#35

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En estos momentos hay una vida en riesgo, no hay tiempo para esta clase de juegos. Decides operar el panel de control sin revisar el contenido de la caja de cartón dejada por el asesino, logrando desactivar rápidamente el mecanismo que transporta los cerdos hasta el recinto con el triturador gigante.

El hombre encadenado al garfio suspira con alivio al percatarse de que la máquina que lo transportaba hacia una muerte segura se ha detenido por completo:

—Oh, gracias a Dios...Gracias Dios misericordioso...—dice él, derramando lágrimas de alegría.

Tú también te sientes aliviada de haberle salvado la vida a ese hombre, aunque piensas que todavía es muy pronto para celebrar.

Pero antes de que siquiera puedas empezar a discurrir la forma en la cual poder liberar a ese sujeto de sus cadenas, el timbre de un celular puede escucharse proveniente del interior de la caja que supuestamente debías haber revisado hace unos momentos.

Tú abres la caja, y extraes el teléfono móvil que se halla en su interior. En su pantalla aparece un mensaje que indica que está entrando una llamada, la cual tú dudas unos segundos en contestar, más la curiosidad termina siendo más fuerte que tu miedo, de manera que presionas el ícono correspondiente en espera de oír la voz de quien quiera que pueda estar del otro lado de la línea.

Se produce un breve instante de silencio, que a ti se te hace interminable. Estás a punto de colgar, cuando en eso escuchas una voz, la cual pronuncia con tono escalofriante las siguientes palabras:

Estoy muy decepcionado de ti.

En seguida la llamada se corta, y tú adviertes que un extraño olor ha empezado a apoderarse del ambiente, el cual empieza a aturdir tus sentidos, haciéndote sentir una increíble pesadez de cuerpo. Y es entonces cuando finalmente te das cuenta de que todo el lugar está llenándose de un humo blanquecino.

Quisieras huir, pero las piernas no te responden, sintiendo que estás a punto de desmayarte. Y mientras vas perdiendo el sentido, tú oyes gritar al hombre que cuelga de los garfios, creyendo advertir a su lado la presencia de una figura encapuchada, la cual le corta la nariz de un solo tajo, para luego clavarle una cuchillada en los ojos.

Finalmente, antes de que pierdas el sentido por completo, alcanzas a distinguir como es que el encapuchado le corta la lengua a ese pobre infeliz, ahogándose sus espantosos gritos de agonía en medio de un vómito de sangre.

Dios...Esta pesadilla no tiene cuando acabar.

Lee la parte #62.

Sola con el AsesinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora