Capítulo 134 - Perded toda esperanza

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Capítulo 134

PERDED TODA ESPERANZA

El anuncio agitado de Zavarce se repetía sin cesar en la mente de Braulio, "¡Vente, ya mismo! Lo que temíamos está sucediendo. " Manejó desde la mínima distancia que separaba el hotel del hospital como un loco desquiciado, y veía la hora, sin entender bien la causa. Pero lo hacía.

Si moría Carlos seria su culpa, por confinarlo al encierro y marcar el punto exacto donde cualquiera podía ir a cobrar su cuenta. Casi deseó que hubiese escapado, pero recordó a su tío Edgardo, a Elena Chang, al miserable de Gerson Camacho y su asquerosa muerte, y ese casi se convirtió en nada. La misma nada que habitó en su ser, signada a la tierna edad de seis años por el dolor de haber perdido a un ser amado, y no haber encontrado el estoicismo en su familia que le diera un digno puesto a quien fuera en vida el mejor de los Corona.

La ironía del caso era que, de todos los deudores, al final sería el mismo Diablo quien cobrara venganza por los crímenes cometidos. A Braulio no le constaba que Simón lo fuera, pero el calificativo no dejaba de ser una triste ironía – El Infierno te quiere llevar, Carlos Restrepo – dijo inocente, con las manos apretadas en el volante.

Desde otro punto de la Isla, específicamente el lugar del siniestro, un hombre descalzo corría por la fría grama, vestido con un mono gris y una franela blanca. Su flexible cuerpo musculoso, era la envidia de cualquier jovencito. La capacidad de resolver problemas en situaciones extremas era un regalo de la providencia, que ahora, en su reencontrada lucidez, le había permitido escapar de un edificio en llamas, deslizándose entre un pareo de sabanas amarradas entre sí. Y si esa misma providencia continuaba siendo generosa, lo haría invisible a la vista de las autoridades que enfocaban su energía en contener el fuego que se esparcía con rapidez. Así que inteligentemente se agazapó, utilizando los autos de la misma policía como pequeñas trincheras, aptas para ocultar su cuerpo.

El peligro no era la policía, tampoco lo era la D.E.A., en este momento su mayor temor era el hombre que no temía al fuego, que provenía de él, que lo usaba a su favor, y que mataba a cientos, por alcanzar a uno solo. Tristemente, con ese enemigo las barreras de la oscuridad y el mimetismo eran fallidas, porque un depredador basaba la cacería en sutiles señales que no eran perceptibles con la vista, era su olor, su fétido olor a miedo, lo que no había como ocultar.

..."Perded toda esperanza"

ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE (TERCERA PARTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora