#107

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Unos días después, sintiéndote incapaz de seguir viviendo en tan turbulenta ciudad, decides mudarte a la provincia donde tus padres viven, una decisión que tú bien quisieras haber tomado desde hace ya mucho tiempo.

Renuncias definitivamente a tu empleo, y dejas a Lucas al cuidado de una de tus amigas más cercanas, quien promete cuidar muy bien de él.

Aunque estás triste por tener que separarte de tu querida mascota, lo cierto es que en tu estado actual, necesitas buscar la manera de hallar la forma de recuperarte psicológicamente de las experiencias traumáticas por las que has pasado.

Los matones que te atacaron a ti y a Rodrigo han sido encarcelados (incluyendo al que le disparaste en el rostro, quien sobrevivió a sus heridas, aunque quedó desfigurado) y pronto serán sometidos a juicio, junto con otros delincuentes responsables de cometer numerosos actos vandálicos durante aquel día funesto. Y por cierto que las autoridades siguen tras el rastro del enigmático asesino de la estrella roja, quien ahora es considerado no sólo un peligroso homicida serial, sino también un terrorista y agitador.

Muchos detalles referidos a la muerte del minero Teófilo Villalibre siguen sin resolver, aunque la noticia de su muerte (así como también de la grotesca exhibición de su cadáver en el estadio durante aquel partido de fútbol sintonizado por millones de espectadores) ha dado la vuelta al mundo, haciendo que las fechorías de este criminal se vuelvan conocidas a nivel mundial.

"El muy bastardo debe estar disfrutando esto..." piensas tú, con rabia e indignación. "Ha de estar deleitándose al ver todo el caos que ha desatado, sintiéndose como si fuese el equivalente real de alguno de los psicópatas famosos que salen en tantas películas, y que la gentuza como él secretamente admira..."

A pesar de tu furia, tú sientes que no puedes hacer nada al respecto: Si la policía ni las fuerzas armadas no han sido capaces de lidiar con semejante problema, ¿Cómo podrás hacerlo tú?

Para tu sorpresa, el día de tu partida te encuentras con Rodrigo en la estación de buses. Él ha venido a despedirse de ti, entregándote además un pequeño obsequio de su parte: Una preciosa bufanda azul, que él coloca gentilmente alrededor de tu cuello, para luego darte un fuerte abrazo.

—Te debo mi vida...De no haber sido por tu ayuda, ya ni siquiera estaría aquí en estos momentos. Nunca podré pagártelo...

A su vez, tú le devuelves el abrazo a Rodrigo, dándole un beso en la mejilla.

—Nos volveremos a ver día de estos, ¿Cierto? Digo...Cuando las cosas mejoren por aquí...

—Sí, Rodrigo...—respondes tú, aunque sin demasiado convencimiento—. Te prometo que tú y yo nos volveremos a ver...

El bus parte momentos después contigo a bordo. Y mientras vas alejándote (quizá para siempre) de aquella ciudad terrible, tú realmente deseas tener la oportunidad de volverte a encontrar con Rodrigo. Tal vez no sea algo muy probable, pero no hay razón para perder la esperanza...

Si deseas que esta historia continúe, lee la parte #111.

Si no, es el FIN

Sola con el AsesinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora