Capítulo 33 - La hora cero

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Capítulo 33

LA HORA CERO

Karla sabía demasiado para continuar callada, viendo como su mejor amiga se entregaba a voluntad a su triste destino. "Una promesa es una promesa", pensó mientras se arreglaba el traje ante el diminuto espejo del pequeño departamento.

-Apúrate, estamos sobre la hora y en Europa eso es imperdonable.- Celeste ya se encontraba vestida, peinada y dispuesta mentalmente para hacer la mejor de sus actuaciones frente a la prensa.

-Dame un minuto, querida.- Solicitó la voluptuosa dama de cabello oscuro. No le faltaba nada en el arreglo, simplemente carecía de valor para abandonar territorio seguro. Tenía miedo, estaba visiblemente asustada. Respiró en una larga inhalación todo el aire que pudo y salió al ruedo.- Hagámoslo.

Ya Vicente había sido trasladado a otra dependencia, y con justa razón, pues tenerlo cerca de la Joya era un riesgo no calculado. El vacio del diminuto apartamento se magnificaba en el silencio, Karla miró a su alrededor por última vez las paredes que la protegieron del peligro.

-¿Por qué no le has contado a nadie lo que te está pasando, Celeste? Quizás sea tu tabla de salvación.- Karla recibió una fría mirada de su amiga.

-Ya me comprometí. Quiero que atrapen a ese asesino desgraciado, y si mi condición será un freno entonces lo ocultare.

-Estás loca, además de comportarte como una insensible egoísta que ignora la voluntad de su pareja. Debiste decirle a Vicente que estas embarazada.- Esa palabra era prohibida, pero ya no había un tercero escuchando la conversación, ya eran libres de ser frontales.

-Este no es el momento de ser hiriente, Karla. Braulio Corona nos está esperando en el vehículo. Si vas a retractarte no me incluyas en tus acciones. – Celeste salió al pasillo y esperó el ascensor con gesto digno.

-Yo estoy en el paquete también. ¿Lo olvidas? Nuestra libertad por colaboración.- Karla se paró justo a su lado. No tenia caso tratar de convencerla.- ¿Al menos le dijiste lo mucho que lo amas?

-Intento ser fuerte. Vicente merece ser feliz, hacer realidad los proyectos que se trazó. No creo que lo consiga si se sigue aferrando a la oveja descarriada.- La puerta del aparato se abrió, entraron juntas.

-No eres una oveja descarriada, deja de insultarte. Al menos agradece que alguien además de mi tiene fe en tus capacidades.- Celeste se dio cuenta de lo cruel que estaba siendo, había herido a su amiga, que estaba a su lado en los peores momentos de su vida.

Celeste le dio un cálido abrazo antes de llegar a destino el ascensor.- ¡Perdóname, amiga! ¡Tengo tanto miedo!

-¿y es que acaso yo soy de piedra? Vamos al matadero, Celeste Bastidas. En cuanto la prensa nos entreviste estaremos en la mira de todos los delincuentes de cuello blanco asociados con el miserable de Carlos Ignacio Restrepo. Ese bebe era tú salvación y te rehúsas a usarlo a tu favor.

Salieron del ascensor y divisaron el auto blindado que las transportaría a su destino.

-Si la DEA hace su trabajo bien, no tendré que recurrir a mí bebe.- y se encaminó con paso seguro.

-Admiro tú fe, lástima que yo no la tenga.- Dijo para sí misma, mientras Celeste se alejaba.

En el interior del vehículo blindado Braulio Corona, vestido con saco y corbata, hacia un repaso mental de su itinerario. No estaba solo, el diligente Contreras tenía entre sus manos unos pequeños dispositivos de rastreo listos para ser instalados en los señuelos, sin olvidar al policía que vestido de civil realizaba la noble tarea de trasladar a las damas al sitio pautado.

-Estas maravillas, son rastreadores satelitales, parecen simples sarcillos pero tienen tecnología de punta. Lo único que deben hacer es no quitárselos.- Explicó Contreras, con tono admirable.

Sin hacer preguntas las mujeres se colocaron el ornamento ficticio.

-¿Saben lo que tienen que decir?- Braulio quería cerciorarse de cada detalle.

-Lo hemos practicado unas mil veces. – Dijo con sarcasmo, Celeste.

-No está demás que lo refresques, por eso de los nervios.- De haber podido hacerlo, Karla hubiese huido. El carro empezó a moverse.

-Está bien, la historia es muy simple. Escaparon de su captor ayudadas por unos pescadores del Lago Como. Diego está en poder de las autoridades locales y Vicente nunca estuvo contigo en Roma. ¿Entendido? – Braulio esperó respuesta.

-Es fácil recordarlo sin los periodistas respirándote en la nuca. A ver si lo memorizo sin la presión de la prensa en frente. – Karla se puso pálida.

-Yo hablo por las dos, no tienes de que preocuparte. – Celeste lucía fresca.

Braulio la miró detenidamente. – Te noto bastante segura. Algo está cambiando en tu interior, Celeste.- La contempló curioso.- Incluso has ganado peso.

-El encierro engorda a cualquiera.- dijo con ligereza, la hermosa mujer de ojos verdes.

-Entonces, no posterguemos ni un segundo más lo inevitable. Andiamo, Marcelo- Braulio, se acomodo el cinturón y el automóvil se puso en marcha.

ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE (TERCERA PARTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora