Capítulo 157 - Cuando el destino te alcanza

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Capítulo 157

CUANDO EL DESTINO TE ALCANZA

Desde el evento de la noche anterior, Celeste y Vicente evitaron el tema. Una historia de amor tan intricada no se podía acabar por una escena de celos basada en el antiguo oficio de La Joya. Si la muerte no fue excusa para causar el olvido menos lo seria haber removido el fango del pasado lodoso de Celeste.

A Vicente le costó dos años de su vida reunirse con su verdadero amor, y tendría que invertir tiempo extra en restaurar la confianza, para su beneficio, ya la chica le conocía lo suficiente para saber que le pediría perdón de una forma inusual.

La pareja se dio su espacio. Ella se concentró en él bebe, él se concentró en redimirse con sus mujeres, la que estaba viva, junto a él, y la que desde el otro plano le miraba cometer errores. Su madre. A su lado estuvo Diego, asistiéndole.

-¿Qué llevas en ese pent drive? – Le preguntó el jovencito.

-Unas imágenes muy especiales – Dijo Vicente, a la espera de ser atendido por el dependiente en la imprenta de un Centro Comercial – Son obras de mi madre. Ella era pintora.

Diego fingió sorpresa, pese a conocer con detalle quien era la madre de Vicente, y cuáles eran sus talentos.

-Como no tengo forma de conseguir un cuadro original, recurriré a la impresión. Voy a pedir que sea del tamaño real, luego lo enmarcare – Vicente estaba tan concentrado en su misión que no reparó en la expresión natural de Diego, en esa normalidad con que recibía la información sin hacer preguntas extras.

-¿Y qué harás para reconciliarte con mama? – Buena pregunta. Con su amada Joya tendría que establecer fidelidad a toda prueba. Con ella no servían las prendas costosas ni los detalles superfluos.

-Aun no lo sé, pero ya se me ocurrirá algo...

Al salir del establecimiento caminaron, con el enorme pergamino en mano, por los pasillos lujosos del exquisito recinto. Allí encontró la respuesta a la gran incógnita, en un local vacío con un enorme aviso que decía "se vende". Vicente sacó su móvil y marcó el número que estaba registrado en el cartel.

-Estoy interesado en adquirir el local – Dijo, ante los atónitos ojos desorbitados de Diego.

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Por mucho que quisiera una rápida reconciliación, Celeste tuvo que conformarse con ser paciente. No se quejó al ver a Vicente salir con Diego sin decir a donde. Quizás porque reclamarle era una forma inconsciente de romper con la ley del hielo. Pero las horas pasaron y la hora del almuerzo transcurrió con asientos desocupados.

No había peor manera de sufrir un despecho que hacerlo en la absoluta soledad. A menos que José Andres fuese un bebe prodigio, su limitaciones eran un problema al soliloquio de Celeste.

-Y así quiere tu padre que yo me case con él – Le reprochó a la criatura que la miraba alelado- Se larga de la casa justo ahora. No se conduele. Me maltrata moralmente y no se da por enterado.- Él bebe le regaló una sonrisa cariñosa, como si el regaño fuese un juego.

-Eres igual que tu padre – Le dijo enternecida, acariciando la osamenta regordeta del pequeño bebe asiático- No te das cuenta del peligro, del error. Estas allí, esperando amar y ser amado.

En eso, sonó el timbre - ¡Hasta que llegaron! – Exclamó Celeste, levantando al bebe en brazos – Sera mejor que tú padre llegue con un mariachi y un ramo de flores del tamaño de la puerta.

ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE (TERCERA PARTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora