Capítulo 140 - RESPONDE A LA PREGUNTA

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Capítulo 140

RESPONDE A LA PREGUNTA

-¿Qué está sucediendo?- Fue el primer pensamiento que invadió a Marco frente al astuto colombiano de afable sonrisa. El italiano frunció el ceño en señal de evidente confusión.

-No tiene que disimular conmigo... conozco las aventuras de Mauro Benedetti y Augusto Corona.- Braulio se alejó del cuadro y tomó asiento en el centro del amplio sofá – ¿No va a invitarme un trago? Mi visita es absolutamente extraoficial – El desparpajo de la extrema confianza vertió suspicacia en el magnate, pero el recién llegado se anticipó al contraataque verbal- Además, a ninguno le conviene ventilar el pasado familiar.

-¿Qué le apetece tomar? – Ofreció Marco.

-Una copa de vino, preferiblemente de sus viñedos – Acentuó Braulio – Estoy por dejar Italia, y me di cuenta de lo poco que dediqué a disfrutar de la cultura local.

El mismo Marco Benedetti sirvió la bebida, escogiendo la botella más costosa de una antigua cosecha. Estiró la copa al visitante y se sentó en otro sofá a descifrar la causa de semejante encuentro.

-¿Qué desea de mí? – Preguntó de manera frontal el italiano.

Braulio no respondió inmediatamente, antes se deleitó con unos sorbos de su copa. Cerró los ojos e hizo una cata del producto, que, a falta de palabras, se afianzó con una placentera sonrisa.

-Quiero la verdad – Exigió Braulio.

-¿Cuál verdad? – Cuestionó Marco.

-¿Estuvo presente en el exorcismo del Patrón? ¿Era usted el encapuchado? – Las miradas de ambos hombres se enfrentaron, carentes de amabilidad.

-¡¿Exorcismo?!- Respondió Marco.

-No se haga el inocente, reconocería su voz entre miles. Yo si estuve en el exorcismo y le escuché con atención – Braulio hizo una breve pausa y luego le acusó - ¡Era usted!

-¿Por qué presume que yo participé en un ritual religioso con un narcotraficante prófugo?

-Porque era el lugar donde debía estar – Le explicó Braulio, levantándose súbitamente del asiento – Lo que usted no sabía es que existe un diario que nombra a Mauro Benedetti, escrito por el puño y letra de mi padre, y que si dicho diario sale a la luz varias cabezas rodarían.

Los ojos de marco se expandieron aterrorizados ante el hallazgo.

-No me mire con horror, soy el hijo del presidente que oculta un crimen. No soy yo quien destruirá su imperio- Confesó avergonzado – Por una vez en la vida quitémonos las caretas y hablemos con franqueza. Le pido que responda a mi pregunta ¿Estuvo usted en el exorcismo del Patrón?

Un hombre como Marco no se exponía fácilmente. Creció defendiendo el patrimonio que dejó su padre. No tenía amigos, simplemente empleados leales a la causa. Sin embargo existía una invisible afinidad entre el funcionario de la ley y él. Una vez estuvo en sus zapatos, le entendía como a nadie.

-Debe ser difícil comprender que vuestro padre ocupe un lugar que no se merece moralmente. Mi vida entera se basó en asimilar esa cruda realidad- Confesó Marco, melancólico.

-No ha respondido a mi pregunta – Porfió Braulio.

-La respuesta no cambiara el hecho, el Patrón está muerto, no pudimos cambiar su destino. Carlos Ignacio Restrepo debería estar pagando sus crímenes en una cárcel de máxima seguridad, y su padre jamás debió ganar las elecciones...El final está en las manos de Dios.

Braulio le dolió la comparación. Sus labios se negaron a obedecerle, evitando la defensa filial.

-Yo estuve con ustedes en el ritual. Fui el secuestrador anónimo de los sacerdotes, de Vicente Angarita y usted – El enorme peso de la culpa fue arrojado. Marco estaba desnudo emocionalmente. – Ahora que sabe la verdad ¿Qué hará?

Era una poderosa interrogante. –No le acusare – Respondió Braulio, con el tono derrotado.

-Eso ya lo sé, me refiero a su padre ¿Qué hará con esa verdad?

-¿Qué haría usted? – Se escudó Braulio en la retórica.

-Usted ya lo sabe, nunca traicioné a mi padre. Extraoficialmente, mandé a matar a los que causaron el accidente de la avioneta. Técnicamente, y de manera oficial, yo también soy un asesino – La declaración le alivió la conciencia. Marco no era mejor que nadie, era igual a los demás. Era uno de ellos, solo que nunca quiso reconocerlo.

Ese no era el caso de Braulio, él si era un hombre de leyes. – Mi padre es diferente a mí...

-Pero es de su misma sangre- Susurró Marco.

-Ciertamente...-Acertó a decir Braulio, con el gesto dubitativo.

-Le voy a sugerir que no se empecine en ser el verdugo. Dios tiene un plan establecido, él no quiere que usted se ensucie las manos.

Fue la primera y la última vez que compartieron un trago. Braulio aceptó otra copa. Marco, le acompañó en la bebida.

A escasas horas de tomar un vuelo con rumbo a Colombia, era poca la emoción y mucho el miedo.

ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE (TERCERA PARTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora