¿Te encuentras mal? - en los ojos de Newt se lee la preocupación. Coloca una mano en la frente del espía para medir su temperatura corporal.- El agua del río estaba helada, quizás te has resfriado.

Aquello ya es más de lo que Mitch está dispuesto a soportar. Le agarra la muñeca y lo pone contra el mueble de la cocina, cubriendo el pequeño cuerpo con su musculatura, sintiendo el aliento de Newt chocar con él y consiguiendo que la excitación crezca más y más. Newt nota el calor subir a sus mejillas mientras su respiración se vuelve rápida e irregular. Mitch acaricia su mejilla, y luego su cuello hasta llegar a su hombro, Newt deja escapar un suspiro placentero por la caricia. 

El rubio se pregunta si le besará cuando el horno suena y Mitch se aleja como si le hubiera dado un corrientazo.

- Hora de cenar - susurra Newt, resignado.

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