Capítulo 94 - El punto donde las piezas encajan

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Capítulo 94

EL PUNTO DONDE LAS PIEZAS ENCAJAN

-¿Le dará la cara a los hermanitos Corona? – Volvió a preguntar El Potrillo, al otro lado de la línea telefónica, mientras que Marco se acomodaba en el interior del vehículo, con su poco habitual atuendo negro.

-No hay porque- Dijo con desgano – Ya sabes la razón, no me hagas repetirla.

-No lo hare, pierda cuidado- Marco le había salvado la vida, y con ello se había ganado su respeto, pero sobre todo, su lealtad –Solo quería decirle que...procure sobrevivir... - Era su forma de decirle que deseaba que todo saliera bien, que se cuidara porque el enemigo a vencer era de otro plano.

-No estoy dispuesto a morir por una batalla que no me pertenece.

-Eso dijeron otros, y ahora están bajo tierra – La voz melancólica del Potrillo era sincera – Lo que digo es que usted es un buen hombre. Tenga cuidado.

-Gracias, Potrillo- Una ligera sonrisa le hizo detener – Aún nos quedan aventuras por vivir. Quiero que sepas que conmigo siempre tendrás trabajo, y un hogar seguro, a prueba de balas.

El Potrillo rio, porque era cierto, y porque la afinidad de ambos era real- Sera un gusto protegerlo.

-Estoy seguro de ello – Fin de la llamada.

El templo emergió entre las sombras. Un lugar firme.

El sitio elegido, en Nápoles.

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Braulio seguía atado y con la vista cubierta por un grueso pañuelo, incluso cuando tuvo que bajar de la avioneta a tientas a través de los escalones que se atravesaron en su camino. Fuertes brazos le sostenían y le guiaban a un destino incierto.

-No tema – Dijo una voz con acento italiano.

De nuevo a un vehículo, a la parte trasera...

¿A dónde se dirigían con tanto apuro? De seguro estaba lejos de Roma, y nada de lo que vestía tenia rastreador alguno. Por primera vez fue consciente del peligro. Braulio se aferró al recuerdo de su esposa Evelyn, a la cara picara de su hijo Daniel, y se atrevió a mas, añorando el ceño fruncido de su prepotente padre.

La mente ocupada hacía cualquier viaje más corto, cualquier dolor tolerable. La mente que se resistía al embate era la que superaba la adversidad.

-¡Braulio!- Escuchó entre sombras, el asombro de una voz familiar -¡Hermano, tú aquí!...

No era posible ¿O sí?

-Quítenle la mordaza – Ordenó otra voz, la de un hombre maduro.

Seguido de la orden vino la luz tenue de un recinto, primero en imágenes difusas, luego, de a poco, transformadas en la nítida fachada interna de una pequeña iglesia solitaria.

De frente estaba su hermano, sano y salvo, acompañado de dos sacerdotes, uno de barba espesa y ojos profundos, bastante joven en comparación con el otro, que ya lucía el cabello blanco en su mayoría.

Al parecer, Braulio era el único secuestrado entre los presentes. Por suerte, el abrazo fraternal de Vicente le inyectó la dosis de energía necesaria para recobrar la lucidez, tras el incómodo viaje.

-¿Qué, carajos, está pasando? – Pronunció con cierto grado de dificultad, hilando cabos sueltos.

Vicente se desprendió de su hermano, a punto de contarle una historia demasiado bizarra para ser aceptada de buenas a primeras.

ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE (TERCERA PARTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora