#28

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El asesino está acercándose. Al pasar junto a las estanterías, él extiende su brazo armado con un largo cuchillo ensangrentado hacia su interior, asestándoles una serie de tajos en los paquetes allí apilados, antes de echarlos al suelo.

Cuando está por fin frente a los tres torreones de paquetes detrás de los cuales tú te escondes, tú dudas con respecto a si deberías intentar poner en práctica el plan que se te había ocurrido hace unos momentos, pero en el breve instante que te toma dudar, el asesino asesta una veloz cuchillada a uno de los torreones, hiriéndote el tobillo.

Tú gritas, poniéndote al instante en evidencia. Desesperada, intentas derribar los torreones sobre el asesino, pero estos no bastan para detenerlo. Asimismo, la herida en tu tobillo no hace sino dificultar tu huida, y tu intento por escapar del depósito es rápidamente frenado por tu perseguidor, que te derriba de un golpe.

Se produce un violento forcejeo entonces. Tú das una serie de patadas y puñetazos al aire, sintiéndote como un animal indefenso a punto de ser devorado por un depredador. Él asesino intenta mantenerte dominada, sosteniendo tus puños, para luego intentar colocar un pañuelo con cloroformo sobre tu rostro.

— ¡No! ¡NO! —gritas tu horrorizada, y de alguna manera, la patada que das al aire, consigue arrancarle la máscara al asesino.

Te quedas muda y desconcertada al descubrir de quien se trata realmente: Es de Domingo Menéndez, un estibador que empezó a trabajar en el depósito de la oficina desde el año pasado.

Apenas tú siquiera llegaste a intercambiar palabra alguna con él en un par de ocasiones, limitándote en la mayoría de los casos en observarle desde la distancia... pero nunca habrías podido creer que el sería en realidad aquel terrible homicida serial que viene aterrorizando a la ciudad entera durante los últimos meses.

—Lamento que hayas tenido que enterarte de la verdad de esta forma— dice él, sonriendo perversamente—. Lo siento de veras, pero tal vez sea mejor así...

Y habiendo dicho esto, Menéndez se abalanza violentamente sobre ti, estrellándote contra una de las estanterías. La fuerza de aquel golpe es tal que tú sientes que estás a punto de perder el conocimiento.

Desde el suelo, observas como Menéndez ha empezado a desabrocharse el pantalón, y tú comprendes horrorizada que es lo que aquel monstruoso hombre pretende.

—Es mejor así...No te resistas por favor...Sólo harás las cosas más difíciles...

Menéndez se agacha, listo para intentar darte un beso. Tú te sientes invadida por la rabia, indignación y miedo al sentir que no serás capaz de impedir el atroz crimen que será cometido contra tu persona, pero antes de que Menéndez pose sus labios en los tuyos, las luces del depósito se apagan repentinamente.

— ¿Qué rayos...?—pregunta Menéndez sorprendido. Un disparo se escucha en la oscuridad, y tú sientes que el asesino ha sido derribado.

—Fallaste la prueba, Domingo... ¡No eres digno de formar parte de nuestra agrupación!

La voz que habla se oye extrañamente similar a la de Martínez. Pero eso no es posible...

Oyes los pasos de alguien acercándose.

—Lo siento por ti, muchacha. Tal parece que tú tampoco pasaste la prueba...

"Dios mío..." piensas, presa de la desesperación y a punto de perder el conocimiento. "¿Qué es lo que va a suceder ahora?

Un segundo disparo se oye en medio de la oscuridad.

Tus sentidos ya no responden. Todo se torna nebuloso.

Lee la parte #51.

Sola con el AsesinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora