Aesthetic V (smut)

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Hace mucho tiempo, Thomas odiaba ir a dormir y no esperaba a que el sol saliera para levantarse. Era casi una obligación para él estar en la cama el menor tiempo posible, su habitación siempre tuvo lo justo y necesario. Nunca se preguntó por qué y no paró a pensar en ello hasta que despertó por primera vez al lado de Dylan, sintiendo que todo estaba bien ahora que el moreno estaba en su vida y en la cama cuya soledad siempre había esquivado. Ahora Dylan la llena de amor, de calidez, de compañía, de placer... cada mañana y cada noche. Al lado de ambos, siempre, descansa algún tipo de flor amarilla.

Como ahora, que reciben el domingo, desnudos y enredados entre las blancas sábanas que se pegan a sus cuerpos como esculturas de Bernini salvo que no están en Italia, ni son frío mármol blanco. Son Dylan y Thomas y juntos arden.

Las yemas de los dedos de Thomas dibujan constelaciones entre los lunares de Dylan, siguiendo los rayos del sol que caen perezosos sobre su piel.

- Nunca pensé que pudiera ser así – admite Dylan.

Está apoyado sobre el costado izquierdo y desliza una rosa amarilla por el perfil de Thomas, dibujándolo a contra luz.

- ¿Así cómo? – pregunta el otro, la piel erizada por donde los suaves pétalos se deslizan.

- Tan intenso, tan real, tan... - suspira, frustrado.- Me faltan palabras para describirlo – rodea la flor y la estruja con suavidad para quitarle todos los pétalos y deslizarlos sobre el cuerpo de Thomas que se estremece entre el erotismo y la ternura de las acciones de Dylan.- No sabía que me faltaba algo hasta que te encontré – se inclina sobre la cara de Thomas y le da un beso esquimal con una sonrisa plasmada en la cara, el rubio ríe por las cosquillas.

A Thomas le gusta sentir las manos de Dylan deslizarse por su cuerpo, a veces con suavidad y otras con demanda, enseñándole todo lo que puede hacerle sentir con una simple caricia o mostrándole que cada trazo de su cuerpo le pertenece. Le hace sentir lo más preciado y amado del mundo, como si se pudiera romper en cualquier momento y Dylan tuviera en sus palmas el poder de cuidarle o de hacerle pedazos.

Su miembro lleva un rato respondiendo a las caricias sobre su cuerpo, así que está casi duro cuando Dylan decide hundir los dientes en la piel de su cuello antes de ponerse encima de él, separándose por los fuertes brazos que coloca a ambos lados de su cuerpo, los músculos marcados por la fuerza y el moreno como si no supusiera ningún esfuerzo.

Para cuando Dylan decide bajar la cadera, Thomas ya está totalmente excitado y su miembro húmedo por el líquido preseminal y jadeando. Una de las manos del moreno rodea ambos penes, masturbándolos a la vez. Thomas se retuerce de placer, sus manos estrujan las sábanas debajo de su cuerpo, los dedos de sus pies se retraen.

- Da igual cuánto tiempo pase, si llevamos juntos 5 meses o 5 años – confiesa, besando los pétalos que quedan encima del cuerpo de Thomas.- Dudo mucho que llegue el día que me canse de ti.

El florestero sonríe entre el placer.

- Eso espero – suspira, delineando sus finos labios con la lengua.

Dylan suelta sus miembros para rodear la cintura de Thomas con el brazo derecho y darle la vuelta con fuerza, colocándolo bocabajo sobre el colchón y debajo de él, justo donde más le gusta verlo. Thomas gime, sorprendido. Jadea excitado por el aliento caliente del moreno que choca con su nuca, donde el pelo rubio ya se le está erizando por la elevada temperatura.

- No lo esperes - pasa la mano que no lo sostiene por la espalda contraria, dibujando la columna vertebral.- Lo prometo – se desliza hasta abajo y aprieta con fuerza una de las pálidas nalgas que muerde y Thomas piensa que podría correrse ahora mismo.

Momentos [Dylmas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora