difícil de conquistar cap 5 (parte 1/3)

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Cuando Erick se había marchado, Abby había ordenado todo; fregó los platos y aprovechó para comer algo de que lo que había quedado. Ella sabía más o menos la cantidad que podía cocinar para que no quedara nada, pero cuando veía algo de sobra solamente pensaba si su padre había comido.

Ya después de que todo estuviera limpio, fue al patio en donde terminó la limpieza tras lo sucedido con el laxante. Eso no le causaba tanto asco como Erick mismo o esas mujeres tan ridículas. Dejó todo rechinando y con un leve dolor de espalda aprovechó la ausencia de Erick y se acostó en la cama, quería dormir algo, se sentía agotada.

Erick había llegado a la casa faltando cinco para la seis de la noche. Entró a la casa y respiró el aroma de limpieza por doquier; siguió el camino hasta la cocina, en donde notó que su sirvienta no estaba ahí, así qué fue a su habitación, abrió la puerta lentamente encontrándola a ella acostada en la cama; sonrió mientras caminaba hasta ella. Se detuvo y se agachó, ella dormía mostrando paz, tranquilidad, no hacía ningún gesto, se mantenía tiesa. Erick miró su cuerpo, su piel y sus labios. Sintió la necesidad de besarla, de sentirla, realmente ella se adueñaba de toda la belleza posible.
Se acercó lentamente intentando llegar a esos labios, pero la bella durmiente abrió sus ojos y llevándose el susto de verlo tan cerca, le lanzó un golpe directo a su nariz haciendo que Erick cayera al suelo y se diera un golpe con el mueble.

-¡Auch! -Chilló él quejándose del dolor. Ella se levantó dándose cuenta de que fue a Erick a quién golpeó.

-¿Qué intentabas hacer? -preguntó histérica.

-¡Oh mierda!.-Se quejó de nuevo aquel necio intrépido, intentando de levantarse.

-¿Qué pensabas hacerme? ¿tocarme? ¡contestas! -le gritó nuevamente. Erick se alejó tocando su cabeza y temiendo ya de sus golpes.

-Solamente pensaba despertarte para... -borró su miedo al instante y la miró enojado-, para que me digas ¿qué carajo hacías dormida? ¿no entiendes que no puedes estar dormida en hora de trabajo? -le gritó como una excusa para no verse más idiota de la cuenta. Se levantó poniendo ambas manos en su cintura y mirándola mal, ella tragó seco y se levantó.

-Es que... Solo dormí un rato, no fue...

-¡Nada! ¡No puedes dormir en hora de trabajo! Quiero que salgas ahora y me prepares una torta con jamón, queso, y carnitas al estilo mexicano, no sé como le harás, pero que quede bien, adiós.

Salió de allí sin esperar una sola respuesta, quería desesperarla. Abby solo maldijo lentamente y se miró al espejo, repitiéndose así misma: «ten paciencia Abby, paciencia».

Erick por su parte se desvistió y se entró a la ducha, no tenía deseo de salir. Mientras restregaba su cabello, tuvo el ligero pensamiento morboso de imaginar a su sirvienta desnuda; se imaginó besando esos labios, tocando su piel, lamiendo oreja y cuello, llevándola a donde solamente él podía. Tuvo una erección instantánea, la cual lo hizo reaccionar. Tenía deseo de ella, anhelaba tener un derroche sexual, una noche eterna de locura, pero para ello debía convencerla.

No quería quedarse con el deseo, así que el mismo llevó una mano a su miembro, empezó a tocarlo lentamente y dejar escapar un jadeo. Cerró los ojos imaginando entrar entres las suaves carnes de esa mujer tan hermosa, aumentó la velocidad de su mano ya mojada por el agua, resbalando sobre los pliegues de tal elemental falo; gimió nuevamente mordiendo su labio inferior, repitiendo una y otra vez el nombre de aquella intrusa: «oh Abby, sí así ». Él ritmo no cesó unos buenos minutos hasta sentir esa corriente electrizante tomarlo repentinamente. Esa sensación, ese escalofrío, ese placer intenso que lo azotó haciendo que al fin pudiera llegar al climax.

Mientras que Abby ya había preparado los ingredientes, las carnitas de pierna de cerdo ya estaba asada, la había comprado así para facilitar el proceso. La dejo un buen rato sobre la plancha hasta que estuvo lista, la puso sobre el pan ya tostado, colocó el jamón, el queso, tomate y lechuga, añadiendo otros ingredientes necesarios. Cuando lo dió por finalizado, pudo darse cuenta que el pan era demasiado grande, pues ella lo compró tamaño triple. Se dijo así misma, que era mejor que sobrara, a que faltara. Que él debía comer como un animal y dejarla de molestar.

De haber terminado, puso todo en la mesa y preparó su jugo, mientras ella lo echaba en el vaso, se giró para marcharse y chocó de frente junto con él.

-¡Fijate! -le chilló ella enojada.

-¿Perdón? Fuiste tú quién no se fijó -le reclamó él.

-Pero fuiste tú quién vino detrás de mi, Descerebrado.

Erick la toleró esta vez y fue más por coger, porque sabía que debía bajar la guardia para ganar puntajes, pero Abby sabía que de ninguna manera caería a sus encantos.

-Le pido que deje sus insultos a un lado, olvide lo personal, yo soy su jefe y debe guardarme respeto. ¿No te inculcaron educación y buenos modales? -Le recriminó dejándola sin habla, ella asintió aceptando su error.

-Perdon señor, tiene razón, pero no volverá a pasar.

Erick la hizo a un lado y miró el platillo, acercó sus dedos al pan levantando un poco la capa, para descubrir que hay adentro.

-Se ve bueno, pero luego te digo.

Ella asintió caminando a dirección de la cocina, mientras que él ya sentado se preparaba para probar la exquisitez de esa comida. Aún seguía mal del estómago, pero no tan grave como al principio.

Cuando le dió el primer mordisco, sintió la masa y la carne invadir su paladar e hizo un leve gemido, demostrando lo delicioso que estaba. Siguió mordisqueando y gimiendo, de alguna manera ella lo dejó sorprendido.

Ella había terminado de fregar hasta que Erick la llamó y acudió de inmediato hasta él, dándose cuenta que él había devorado todas las comidas que había allí.

-Llevate eso, estaba malísimo -dijo con sarcasmo, ella miró que no había nada ni siquiera para guardar y sonrió.

-Si, se nota que estaba malo.

Ella tomó los platos y él la detuvo tomándola de la muñeca. Abby se extrañó por su comportamiento y le lanzó una mirada de dudas.

-En verdad es la cena más deliciosa que he probado -inquirió contemplándola de alguna manera. Ella aunque no lo quisiera, se sonrojó.

-Gracias.

Él soltó su mano y ella tomó todos los utensilios para luego llevarlo a la cocina, en donde se dispuso a fregarlos.
Erick se acercó a ella, lo suficiente como para que pusiera sus bellos erizados; no podía negarlo, Erick podía conquistar a cualquier mujer que se propusiera, pero ella no era cualquiera, ella no estaba dispuesta a caer en mano de un tonto muchacho en busca de un juguete.

-¿Te ayudo? -preguntó cerca del oído de la muchacha, la cual le dió un giro a sus ojos.

-No, gracias.-Le dió un codazo directo a su estómago, haciendo que el pobre tonto se alejara quejándose.

Abby limpió sus manos con un pañuelo y cruzó por su lado ignorando su presencia.

-¿Ya puedo dormir? -le preguntó incómoda. Erick dejó de tocar su estómago y la miró molesto, ya lo estaba sacando de sus casillas.

-No, primero debes esperar a que yo me duerma, ¿quién me cuida a mí después?.-Ella resopló bastante aburrida y ya cansada de lo mismo.

-Soy su sirvienta no su guardiana, no tengo porque velar sus sueños, mi trabajo en esta casa es ...

Erick la silenció besándola finalmente, mientras que ella aún mantenía los ojos abierto, forrajeando por apartarlo, pero el muy intrépido la aferró tanto sobre la alacena, que ella no pudo moverse. Él empezó con un beso posesivo la cual fue disminuyendo la velocidad, mientras que ella dejaba de tensar se, de alguna manera le había gustado el beso, esos labios suaves y dulces. Cerró sus ojos, correspondiendo a aquel beso. Erick movió sus labios sobre los suyos, su lengua lentamente se encontró con la de ella haciendo una leve danza, pero Abby había reaccionado y terminó mordiéndosela, para finalmente alejarlo y acabar con una en la mejilla de Erick.
El picor se hizo presente, había dejado la marca de su mano, y de su boca salía sangre; Erick finalmente llegó a la conclusión, de que esa mujer es difícil de conquistar.

Enseñame A Ser Tu Hombre (Libro2) Terminado✔ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora