Capítulo 128 - El alma perdida

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Capítulo 128

EL ALMA PÉRDIDA

En su segundo encuentro con la maldad, Diego había aprendido una nueva lección, a los malos no les valía de nada una segunda oportunidad. Se había fiado del contenido emocional de un sujeto que encaraba los obstáculos como piedras del camino. El poderoso Augusto Corona le trató como a un insecto, sin piedad, con la maldad implantada en su ADN, destrozando la poca fe que le quedaba en la humanidad. Se corrigió la condescendencia y le rogó a la providencia librar a Vicente del martirio de tener que cohabitar en un mismo espacio con su progenitor.

-Después de todo si fue su culpa- Afirmó en silencio. Pobre de su hermano, pobre de la Sra. Elena Chang, y pobre de Braulio, que utilizó toda su juventud para averiguar algo que a Diego le costó segundos descubrir – Augusto Corona, es malo – Era definitivo.

A su lado, Evelyn se esforzaba por lucir tranquila. Era pésima su labor, más cuando tuvo que ir al rescate, cual cuento de horror.

-Don Augusto, hablara con su hijo – Pronunció Evelyn, con las manos en el volante, evitando la sentencia de sus ojos claros, las de un niño que sabía que era mentira.- Me pidió tiempo y se lo di – Su voz salía hueca, falta de emoción real – Todo saldrá bien – Termino, calmándose a sí misma, por lo visto.

-Yo lo vi- Respondió Diego, mirando por la ventana del asiento del copiloto- Vi su interior. Vi miedo. El día que descubra su error será su fin – La madurez atemporal del rubicundo venezolano le crispaba la piel a su cuidadora – Augusto Corona será su propio juez, vera lo sucia que tiene el alma y preferirá la muerte al perdón.

A Evelyn se le aflojaron las piernas de solo escucharlo. Tuvo que estacionarse de improviso para calmarse. De vez en cuando Diego le causaba angustia. En esta ocasión fue temor.

-¿Qué te dijo ese hombre para que te refieras a él con tanto odio? – Esta vez sí lo detalló, enfocando su atención completamente en el pequeño.

-Me amenazó. No debió entregarle el diario, de seguro lo debe estar quemando en este instante. Usted y yo somos lo único que se interpone entre él y la presidencia – Los ojos de Diego se anegaron de lágrimas. No era frecuente que mostrara debilidad.

-Diego, yo le envié el diario digitalizado a Braulio – Evelyn sonrió – Nunca perdería una prueba que demuestre la inocencia de Edgardo Corona. Es Braulio quien tendrá la última palabra.

Los inmensos ojos claros de Diego se ampliaron, mostrando un brillo esperanzador.

-Te puedo decir que tú madre y Vicente están juntos, con una hermosa sorpresa para ti. Mi esposo los traerá a Bogotá pronto. Nadie te tocara, me comprometí a cuidarte y eso haré. No te preocupes por mi suegro, él no se acercara de nuevo a ti – Era cierto. No había mentiras. No esta vez.

Se abrazaron de nuevo. Diego lloró. No era malo sentir. Malo era tener el corazón de piedra, como Augusto Corona.

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La rueda de prensa, el papeleo, los formalismos para mantener a raya a la prensa sensacionalista, el riesgo de ser nuevamente el blanco de otro ataque, estructurado por otra célula terrorista asociada al narcotráfico, la minuciosa protección de la pareja en Suiza. Braulio estaba copado de oficio.

Ahora su esposa, Evelyn, se sumaba a la radiactiva explosión de riesgos latentes incorporando al fuego el famoso diario de su padre.

-¿Qué tiene ese diario que causó tal revuelo? – Esbozó en voz alta, en la habitación del hotel donde se hospedó, justo después de darse una refrescante ducha.

Instintivamente buscó el archivo en su móvil, y se recostó con varias almohadas en su espalda dando altura a su cuerpo.

-¿Qué es lo que ocultas, papa? – Cuestionó en soledad - ¿Cuál es tu pecado? ¿Es así de grave que acosaste a un menor de edad? – Le dio clip al archivo – Voy a dormir poco esta noche...

La lectura comenzó de manera inofensiva, simulando a todas las historias- Un hombre se fija en una mujer, durante una exposición...normal – Comentó tranquilamente.

La noche sería larga.

Las respuestas bien valían un trasnocho.

ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE (TERCERA PARTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora