Capítulo 69 - El intachable

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Capítulo 69

EL INTACHABLE

Evelyn leía en silencio el largo historial de triunfos alcanzados por su suegro a través de varios años de carrera política. Tenía más de una hora entre las hojas regadas en la mesa del comedor, con la mirada perdida. Se veía frustrada buscando información fantasma. "Embajador, Fiscal de la Nación, primer ministro...si continuo leyendo yo misma llamare a los organizadores del premio nobel para que lo nominen". Sus oyentes eran Diego y Daniel que realizaban sus tareas en la misma mesa. Se miraron entre sí con cara divertida. El pequeño Daniel no perdió tiempo.

-Es bueno que mi abuelo sea un hombre importante, mama ¿No te gusta que mi abuelo sea un triunfador? – En su voz había reproche. Se le veía muy dispuesto a reprender a su madre.

Diego veía la escena con fingida indiferencia. Le gustaba que Daniel fuese un luchador de las causas nobles. Lástima que el abuelo era una causa perdida.

-Mi amor, claro que es bueno que tu abuelo sea importante y tenga tantos éxitos en su carrera. Es que voy a entrevistarlo y no sé por dónde empezar. Además, me sorprende que nunca cometa un error, todos no equivocamos alguna vez en la vida, es de humanos – Lo que Evelyn estaba buscando era ese margen de error natural que se filtraba. Diego lo supo enseguida.

-Nadie está libre de pecados Doña Evelyn- Dijo el rubio, sin descuidar su tarea, como si la frase saliera sola, de manera casual.

A veces coincidía con Augusto, este niño era tan raro. Un hormigueo en la boca del estómago le advirtió. ¿Sería posible que Diego supiera algo? – Pero Augusto Corona es un hombre especial, Diego. Es el próximo presidente de la Republica, según las encuestas.

-Eso no me dice que sea un hombre bueno, es... alguien que sabe jugar muy bien sus cartas – La declaración de Diego obtuvo la atención de todos en la mesa. Madre e hijo le miraban asombrados. Su liberada opinión tenia detractores – No me acusen – Se defendió- Leí que los políticos son los primeros en caer en las tentaciones del poder. Eso es todo.

No era simple coincidencia – Daniel, hazme un favor, ve a mi cuarto y tráeme la tabla para tomar apuntes digitales de las preguntas que hare durante la entrevista a tu abuelo. Y de regreso tráeme los lentes de montura que tengo la vista cansada.

El niño Salió raudo a cumplir su misión, dejando solo a Diego. Esa era la idea. Tenía que quitarse las dudas y aclarar las cosas de una vez por todas. Se levantó de su asiento y con agilidad fue hacia el rubicundo que ya estaba consciente de su tremenda indiscreción.

-¿Qué sabes? – Preguntó sin rodeos.

-No sé de qué habla – Expresó asustado Diego.

-Braulio me previno, no le hice caso porque tú eres un niño... no tiene sentido, pero ahora que te escucho siendo sarcástico estoy convencida. Tú sabes algo. Confiesa – Tener a Evelyn, de frente, ejerciendo autoridad lo obligaba a doblegarse.

-oí cosas detrás de la puerta – Se podían escuchar los pasos apresurados de Daniel bajando las escaleras – Usted no encuentra lo que busca porque está revisando en el sitio equivocado.

-¿Cómo sabes lo que busco? – Preguntó con apuro, Evelyn.

-Ya le dije, escuché las conversaciones entre usted y su esposo. Necesita pruebas en contra de su suegro – No había tiempo – Yo le ayudo si usted me lo pide – Justo al terminar esa frase Daniel apareció con lo que su madre le solicitó antes.

Su ofrecimiento quedó vagando en la mente de Evelyn. La velada regresó al estatus de normal. Dos niños haciendo la tarea con un adulto en frente. Sin embargo uno de esos menores era un aliado potencial, tenía las agallas para irrumpir en terrenos prohibidos.

Una hora más tarde, con Daniel rendido en cama, Evelyn confrontó nuevamente a Diego, que disfrutaba de un simple vaso con leche, mientras que su protectora lo analizaba desde todos los ángulos, incrédula de lo que estaba sucediendo. Su gesto era plausible, por no ser un niño asustado, aceptando su triste suerte o la de los suyos, en tierras ajenas. Su manera de atacar el problema era la acción directa, poniendo manos a la obra sin temor a las fatídicas consecuencias. No obstante, meter al rubio, como espía, en la casa de Augusto Corona, rayaba en los límites de lo absurdo. Si su suegro era culpable estaba exponiendo la seguridad de Diego, y por lo tanto, violando el convenio de protegerlo de todo mal.

-Hay que entrar en el cuarto del Sr. Augusto, allí es donde seguramente guarda sus oscuros secretos – Afirmó el rubicundo a Evelyn, a punto de ingerir una galleta que tomó de un plato sobre la mesa de la cocina.

Ella negó asustada- No tengo excusas para volver a visitar a mi suegro. Su secretaria me entregó el material que necesitaba – Su angustia no mortificó a Diego, que ya tenía un plan trazado.

-Daniel adora a su abuelo. Él es la llave – Sí, no era extraño que sus secuaces fueran niños como él.

-¿Qué insinúas? – Preguntó Evelyn con los ojos desorbitados del asombro.

-No se asuste. Yo soy quien va a arriesgar el pellejo, Daniel estará de visita, como siempre – siguió masticando sin mostrar un ápice de miedo.

-Si Braulio se entera que te involucré en la historia de su tío, me mata – Advirtió, agarrando la última galleta del plato. Evelyn se sentó frente al niño, con la rara sensación de estar con alguien más bien viejo. Masticó en silencio con los brazos cruzados.

-¿A que le tiene miedo Doña Evelyn? – Dijo Diego – Estamos hablando de un honorable político sin manchas ¿O usted sospecha que es culpable también? – Evelyn agudizó la vista sobre el menor.

-¿También? – Expresó curiosa – Diego, es el intachable Augusto Corona. Si nos equivocamos, mi carrera se hunde.

-No exagere. De todos modos tiene que dar explicaciones. Ser infiel es un pecado – Los razonamientos de Diego le reconfortaban. La pregunta crucial era otra – Carlos Ignacio caía bien, Yo no imaginaba que estaba siendo protegido por un narcotraficante prófugo. Me llevó a pescar, me inscribió en un lujoso colegio Italiano. Por un tiempo le quise. Creí que era intachable, pero no lo era – Un dejo de nostalgia se colaba en el tono amargo de su infantil voz –Me dejé deslumbrar por el lujo de la vida que me ofrecía, olvidando lo que es real... La familia.

-Estabas con tú familia, Diego. No los olvidaste – Aclaró Evelyn.

-Faltaba Vicente, él era la pieza que no estaba – Los azules ojos de Diego se anegaron en lágrimas contenidas – ¿Augusto Corona es igual a Carlos Ignacio Restrepo?

-No lo sabemos aún... - dijo como un susurro, la hermosa dama de melena oscura y larga.

-Quiero ayudar a Vicente. Que la palabra intachable no lo deslumbre y termine admirando una mentira – Esas perlas de sabiduría sobrepasaban el coeficiente de cualquier niño de esa edad. La diferencia es que Diego había sido expuesto a tantas circunstancias anormales que su infancia desapareció en el proceso.

Esa noche Evelyn apagó el teléfono móvil. No era capaz de mentirle a Braulio, obviando la profunda conversación que tuvo con Diego, era mejor evitarla que enfrentarlo. El adjetivo "intachable" fue cuestionado ¿Carlos Ignacio Restrepo era de la misma calaña que Augusto Corona? ¿Sería simple cuestión de geografía? Pronto lo sabría. 

ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE (TERCERA PARTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora