Capítulo 108- El pequeño milagro

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Capítulo 108

EL PEQUEÑO MILAGRO

-Entra sin miedo – Le animó Braulio, frente a la puerta del retén, con la indumentaria que le exigieron puesta, una bata desechable, guantes, mascarilla y gorro para el cabello, haciendo de Vicente un cuerpo libre de bacterias.

Del otro lado estaba Raul, recordando el instante en que, seis años atrás, su amigo le acompañaba en la labor de estrenarse en la paternidad, justo el mismo día de su cumpleaños diecinueve.

-Vicente, te voy a repetir lo que tú me dijiste un día, "todo cambiara para mejor. Tienes que hacerlo bien, Es tu oportunidad para demostrar de que estas hecho."

-¿Yo te dije eso? – Preguntó Vicente, en tono bromista.

-Claro que sí. No te hagas el loco – Y de un empujón lo hizo entrar al área estéril, donde una enfermera bilingüe lo estaba esperando.

Adentro, en una incubadora, la frágil vida de una criatura se sostenía a través de cables que estaban adheridos a su diminuto cuerpo.

A través del grueso cristal, Vicente observó, por primera vez, a su primogénito, con sus rasgos definidos a pesar del corto tiempo de vida. Sus ojitos rasgados eran el sello distintivo de la sangre que corría por sus venas.

-¿Puedo cargarlo? - Preguntó Vicente, enternecido, con los ojos húmedos de emoción.

-Es demasiado pequeño. Tendréis que esperar un tiempo – Le anunció la enfermera.

-¿Resistirá?...

-Hizo lo impensable...sobrevivió – La veterana enfermera, de acento español, continuó relatando la experiencia – No es habitual ver un gestante de cinco meses sobrevivir al parto. Es lo que, medicamente, llaman los doctores "imposible"...Yo os llamo un milagro – Agregó con ternura - ¿No le habéis colocado un nombre todavía?

Lo que la enfermera ignoraba era que esa criatura estaba predestinada a nacer, por encima de toda norma o regla lógica.

-Es una decisión que debo consultar con su madre.

-Ella dijo lo mismo... mientras tanto el chaval sigue sin uno.

Lo natural, en estos casos, era usar los nombres de los abuelos maternos o paternos, pero en ambos lados de la familia el nexo estaba roto. Celeste no hablaba de sus padres, y Vicente no conoció a los suyos. Eso no evitó que el joven heredero tuviera una figura filial, al contrario, tenía varias.

-Tengo el nombre perfecto. Es cuestión de recibir la aprobación – Vicente, no despegaba la vista del bebe – Vas a tener una familia amorosa. Tú destino no será igual al de tú padre. Te lo prometo...

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La melódica voz italiana del encapuchado hacía eco en la cabeza de Braulio – Un alma atormentada – Liberó en voz alta, en la soledad de un banco, en la sala de espera de la clínica.

Hizo acopio de voluntad, llevando su mente a viejos pasajes de su infancia...

-¿Ella es tu novia? – Le preguntó Braulio, de apenas seis años, a su tío Edgardo, mejor conocido como Eddy.

-Solo si ella así lo quiere...-Sugirió el joven de barba espesa, con su perfecta sonrisa, enfocando la vista en la hermosa chica asiática.

-Somos...amigos – Le corrigió la dama, con dulzura, al menor.

-Primero se comienza como amigos – Replicó Eddy, sin perder el tono pícaro – Y después viene el noviazgo...

-Pero tú tío y yo somos simplemente amigos – Sentenció Elena.

-Mis padres también fueron amigos... aunque, últimamente no se caen bien... - Braulio, se desanimó.

-Eso no significa que no se amen, o que no te amen a ti – Le dijo Edgardo, con la mirada cautiva, y un poco perdida de Elena, que de pronto ya no estaba sonriendo.

-¿Dejarías de ser amiga del hombre al que amas? – La precoz pregunta de Braulio encontró como respuesta, una pauta de silencio.

-Si con ello le estoy evitando un daño...lo haría... - Elena respondió sería.

Eddy, se desconcertó, cambiando su amena sonrisa por un ceño fruncido.

De nuevo Braulio, el funcionario que ataba cabos, se debatía en ese asiento. Otra escena vino a su mente. Una conexión con un hecho casual.

-¿Por qué tienes que viajar, papa? – Reclamó Braulio, de casi siete años, a su padre.

-Voy a entregar un presente a un amigo, en persona – Augusto se agachó, acariciando el rostro de su hijo.

-¿Y dónde vive tú amigo?

-En Italia...

-¿Y eso es muy lejos? ¿Puedo ir contigo? – Rogó el niño, abrazando a su padre con fuerza.

-Bastante lejos – Le dijo al oído – Necesito que cuides a tú mama, por mi ¿Lo harías?

-Por supuesto – Braulio se limpió las lágrimas. Su misión era más importante que su deseo.

-Sabía que podía contar contigo – Sacudió el cabello de su hijo afectuosamente. Un reflejo que no perdería con el tiempo.

Un chispazo de seguridad hizo que Braulio se incorporara, de golpe, en el asiento...

-Mauro Benedetti... su amigo era el padre de Marco Benedetti – Agarró el móvil, con la intención de hacer una llamada...

"¿Vale la pena atormentar a otra alma atormentada?"... Las palabras del padre Mauricio le detuvieron el avance.

-No, no vale la pena atormentarlo...por ahora... – Afirmó en voz alta, guardando el móvil en el bolsillo de su chaqueta.


ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE (TERCERA PARTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora