Capítulo 44 - Donde estamos

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Capítulo 44

¿DONDE ESTAMOS?

Celeste Se levantó adolorida del mullido catre donde fue depositado su cuerpo. Un intenso dolor en el cuello le advirtió de la herida que groseramente había sido cerrada con ajuga e hilo en torno a la zona donde la DEA estratégicamente había colocado un dispositivo rastreador. En la cama había sangre seca y en la piel una costra.

Vagamente recordaba haberse desvanecido cuando asistía a Karla.

¿Y Karla? ¿Dónde estaba su amiga?

Celeste se halló sola en una habitación oscura y sin ventanas que no poseía ni un cuarto de baño donde defecar. Todo indicaba que el repartidor de alimentos del Delivery estaba implicado en el secuestro. Y para colmo ella no lo había visto.

-¡La policía, como siempre, ausentándose cuando mas la necesitas! – Fue su queja en voz alta infructuosa. Nadie la escuchaba.

De pronto cayó en cuenta, alguien podía irrumpir en ese sitio, el mismo Carlos Ignacio tal vez, e intentar asesinarla sin tener herramientas de defensa a la mano que le brindaran una oportunidad.

Se apoyó en la pared, con las piernas contra su pecho, diminuta e indefensa, con la única compañía del hijo que llevaba en su vientre.

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Karla abrió los ojos, con el cuerpo amarrado a una silla, siendo observada por el mismo chico que horas antes era considerado un ángel. Esos mismos ojos color miel, ahora le infundían un tremendo terror. Su belleza era real, así como la maldad que se escondía en su interior.

-¡¿Tú?! – Fue lo que salió de su garganta adolorida.

-Lo siento, Karla. Hubiese disfrutado conocerte en otras condiciones. Eres voluptuosa y sexy. Me gustan las mujeres maduras con camino recorrido – Carlito se aproximó a una mesa donde gentilmente sirvió trozos de fruta – No puedo soltarte, pero puedo suministrarte alimentos.

-¿Que te hace pensar que recibiría comida servida por ti? - Expresó con sumo asco.

-Vomitaste la pasta. Debes tener hambre – Agregó con calma, haciendo caso omiso al odio de su victima.

-¿Dónde esta Celeste? ¿Qué le hiciste?

-Ella esta bien, no te asustes. Pretendemos negociarlas – Carlito era inclemente, no sopesaba la magnitud de la abominación dicha.

-¡¿Estas enfermo?! ¡Miserable, somos personas! – Karla hubiese querido gritarle, pero le ardía el cuello.

-No te enojes conmigo. Solo hago mi trabajo – El muchacho se aproximó nuevamente al rostro de Karla, en una peligrosa cercanía – Esto es cosa del Infierno, preciosa.

-¿Infierno? – Karla desconocía que existía un delincuente con semejante apodo. Esquivó como pudo los labios del joven que hervía por tocarla.

-No estamos interesados en tu bellísima amiga, sino en El Patrón. Se lo queremos servir en bandeja de plata a los mexicanos para que ejecuten su venganza – Carlito ostentaba un brillo en los ojos, como si disfrutara del dolor ajeno – Descuida, pronto acabara todo.

Y Karla no supo si contentarse o preocuparse más.

ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE (TERCERA PARTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora