Psicólogo I

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Thomas se pasa las manos por el pelo, notablemente nervioso ante lo que está a punto de hacer. Si bien es cierto que ha sido decisión suya (por fin) no por ello consigue estar más tranquilo. No entra a su hora, porque eso son cosas que pasan en los loqueros, y eso provoca que esté a punto de devorar otra uña cuando por fin la puerta se abre y aparece un hombre joven, rubio, detrás de unas gafas cuadradas.

- ¿Thomas? - llama, paseando la mirada por la sala ya que no es el único que está esperando.

Su nombre saliendo de los labios ajenos se le antoja distinto, místico, casi exótico.

- Eh... sí, yo - levanta la mano como si estuviera en clase y se siente torpe, pero el otro sólo asiente y después de darle una larga mirada le pide que pase.

Thomas tiene que obviar el hecho de casi tirar todo el contenido de su mochila (porque ha ido corriendo después de dar clases particulares) y de tropezar con sus pies antes de conseguir un andar digno y entrar en el despacho.

Le gusta la decoración, aunque odia las paredes de color blanco, pero los sillones turquesa resaltan de forma agradable y hay un puzzle encuadrado en la pared. Girasoles. Le gustan los girasoles.

- Bueno - la suave voz lo saca de su estupor y sus ojos pardos van hasta los chocolates que lo miran con curiosidad.- Thomas, yo me llamo Newt.

- Un placer - balbucea, enredando sus dedos sobre la sudadera de Gryffindor que ha llevado para sentirse un poco más valiente.

El hombre (aunque Thomas está seguro de que no es mucho mayor que él) se da cuenta del gesto, pero no lo apunta en la hoja en blanco que acaba de sacar de la carpeta que, supone, se convertirá en su expediente.

- ¿Qué te trae por aquí?

Thomas ha decidido ser todo lo sincero y cooperativo que pueda porque, dios mío, las consultas son realmente caras así que tiene que tratar de sacarle todo el rendimiento posible.

- Bueno... - se muerde la lengua, nervioso, ha estado pensando en lo que podría decir.- Necesito ayuda - una ceja se arquea con secreta diversión y Thomas se da un golpe mental.- Quiero decir que... - respira hondo.- Tengo mucha ansiedad y no sé qué hacer con ella. Llevo años intentándolo, pero ya no... ya no puedo más - admite, encogiéndose en el sitio.

Esta vez sí que apunta algo en la hoja en blanco, Thomas supone que es importante.

- ¿Y por qué tienes ansiedad?

- Por muchas cosas. Yo... lo estaba llevando bien, relativamente, pero hace seis meses pasaron cosas y...

- ¿Qué cosas?

Thomas coge aire, con fuerza, no quiere sonar estúpido o débil, pero los hechos son las que son.

- Mis padres están divorciados - empieza.- Y yo vivía con mi madre y mi hermana en casa de mis abuelos, hasta que decidieron pelearse. Mi madre y mi abuela discutieron porque, al parecer, mi hermana de casi 20 años aún no es lo suficientemente adulta para quedarse sola en casa por unas horas - se masajea el puente de la nariz, sabe que suena ridículo porque el asunto lo es.- Dejaron de hablarse y yo quedé en medio aunque dejé bastante claro que no quería formar parte de aquello, pero... no fue suficiente, me fui de casa porque estaba en época de exámenes y no podía manejarlo todo. Sin embargo, siempre estoy en medio. Voy de visita porque, desgraciadamente, aún dependo de forma económica de ambas y tengo que aguantar que me cuenten basura la una de la otra y es horrible porque yo no tendría que pasar por eso, ¿vale? Yo solo tendría que preocuparme por mis estudios, no por ir pisando huevos por la vida temiendo fastidiarla en algún momento y que por ello me retiren el apoyo económico porque con las clases particulares que doy saco el dinero justo para pagar el alquiler junto con la amiga que me acogió - suelta, de golpe.

Momentos [Dylmas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora