Este debió haber sido un viernes como cualquier otro, pero no lo fue.
Hoy tuviste que quedarte hasta tarde en la oficina donde trabajas. Y esta misma noche, sin que tú te des cuenta de ello, hará su aparición un inesperado visitante...
¿Lograrás so...
— ¿Morir? No, mi joven amiga. No tengo intención alguna de matarle. Sería una verdadera pena tener que matar a una persona tan singular como lo usted. Y sin embargo...Todavía no estoy convencido de que su alma esté verdaderamente preparada para recibir las verdades que predica nuestra orden...
"¿Orden? ¿De qué rayos está hablando este sujeto?" piensas tú, sin entender muy claramente que está sucediendo, pero por las dudas, decides seguirle el juego al cómplice del asesino, quien te dice entonces lo siguiente:
—Le diré que haremos, jovencita...Le daré cinco minutos para abandonar este sitio. Váyase lo más lejos posible de aquí y no se atreva mirar atrás, o de lo contrario terminará lamentándolo...
—Me... ¿Me va a dejar escapar?
—Digamos que usted ha logrado superar la prueba que le ha sido impuesta. Y con ello ha ganado su libertad...Y sin embargo, usted podría ganar mucho más que eso, siempre y cuando sepa dónde buscar...
El asesino deja caer a tus pies entonces una diminuta insignia metálica, con la forma de una estrella roja de cinco puntas, en cuyo centro se haya un extraño símbolo, también parecido a una estrella, pero de cuatro puntas, de la que brotan rayos.
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—Tómelo. Este medallón es para usted. Consérvelo como un recuerdo de la presente experiencia...Y quien sabe, puede que hasta le brinde algo de buena suerte en el futuro...