Humillaciones (parte 2/2).

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Si una mirada pudiese matar, crean que ambos estuviesen muertos.

Abby miraba desafiante a ese hombre, ella podía reconocerlo... Claro, era el mismo, ya ella recordaba. Era el mismo hombre que encontró desnudo.  ¿Como olvidarlo? ¿por qué él estaba ahí?

En cambio Erick más que sorprendido de ver a esa chica quién lo ayudó en el hotel, aparte, observando mejor, recordó que ella fue quién le rayó el auto.

Llevó una mano a su boca sorprendido y casi alarmado. ¿Ella es su sirvienta?

—¿Tu eres la tal Abby? —preguntó acercándose. Ella apenas parpadeaba.

—No soy la 'tal Abby', yo soy Abby. ¿Y tú que haces aquí?

Él sonrió de lado caminando más hasta ella. Se la pagaría, esa inmunda pobretona, le pagaría lo que hizo.

—¿No sabes quién soy?— preguntó más sereno.

Ella se quedó estática, sin palabras. No podía ser que él fuese su...¿Jefe?

—Creo que usted se llama Erick ¿no?

—Correcto, soy Erick Ovens, tu patrón — comentó con una sonrisa, luego miró a la otra chica—. Hola Louisa— le dijo con picardía, notando que es una morena muy hermosa.

—Hola...Señor Ovens— ella se acercó y extendió su mano, él la tomó saludando como si de verdad fuese un caballero.

—Un placer ¿podría usted dejarme sola con Abby?— ella asintió yendo a otro lado.

Erick miró a Abby, ella no recordaba que había rayado el auto de él, sólo recordaba la vez que lo vió desnudo, y de tan sólo pensar en lo que había visto entre sus piernas, sintió una extraña sensación plasmada en su estomago y bajando lentamente hasta el centro de su intimidad.

Erick se acercó, con ese poder de seducción, sonriendo levemente. Cuando estuvo muy cerca, lo suficiente para ponerla tensa, decidió romper el silencio.

Llevó su mano cerca de la cintura de la pobre chica, hasta tomar la jarra del jugo, y hacer que se cayera al suelo derramando todo el jugo en el piso.

—Uff perdón. Limpialo todo, que mi piso quede perfecto ¿entendido?

Con su arrogantes palabras se alejó de ella y siguió su camino hasta la sala. Abby no comprendía lo sucedido. Ya podía imaginar la clase de hombre que es.

Simplemente un idiota; ahora lamentaba trabajar para él. Lamentaba que el destino los uniera, y que ahora él hiciera de su vida miles de cuadritos.

Gruñó tomando el trapo y limpiando el suelo, mientras que Louisa entraba.

—¿Que pasó?— le preguntó agachándose ante Abby.

—Él ... No sé, estaba hablándome y luego tumbó el jugo y ... No sé —estaba nerviosa, era obvio. Sus manos temblaban, no sabía que ocurría, pero no se sentía la misma.

—Él es muy...Guapo —murmuró Louisa algo sonrojada. Abby levantó la cabeza y frunció el ceño.

—Pero no ca caigas en sus juegos. Él es una persona arrogante, malo. Lo conocí cuando trabajaba de mucama y me propuso que yo le tocara su...Cosa... Bueno, es un estúpido —dijo la pobre sin dejar de mover el brazo al limpiar el reguero.

—Bueno, yo lo vi simpático. Quizás tu no le  cae tan bien.

Louisa se levantó sintiéndose muy importante. Nunca había tenido un jefe tan guapo y sexy, además de millonario.

Abby limpió todo y luego siguieron cocinando.

Erick se duchaba y luego de salir con esa pequeña toalla tomó un bóxer y se lo puso. Después se miró al espejo, observando su cuerpo "perfecto".

Enseñame A Ser Tu Hombre (Libro2) Terminado✔ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora