(Libro paralelo, puede contener spoirler de Enseñame a seducir, no lo leas los dos a la vez. Si el primero no te interesa, puedes continuar con este)
El idiota más grande de "Enseñame a seducir" llega a contar su historia.
(Segundo libro)
Erick O...
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Erick se acostó en su cama, Abby por igual. Erick rozaba su labio con el pulgar de sus dedos, ella también. Sonrió cerrando sus ojos, recordando ese beso tan inolvidable y Abby hacia lo mismo. Pero ambos borraron su sonrisa cuando a la misma vez les llegó la imágen de Daniel en mente.
-Daniel -susurraron.
Toda acción tiene su reacción, y toda secuencia tiene su consecuencia. Pues los tres estaban pagando algo de alguna manera. Daniel debía soportar el hecho de haberse enamorado por adelantado y solo, Abby por intentar proteger su corazón, estaba confundida entre los dos, y Erick, intentado ser todo un macho mujeriego, sufría haber perdido a un amigo y haber perdido a la chica que tanto le costó conseguir. Y aún le quedaba consecuencias por no haber hecho algo a tiempo.
Quizás el karma se había vestido de sirvienta, dándole un golpe los huevos y un lado más sensible, el corazón. Aunque él aún no sentía que fuese en el corazón, le dolía más el hecho de que ya no podía disfrutarla en la cama como quería.
Y ¿cómo Abby podía pensar en dos hombres a la vez? ¿Por qué no se apartaba de los dos y seguía sola o esperando a alguien más?. No ella no lo sabía y tampoco quería estar andando como mariposa en cada flor. Si tenía la oportunidad de estar con Daniel aunque no como una relación formar, ella aprovecharía cada momento a su lado hasta que de alguna manera termine: sea como novio o sea como nada, ella si se arriesgaría.
Abby no luchaba por Erick porque sentía que no valía la pena volver a confundir a ambos amigos y que terminen enemigos para siempre. Ya Erick estaba de acuerdo en habla con Daniel, y eso era un gran paso, no podía arruinarlo intentando seducir a Erick.
Y eso era un problema o quizas una virtud en Abby, pensar en la felicidad de los demás, antes que la de ella.
Se levantó temprano, sintiendo el golpeteo de un rayo de luz en sus ojos. Pues la ventana dejaba pasar la claridad. Miró la hora y supo que se había despertado minutos antes de que su alarma sonara. Fue a ducharse y a ponerse su uniforme para así empezar un nuevo día. Mientras Abby se miraba al espejo cerró sus ojos recordando lo sucedido y sintió ese dolor en su pecho de saber que ya había empezado a tocar su puerta la realidad, esa realidad que le decía que ya Erick no era más que un jefe. Que lo bonito que habían vivido bebía echarse al olvido.
Se levantó y puso el café mientras se había ido a la sala para quitar el polvo de los estantes. Se puso sus audífono y colocó la canción de sin bandera- suelta mi mano.
Cantaba mientras ordenaba todo. Luego se fue a la cocina y apagó la estufa. Puso unos panes de leche y de mantequilla en una canastica, luego queso y jamón en un plato. De haber puesto todo en la mesa fue hasta la cocina y tomó un poco de café con el pan antes de que Erick pudiese despertar. Cuando terminó miró la hora y se dió cuenta que los fines de semanas ella debía llevarle el desayuno si no bajaban, pues mayormente se despertaban tardes, alrededor de la nueve o diez. Tomó una bandeja , y le preparó todo acomodado a Erick. Subió por la escalera escuchando su corazón latir por los nervios de mirarlo como lo que es: su jefe.
