Capítulo 127 - El lobo feroz

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Capítulo 127

EL LOBO FEROZ

La agresiva llegada de Rogelio, el chofer, con el asustado Diego, no amilanó al candidato, que le recibió con el gesto amenazante en el despacho de su casa.

Sus ojos se posaron sobre el muchacho con la consistencia de una presa siendo cazada por un depredador hambriento, tanto que Diego tembló de solo escuchar su voz.

-Siéntate – Demandó en una severa orden- Déjanos solos, Rogelio. Quiero hablar con mi invitado, en privado. - El aludido hizo un asentimiento comprensivo y se retiró, demostrando una servil fidelidad quien prestaba el servicio.

Augusto aguardó a quedar realmente solo con Diego, incluso se asomó por el pasillo corroborando la intimidad que deseaba. Luego regresó cerrando la puerta y pasando el seguro.

-¿Sabes porque te cité? – Le interrogó calmado, conservando el tono misterioso que despertaba malicia en cualquiera.

-No, Don Augusto. Lo ignoro- Contestó Diego, dirigiendo intencionalmente la mirada al piso.

-¡¡MENTIRA!!- Le gritó airado -¡Claro que sabes porque estás aquí! ¡Detesto que te hagas el santo conmigo! – Se plantó frente al niño y le tomó la quijada bruscamente con la mano, obligándole a fijar la mirada en él – Yo no invito extraños a mi casa. En mis terrenos se pasean familiares y gente de mi absoluta confianza. ¡Mis sirvientas tienen más años trabajando en esta casa que tú habitando en este mundo! ...¡Así que empieza a cantar, pajarito! ¿Para quién trabajas, y porque te robas mis preciadas pertenencias?

A Diego le temblaban los labios, la voz le salió quebrada -¡Yo no le he robado nada! – Insistió, cerrando los ojos para evitar a la bestia que le desafiaba.

Augusto, lo soltó. Se apartó con los brazos cruzados resoplando enfurecido. De nuevo le atacó con fuerza -¡¿TE MUESTRO EL VIDEO DEL EQUIPO DE SEGURIDAD?! ¡¿EN SERIO, ESTAS DISPUESTO A CONTINUAR CON LA MENTIRA HA SABIENDAS DE LAS PRUEBAS?!- La seguridad del candidato derribó su valentía. Diego estaba al descubierto.

-¿Qué me hará?- Preguntó, vencido.

-Si me da la gana, puedo hacer que te expulsen del colegio, del país, y no conforme con ello, me afincare en internarte en una correccional por el resto de tu corta adolescencia – Se le acercó nuevamente y, con odio en cada oración, le sentenció -¡Se quién eres, leí tu historial! Créeme, nadie confiara en tú palabra si tú oponente soy yo.- Arrugó la nariz, asqueado –Conozco a los de tu calaña, hijo de una fruta podrida, portador de la sangre corrompida de un asesino. Una vez traté a uno con la esperanza de salvarlo. Me metí en un lio para nada, el muchacho era irrecuperable – Renegó, evocando imágenes en su mente y retornando con rabia al presente- Algún día serás un hombre, y la herencia genética se impondrá con fuerza, derrotando a tus nobles intenciones de ser un santo.

Diego conocía la historia. La comparación era una ofensa –Yo no soy Aquiles, Don Augusto – Su defensa ratificaba las sospechas del político.

-¡Entonces, es verdad, leíste mi diario!- Sus ojos se nublaron de ira.

-Como no hacerlo. Sentí curiosidad hacia el hombre que todos llaman perfecto - Diego, le sostuvo la mirada – Usted, no es mejor que yo. Usted, no es perfecto.

Un oponente digno que manejaba armas igualmente peligrosas. Los labios del jovencito eran filosas dagas.

El juicio final había comenzado...

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Evelyn, se bajó del vehículo con demasiada agitación. Apretó varias veces el timbre y rogó en silencio al Dios que había reunido a los hermanos, el mismo que había salvado a la criatura con apenas cinco meses de nacido, ese que movió los hilos colocando a la familia en el lugar y la hora indicados, sin causarles daño en el proceso.

ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE (TERCERA PARTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora