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Te pones la pistola en la sien. Todos estos horrores han sido demasiado para ti.

El asesino ha conseguido quebrar tu espíritu de forma tal, que simplemente ya no deseas seguir viviendo.

Piensas en tus padres, en tus amigos, en todas las personas a quienes has querido a lo largo de tu existencia. ¡Hay tantas cosas que hubieras querido decirles y tantas cosas de las que te arrepientes haberles dicho!

Y ahora tú estás a punto de morir, completamente sola y miserable en tus momentos finales.

Presionas el gatillo del arma, pero no ocurre nada.

Desconcertada, vuelves a presionarlo nuevamente, sin que produzca ningún efecto.

Y es entonces cuando te das cuenta por fin de que la pistola no está cargada, y tampoco parecen haber balas en el interior del paquete, por más que lo revisas.

El teléfono celular de Miguel Bigo vuelve a sonar y tú lo contestas de inmediato. Una voz distinta te habla del otro lado de la línea...Una voz que te resulta extrañamente familiar:

—Esta era una prueba para usted. Y no consiguió superarla...

Debes estar enloqueciendo, porque casi podrías jurar que quien te está hablando es nada menos que el conserje Martínez. Pero tal cosa es imposible, puesto que tú misma encontraste su cadáver en la oficina. Y sin embargo, aun así te atreves a formular la siguiente pregunta:

— ¿Martínez? ¿Es usted?

No bien terminas de pronunciar dicha interrogante, se produce una violentísima explosión que arrasa con el lugar donde te encuentras en apenas cuestión de segundos.

¿Querías morir? Pues ahora acaba de hacerse realidad tu deseo.

FIN

Sola con el AsesinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora