#118

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El viernes siguiente acudes a la dirección indicada en la nota: Para tu sorpresa, el lugar en cuestión resulta ser una especie de caserón antiguo ubicado en las afueras de la ciudad, el cual en otro tiempo debió haber pertenecido a alguna familia aristocrática, pero que en la actualidad se muestra en un estado francamente lamentable, dándote la impresión de que dicha edificación podría derribarse en cualquier momento.

De no ser por una solitaria luz proveniente de una de las ventanas en la planta superior, tú pensarías que el lugar se encuentra totalmente abandonado.

Con algo de temor y desconfianza, te acercas hasta el portón de la casa y llamas a la puerta. Pasan unos cuantos segundos antes de que alguien conteste a tu llamado: Para tu sorpresa, la persona que sale a recibirte es nada menos que la misma anciana bibliotecaria que trabaja en el local cercano a tu departamento que visitaste el domingo pasado. Al verte, ella parece entusiasmada, invitándote a pasar de inmediato.

— ¡Llevábamos un buen rato esperándola! Por un momento yo incluso temí que no fuera a venir...

Tomándote del brazo, la mujer te conduce hasta el sótano de la casa, sitio donde ella aparta un polvoriento baúl, revelando así una especie de trampilla que conduce hasta una cámara secreta subterránea, lugar en donde se encuentra un especie de improvisado altar sobre el que está dispuesto una efigie muy similar a la insignia con forma de estrella que te entregó el cómplice del asesino: Alrededor de dicho altar se hallan reunidas numerosas personas que llevan puestas unas máscaras grotescas, que te recuerdan en gran medida a la máscara horripilante del asesino, la cual parecía el rostro de una muñeca deforme.

Estos personajes tenebrosos escuchan atentamente la prédica vociferada por otro enmascarado, personaje que no tardas en identificar como el cómplice del asesino, quien al verte llegar interrumpe brevemente su sermón.

Tras un brevísimo instante de silencio, aquel personaje formula el siguiente anuncio a los congregantes reunidos a su alrededor:

—Shamash ha traído a nuestra presencia a una nueva hermana, dispuesta a aprender las verdades de nuestra justicia...

Acto seguido, el cómplice del asesino se quita la máscara, revelándote que se trata nada menos que del anciano Martínez, a quien tú creías muerto, pese a que nunca fue hallado su cadáver durante la investigación que tuvo lugar en los días posteriores a tu secuestro.

"¿Qué es lo que está pasando aquí?" te preguntas a ti misma, sin saber que será lo que ocurrirá a continuación.

Lee la parte #120.

Sola con el AsesinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora