Capítulo 48 - Cautiva

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Capítulo 48

CAUTIVA

Celeste soñaba con la imagen de su hijo no nacido, el que estaba creciendo lentamente dentro de su cuerpo, pensando en lo lindo que seria que heredara los pequeños ojos achinados de su padre, y esa tez ligeramente bronceada que desde un principio llamó su atención, siete años atrás. Regresó en el tiempo a la época en que ambos se entregaban libremente a lo que sentían el uno por el otro, recordando la felicidad de Vicente cuando la tomaba entre sus brazos.

Si inundaba su cabeza de buenos pensamientos el hacinamiento de esos estrechos muros seria tolerable.

Podía haber permanecido haciendo memoria de incontables situaciones románticas de no ser por el sonido del pomo de la puerta girando. Alguien estaba por entrar... Su placidez se convirtió en miedo. Rápidamente se movió a una esquina y se agachó. El hombre que entraba de piel oscura, traía una bandeja con dos platos y un cubierto plástico, además de un vaso con jugo. No fue difícil divisarla en la esquina como un animal asustado.

-Debes tener hambre - Dijo el moreno de cuerpo formado y baja estatura, mientras colocaba los implementos con cuidado sobre el suelo – Es una sopa de verduras y unos vegetales al vapor, con una pieza de pollo a la plancha. Como veras no pretendo hacerte daño.

Celeste contempló la comida ansiosa por probarla, pero desconfiaba de todo. Se mantuvo inamovible e igualmente callada.

-Vas a tener que superar tu miedo, porque tengo órdenes de esperar a que comas y llevarme la bandeja apenas termines – El moreno se tocó los pantalones y la franela a modo de auto revisión – No estoy armado, vine en son de paz. Me sentare al lado de la puerta sin hacer ruido y te daré espacio para que comas.

Lentamente la joven se deprendió de esa esquina fétida, tomando con dudas el cubierto y finalmente probando la sopa caliente. El agradable sabor era una bendición para su cuerpo que reclamaba los nutrientes a gritos, más estando embarazada. El moreno le miraba compasivo sin dejar de admirar su impresionante belleza.

-Me dicen Mocho, porque perdí un dedo de mis manos, pero en realidad me llamó Manuel. Puedes usar mi verdadero nombre si gustas. Debe ser horrible estar en soledad sin tener con quien desahogarte. Yo no aguantaría estar callado ni una hora, por eso como chicles, me ayudan a controlar lo inquieto que soy – Introdujo la palma en un bolsillo de su pantalón, sacando una caja de chicles en pastillas, le extendió una –Consúmela cuando te sientas nerviosa.

Celeste vio que su cuidador no era precisamente un ogro abominable y tomó la golosina veloz, luego prosiguió engullendo la comida con voracidad. Quería preguntarle si trabajaba para el Patrón, porque ciertamente no lo recordaba. Aparentemente ese moreno era tan venezolano como ella, con un fuerte acento caraqueño que la confundía, pues todos los sicarios de Carlos eran colombianos como él. Algo no encajaba, tenia que descubrir que era lo estaba mal.

-¿Por qué Carlos Ignacio no ha venido a verme? Dígale que de la cara...

-¿Qué te hace pensar que yo trabajo para el Patrón? – Los ojos de Celeste se abrieron de par en par, al escucharle decir aquello ¿Si Carlos Ignacio Restrepo no era la mente maestra de su secuestro, entonces quien fue?

- Carlos es el único interesado en atraparme – Dijo dudosa.

-En el mar hay más de un depredador, jovencita. Tal vez eres la carnada perfecta para atrapar a un pez más gordo – Mocho fue atinado. Celeste comprendió que el mensaje televisado había sido recibido por los enemigos del Patrón, otros delincuentes igualmente peligrosos que lo perseguían desde hacia algunos años.

Prefirió no seguir hablando. Terminó de comer en silencio, esquivando la mirada de Manuel, que en cortas palabras había dicho lo que necesitaba oír.

El moreno recogió la bandeja y antes de retirarse volvió a dirigirle la palabra – Por tú amiga no te preocupes, se encuentra bien. Ustedes no son nuestro objetivo, Celeste – Se fue cerrando la puerta con llave.

Dijo "Celeste", sabía perfectamente quien era. La joven cautiva regresó a su fría punta, con un feo palpito en su estómago.

ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE (TERCERA PARTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora