Capítulo 16 - Limando asperezas

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Capítulo 16

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Capítulo 16

LIMANDO ASPEREZAS

Los oscuros ojos del diabólico Patrón se tornaron terroríficos al comunicarse con su sicario, cuando le anunciaba que los objetivos del ataque estaban fuertemente custodiados.

-Entonces, se anticiparon a mis planes – Afirmó, consternado Carlos Ignacio, a su interlocutor por el móvil.

-Muy probable. La nota les dio la pauta.

-¿Y de Vicente, que se sabe?- Su tono era neutral, como si presintiera la respuesta.

-Sigue desaparecido, pero...

-¡¿Pero, que?!...

-La policía esta alerta. Quizás ya lo contactaron, en ese caso es una estrategia.-La teoría del Sicario estaba bien fundamentada, no hubo objeción al punto.

-Ya entiendo ¿Y la chica del atentado? ¿Cómo esta Gulliana Santamaría? – Ella seguía siendo la carnada en el anzuelo, pensó.

-Le dieron de alta en el Hospital. La perdimos de vista y no sabemos cual es su paradero, Patrón.- Esta declaración, le devolvía la ira a Carlos, que de nuevo se frustraba en los incontables fracasos de su equipo.

-¡¿No la tenían vigilada?! ¡Demonios, es una mujer recién operada! ¡¿Qué tanto se puede esconder alguien en esas condiciones?!

-Debieron salir de incognito, porque mis hombres permanecieron día y noche en las inmediaciones del Hospital y no vieron nada...había muchos policías, jefe. No era fácil acercarse.

-¡Quiero que averigüen donde se esconden, así deban revisar hasta debajo de las piedras! ¿Entendido?

-Entendido, Patrón- Fin de la llamada.

Otra batalla perdida, sin contar los cinco depósitos incendiados por el equipo fantasma del desquiciado Simón Cazalis. La molestia latente de Carlos Ignacio evitó que sus hombres lo abordaran.

El Potrillo lo miró de soslayo, no tenía sentido taladrarlo con más problemas en su estado de Ira. Seria como echar mas leña al fuego.

Carlos se paseó de un lado a otro en el pequeño espacio de aquella cabaña, como una fiera enjaulada, maquinando que hacer, como hacerlo y cuando ejecutar sus planes. No había remedio, tenia que recuperar la confianza de su mejor colaborador, Marco Benedetti. El problema es que después de su despiadado ataque a Gulliana, el italiano estaría a la defensiva. Aunque no lo admitiera, se apreciaba a flor de piel esa preferencia por la bonita heredera.

-¿Cuándo nos reuniremos con Marco? – Preguntó al Potrillo.

-Esta noche, Patrón. El vendrá de madrugada.

-Es obvio que evita que le sigan los pasos. Debe tener trucos bajo la manga que desconocemos- Reconoció, Carlos, con un dejo de admiración por el misterioso detective.

-Yo no me fiaría del italiano. Es un fulano solitario que frecuenta los dos mundos sin despertar sospechas. De día es un lujoso hombre de negocios al que todos quieren, y de noche se codea con la mafia. A el le conviene quitárselo de encima.- El pequeño indio advirtió a su jefe, con la esperanza de abrir sus ojos. Desconfiaba. Era su naturaleza.

-Yo también le se unos cuantos secretos a Marco. Puede que no me tolere últimamente, pero sabe que si me delata, yo lo delato. Mas nos vale limar asperezas.

-Así cambia la cosa...- esbozó sonriente, El Potrillo.

-Debo recurrir a su diplomacia. Es un buen mediador. No estoy en condiciones de negociar con nadie...

-Usted es como una olla hirviendo. Ya le dije que debería hacerse una limpieza para espantar el alma oscura del maleante aquel- Su recomendación ya era habitual. Nada nuevo que no hubiese escuchado Carlos por esos días.

-¿Vas a seguir con el cuento de la Maldición de Gerson?

-No es cuento.- Alegó con dignidad y se alejó el Potrillo, sin reiniciar el acostumbrado debate.

Carlos, en el fondo le creía. Todo el era como un cuerpo extraño apretado en poco espacio, sus venas crujiendo, su alma atormentada desde esa noche en que vengó a Celeste. El dolor y los gritos de ese rubio transportado a su propia piel, cada señal era positiva al diagnostico sobrenatural de su fiel servidor.

"No cedas al instinto depredador de este ente maldito que te posee"... Pensó Carlos. "Quieres arruinarme desde adentro, y no te lo permitiré"...

No era sencillo luchar con el enemigo que habitaba en su interior, sin embargo lo intentaría.

ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE (TERCERA PARTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora