Aquella mañana fue un total descontrol hormonal para la pobre Abby, la cual no imaginaba que más adelante sufriría ciertas cosas que haría que ella misma perdiese la cabeza.
Erick, como todo un berrinchudo se fue al patio mientras llamaba unas cuantas amigas para que le hiciesen compañía, y quién sabe, quizás haría alguna orgía con ellas.Abby por su parte fregaba y de sus ojos dejó resbalar una lágrima, pensando en todo lo que ha pasado en su vida; recordando como su tía la maltrataba, de como sufrió agonías y penas. Y ahora... Sufriendo lentamente el hecho de saber que en su país todos están pasando trabajo. Que sus hermanos venezolanos no tuvieran paz, que ahora mismo ellos no pueden alimentarse con normalidad, y que aquél terrible hombre "innombrable", sea el mismo diablo destruyendo lo que alguna vez fue un paraíso.
Se lamentó lentamente liberando un sonoro gemido. Ella de por sí odiaba mostrar vulnerabilidad ante las adversidades de la vida. No le gustaba demostrar su lado débil porque pensaba que a nadie le importaría su estado de ánimo; ya era suficiente con lo que alguna vez pasó al entregar su corazón a un hombre que no lo merecía.
Poco luego de ella acabar de fregar, escuchó el sonido del timbre de la puerta, la cual la despertó de su trance reflexivo. Se lamentó nuevamente el tener que trabajar en esa casa y caminó hasta la puerta, la cual al instante de abrir recibió un empujón por tres chicas imprudentes con pocas educación.- ¿Donde está nuestro chico? -preguntó la castaña, la cual ceñía un corto vestido que dejaba al descubierto más que sus atributos.
Abby arrugaba su entrecejos a la vez que se sentía molesta por tal inesperada visita de tres desconocidas.
- ¿Quienes son ustedes y a quién buscan? -preguntó la pelinegra molesta.
Las tres chicas se miraron entre sí y dejaron escapar carcajadas de sus bocas.
-Somos lo que tú no podría ser en la vida -dijo burlona la rubia, a lo que Abby cruzada de brazos responde:
- ¿Fácil? -Esa fue la gota que derramó el vaso, pues las tres la miraron con odio.
- ¿Qué está pasando aquí? -preguntó Erick interrumpiendo aquella inquietante situación. Él había escuchado todo y se sintió importante por creer que todo de él cautivaba a cualquier mujer, inclusive a aquella sirvienta.
-¡Amorcito! -exclamaron las tres corriendo hacía él y abrazándolo. Abby giró los ojos y cerró la puerta.
-¡Mi chicas! ¡que hermosas están! -murmuró sonriendo mientras lanzaba una mirada cínica a la pobre Abby-. ¿Por qué discutían?.
-Ella nos dijo fáciles -acusó la rubia fingiendo inocencia, mientras que Abby la miraba con odio.
-¿Le dijiste eso a mis niñas? -preguntó irónico; ya él sabía que quienes habían iniciado el problema eran ellas y no Abby, pero quería molestar a la pelinegra.
-Ella me intentaban humillar y...
-¿Le dijiste fáciles? -volvió a preguntar elevando la voz, eso hizo llevar a Abby a su última paciencia.
-Sí, ¿y qué?, yo solo me defendía -espetó molesta. Erick se alejó de las chicas y caminó hasta Abby manteniendo un gesto de maldad. Se detuvo a su frente llevando su mano a su propio mentón.
-Que sea la última vez que me responde de esa manera. Te prohíbo elevar tu voz de niña malcriada en mi casa, y... Ahora debes trabajar más, quiero que prepare un banquete para mis chicas, que las trates como reina. Debes atendernos como tal, y espero que no falles en nada, porque de lo contrario tendrás un récord de trabajo muy tachado, y dudo que te vuelvan a dar un trabajo, pequeña imbécil.
Los ojos de Abby se tornaron oscuro, la sangre le hervía; estaba loca por matarlo. Ella tan solo pudo respirar profundo, cerrar sus ojos y contar hasta tres, para luego dejar ir ese enojo.
-Así será, mi señor.
La respuesta de ella lo dejó sorprendido, pues esperaba alguna reacción por parte suya, y eso lo hizo entender que podía seguir molestándola hasta hacerla que se canse, y quién sabe, tal vez un poco de acoso no haría nada mal.
-Asi se habla, chama -mencionó aquella ultima palabra usada por los venezolanos, la cual la hizo molestarse por su forma de burlarse en su propia cara.
Erick se marchó con sus «niñas» hacía la piscina y la pobre Abby volvió a la cocina, en donde empezó a preparar algunos aperitivos y una bebida alcohólica ligada con ponche de fruta. Ella puso los vasos en la bandeja y llenándolo tuvo la ligera maldad por dentro de vengarse de aquellas mujeres. Sabía que sería algo cochino, pero no le importaba, sentía que debía hacerlo, y por ello escupió todos los vasos.
-Ese toque es el que necesitaba la bebida -dijo con ironía sonriendo; se sentía mejor de haber hecho eso, era como desahogar toda su rabia.
Caminó con la bandeja mirando desde lejos como Erick se besaba con las tres chicas a la vez. Giró sus ojos dejando escapar un bufido alargado y se detuvo ante ellos.
-Señor, aquí está su bebida -dijo capturando la atención de ellos. Erick sonrió y se giró mirándola con su cínica sonrisa.
-Bájate y pon las bebidas aquí. -Señaló el piso. Abby se agachó y dejó la bandeja en el piso, la cual al instante las demás tocaron para alcanzar el vaso.
-Veremos si no es veneno -dice la castaña llevando el jugo a la boca-. Está bueno -agregó.
Abby se levantó y Erick tomó su vaso, guiándolo a la boca mientras que ella lo miraba con cierta sonrisa oculta.
-¿Que me miras? -preguntó deteniendo el vaso en sus labios. Abby negó rápidamente y toció.
-Solo quería saber si van a querer algo más -agregó.
-¡Si, queremos comida, estúpida! -chilló la rubia llevando la bebida a su boca.
-Ya calma -dijo Erick tomando también -. Sabe bueno. -Saboreó su boca degustando aquella bebida con saliva incluida.
Abby se marchó y a medio caminó se echó a reír, nunca había sentido tantas emociones juntas. Y lo mejor, ahora sabía que la comida tendría otra receta asquerosa.
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Enseñame A Ser Tu Hombre (Libro2) Terminado✔
Romance(Libro paralelo, puede contener spoirler de Enseñame a seducir, no lo leas los dos a la vez. Si el primero no te interesa, puedes continuar con este) El idiota más grande de "Enseñame a seducir" llega a contar su historia. (Segundo libro) Erick O...