Capítulo 83 - La señal

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Capítulo 83

LA SEÑAL

"Ayudar al hombre que mató a tu madre...pero no te mató a ti", esta extraña paradoja desafiaba toda lógica.

Vicente se persignó e hizo un monologo con la figura del cristo crucificado en el pequeño altar que improvisó con la ayuda de padre Andres.

Estaba solo. Fue su petición especial.

-¿Y bien? – Comenzó demandante- Ya es una locura saber que mi padre está vivo, en algún lugar de Bogotá, gozando de lo lindo, mientras yo me muerdo las uñas, pensando si él fue, o no, el hombre que dio la orden de matar a mi madre-Llevó la mirada al techo- ¡Con eso no bastaba!- Exclamó colérico- Tenías que poner al sicario delante de mí, que por supuesto, no es otro que el mismo tipo que se llevó a mi mujer y la hizo suya por dos años.

La luz de la velita blanca que prendió para rezar se movió en varias direcciones. Era la típica reacción del fuego a la brisa, Sin embargo en ese espacio no había ventanas, ni escotillas de aire acondicionado aparentes. Vicente lo asumió, Dios le estaba respondiendo a su manera.

-No te estoy reprochando lo que sucedió hace veintiséis años, me quejo de lo que viene, de lo que esperas de mi- Se refregó el rostro con ambas manos – ¿Por eso no me dejaste morir a manos de Gerson aquella noche? – Asintió ante la comprensión de su propio razonamiento -¿Querías que llegara a este momento? ¿Esa era tú voluntad?

La llama volvió a la calma. Otra extraña respuesta.

-Supongo que debo actuar a tu imagen y semejanza, comportarme comprensivo y no partirle los dientes al pobre narcotraficante poseído – La llama se movió ligeramente hacia abajo ¿Un asentimiento?

-¿Y qué de Gerson? Él no se apiadó de mi cuando me tuvo a su merced. El sí disparó a quemarropa – El bizarro dialogo fluía con normalidad, el joven observaba el comportamiento de la luz. Era evidente que existía el bien y el mal, y que su protector le estaba guiando. La llama se volvió a flexionar en una postura casi humana.

-Entonces, también debo ser piadoso con el alma atrapada. Lo entiendo, mi tarea es ayudarles a encontrar su redención- Apretó los puños, impotente- ¿No tengo derecho a ser un simple pecador que se venga?

El fuego se agitó furioso...Los ojos de Vicente se abrieron de par en par.

-Por favor, dame una señal, necesito saber que después de la tormenta saldrá el sol, que Celeste estará conmigo...que me ama...

En ese instante una gota del esperma derretida de la vela resbaló por el pequeño cilindro hasta superar el platico. Vicente se aproximó a la masa seca y divisó el molde que la naturaleza construyó... Tenía la forma de un feto...

-¿Y esto que significa?-Había solo una manera de saberlo.

Sobreviviendo.

___

El padre Mauricio sonreía, sentado frente a la puerta cerrada. Pocas veces había sido testigo de un milagro. Todo ese caos lo era. Toda la trágica historia del niño abandonado en un pueblo fronterizo y su místico encuentro, veintiséis años después, era la demostración del poder supremo.

-No se sienta mal- Animó al padre Andres, que yacía derrotado con la cabeza entre las piernas, tras admitirlo todo – Hizo lo correcto.

-¡Jamás me lo perdonara!- Esbozó tristemente el maduro sacerdote con la cara entre las manos.

-Ya lo hizo, padre Andres – Se reclinó, imitando la acción de su contraparte- Ese muchacho no tiene maldad en su alma. Lo vi en sus ojos. Es natural dudar, y es lo que está haciendo.

-Tengo toda una vida con ese secreto apretado en mi pecho. Luché por evitar que dieran con él. No se imagina la dicha que sentí el día que cumplió sus dieciocho años sano y salvo. Una vez afuera de la casa hogar era imposible que lo rastrearan ¿A quién se le iba ocurrir buscarlo? Ya era un hombre- Renegó con los ojos llorosos- Mi tarea estaba hecha, así que acepté la postulación que me trajo a tierras italianas.

-No se puede escapar, ya lo ve. Era su destino ser encontrado – Mauricio alivió sus temores – Yo no quería venir- Admitió cruzándose de brazos – Tenía miedo, como ustedes, como todos. Me asustaba lo desconocido – Su semblante era risueño – Estar aquí, ahora, era mi destino.

-Y aquí estamos, sin poder escapar...- Andres, forzó una sonrisa escueta.

-No, estamos aquí para que se cumpla lo que ya está escrito- Mauricio afirmó su posición. El sonido de la perilla girando los alertó a ambos. Vicente salió de la habitación, sereno.

-Ya estoy en paz con Dios- Dijo en el pasillo – ¿Quién de ustedes me va a confesar?

Mauricio alzó la mano- Conmigo te sentirás menos aprehensivo.

ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE (TERCERA PARTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora