#33

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Decides seguir el rastro de las flechas rojas, por medio de las cuales eres guiada fuera de la cámara frigorífica hasta otro recinto débilmente iluminado: Una vez ingresas allí, una alarma empieza a sonar, y una figura presente en el lugar empieza a moverse, produciéndote un gran susto. Sin embargo y para tu sorpresa, dicha figura se trata en realidad de un hombre escuálido encadenado de los tobillos a una de las paredes.

—Ayúdeme, por favor...—te suplica aquel hombre, con voz débil—. He estado prisionero aquí desde hace dos días...Por favor...

El sujeto parece encontrarse bastante grave...De veras quisieras ayudarle de alguna forma. Por desgracia, no cuentas con ninguna clase de instrumento para liberarlo de sus cadenas.

Y es en ese momento cuando tú reparas en una caja metálica colocada en una de las esquinas de dicha celda, la cual lleva tu nombre inscrito con grandes letras rojas: El asesino que te capturó ha de haberla dejado para ti, aunque no estás segura con respecto a lo que podría contener...

Si revisas la caja metálica, lee la parte #49.

Si decides no revisas la caja e intentas ayudar al prisionero de alguna otra forma, lee la parte #48.

Sola con el AsesinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora