Capítulo 68 - La cruda verdad

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Capítulo 68

LA CRUDA VERDAD

El mesonero había llegado a la mesa con el plato fuerte, un suculento desayuno tradicional ingles descansaba frente a Braulio, mientras Vicente enmudecido digería con dificultad la confesión.

Tenía un padre. Estaba vivo. Sin embargo su madre murió de forma trágica, en compañía de otro hombre, el hermano de su padre ¿Qué significaba eso? ¿Su padre era un asesino?

-Hubiese preferido que fuera el narcotraficante – Dijo sin pensar – A lo que Braulio respondió con tono irónico.

-Yo también- Por largo rato reinó el silencio. Un lúgubre y angustioso silencio.

Braulio comió sin remover las emociones de su hermano. Era un trago amargo que debía asimilar con lentitud. No le juzgaría, ni le presionaría a decir frases hirientes.

De pronto Vicente abandonó el letargo - ¿Cuándo te enteraste? – Allí estaba. El principio de un largo cuestionario.

-Busqué los exámenes antes de ir al aeropuerto. Los leí cuando estuve en mi casa, en Bogotá- Braulio comió con tranquilidad, aunque continuaba tenso, previendo las reacciones negativas de su hermano.

-¿Por qué no me lo dijiste apenas regresaste del viaje? – La conmoción le golpeó el ego. Vicente ahora le miraba con dureza.

-Tampoco ha sido sencillo para mí, Vicente. Mi padre es una figura pública de la sociedad colombiana. Yo tengo las mismas inquietudes que tú – Braulio dejó el cubierto sobre la mesa y entrelazó sus manos, apoyando los codos sobre la misma. El hambre se había ido – Lo veo en tus ojos, es odio, confusión, una mezcla de ambos.

-No sabes lo que pienso – Renegó el joven desviando la mirada a otro punto focal.

-Me hago una idea – la conversación estaba tornándose en discusión – Tu madre era la amante de mi padre. Es fácil de deducir, porque él estaba casado...con mi madre – Esa frase no había salido bien, pero no existía forma bonita de armar la historia – Una relación bastante discreta, debo decir, la cual nunca se divulgó a los medios.

-Cállate, Braulio. El calificativo "amante" es ofensivo... - A segundos de saber la verdad, ya Vicente se iba transformando en el gran defensor de su progenitora. De la confusión al odio, y del odio al sarcasmo- ¿Hablaste con tu padre del maravilloso descubrimiento? ¿Qué te dijo? – Sus palabras salían con rabia contenida. Intentaba mantener la calma. Sabía que estaban en un lugar público, con la atención indeseada de varios comensales vecinos.

-No he tocado el tema con él – Las manos de Braulio pasearon furiosas por su cabello desordenado. Vicente no era el único apretando sus emociones – Aproveché el encuentro con mi padre para improvisar un tonto partido de futbol, y así poder asestarle varios pelotazos. Le reventé a propósito la nariz, necesitaba una muestra de sangre. Así confirmé la compatibilidad de nuestra sangre con la de él.

-O sea, que él ignora que su ejemplar hijo lo está investigando – Vicente rio con sorna. Apoyó los antebrazos a la mesa y sentenció con la vista a su interlocutor. De todas formas Braulio era inmune a sus acusaciones.

-Eso creo...aunque Augusto Corona es un hombre sagaz-Hizo una ligera meditación interna y agregó- Admito que no se a que me enfrento, si es esa tu siguiente pregunta – Se anticipó el guapo colombiano.

-¿Qué haremos, Braulio? ¿Enfrentaremos al poderoso Augusto Corona, o lo conservaremos eternamente en secreto? – Ahora Vicente se acomodaba en su silla de brazos cruzados, con el cabello largo, las piernas abiertas. Relajado y furioso, haciendo caso omiso al entorno.

-Por si no lo has notado estoy en Italia, trabajando. Celeste sigue secuestrada y tu estas en la mira de un peligroso delincuente – Renegó Braulio con calma – Poner a mi padre al tanto de nuestro hallazgo sin conocer si es inocente o no de lo que lo acusamos es irresponsable –Se tomó su tiempo para tomar un poco de jugo de naranja. Cerró los ojos sintiendo la frescura de la bebida cítrica bajando por su garganta – Aun no le diremos nada.

-¿Por qué me lo cuentas ahora, Braulio? Hay tantos cabos sueltos que siento que voy a enloquecer ¿Era justo que abrieras el cofre de Pandora?

-¡Vicente, casi te pierdo! – Su tono de voz era desesperado, sincero – Estuvimos al filo de la muerte, hermano. Te iba a perder sin que supieras la verdad – Con esa declaración el clima mejoraba. Braulio fijó una postura de autoridad, la del hermano mayor – Y para colmo el peligro no ha pasado. No es una opción callar – Confesó.

Era real. Vicente tenía un hermano, que, además de protegerle, le quería.

A Vicente, la vida le brindaba amor mezclado con trozos agrios de sal. Primero fue Celeste, la mujer de la vida fácil con un pasado tormentoso, y ahora era su hermano, un excelente sujeto, con un padre sospechoso. Su padre.

-No me perderás. No dejaremos que ocurra – Expresó solidario, Vicente.

Braulio sonrió con discreción. La bandera blanca e invisible de la paz ondeaba entre ellos- Cuando todo este vendaval acabe, enfrentaremos juntos al intachable Augusto Corona. No tendrá más remedio que confesar. Estará entre la espada y la pared.

Juntos, harían justicia. 

ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE (TERCERA PARTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora