Capítulo 25 - Lejos de ti

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Capítulo 25

LEJOS DE TI

Diego metía con desgano las pocas prendas en la mochila evitando a toda costa encarar a los mayores, especialmente a su madre. Lo habían descartado como una pieza inservible en ese sórdido juego de ajedrez. Vicente tenía sus reservas y miraba malhumorado a Celeste que era sentenciada en silencio por ese dúo de hombres.

En contra de las restricciones que había impuesto Celeste, la confianza que existía entre Vicente y Diego era superior a la norma, así que se situó a un lado de la cama desordenada y mantuvo esa corta conversación, a minutos de retirarse el menor:

-Tú madre está protegiéndote. No la odies...- A Vicente le costaba apoyarla. Separar a la familia era una abominación.

-Me engañaron. Ella y tú me engañaron. Me prometieron que no nos separaríamos y ahora me envían a Colombia con un extraño.- Esa triste expresión de decepción le desgarraba el alma a Vicente. Como defenderse de tal acusación si no había infamia en las palabras del pequeño.

-Diego, yo también lo estoy pasando mal. Celeste decidió por ambos cuando firmó ese papel. Le dije que yo me haría cargo de ti, y juro que lo hare, solo dame tiempo.

El silencio era una tortura eficaz. Ser un menor de edad condenaba a Diego a ser protegido en esa guerra, como lo hacían en los barcos que se hundían, y el capitán gritaba "Las mujeres y los niños, a los botes primero". Él quería ser parte de la tripulación, naufragar con el resto de ser necesario.

-Entonces no me manden a Colombia. Yo no conozco bien a ese tal Braulio, mucho menos a su familia de cuentos de hadas. ¿Por qué no me quedo contigo de una vez? – Dejó la ropa sobre la cama y se sentó frustrado.

Los fuertes brazos de Vicente rodearon sus hombros. Ambos estaban sufriendo y podían identificar su pesar.- Es un buen hombre, es por eso que tu mama se apoya en él. Dale una oportunidad.

Diego se soltó de inmediato, buscando en los gestos de Vicente un indicio de duda – Tú también confías en el. Es inútil que luche. Estoy solo.

-De ninguna manera, Diego, hare hasta lo imposible por obtener tú custodia. Por abogados no te preocupes. Que sirva de algo mi título de heredero.- Pero esa declaración no calmaba su angustia.

El sonido del timbre anunciaba el final de la conversación. Celeste ingresó al cuarto con los brazos cruzados, la culpa estampada en su hermoso rostro que imploraba un perdón a gritos. Diego si acaso cruzó miradas con ella. A punto estaba de pasar de largo cuando sintió el agarre de ella en su antebrazo.

-Vicente, abre por favor, tengo que despedirme de Diego a solas. – Y por mucho que se hiciera el duro, no había razón para rechazar ese instante íntimo, tomando en cuenta que el mañana era incierto.

Vicente salió de la habitación sin mediar palabra. Cerró a su paso, llevándose la pequeña mochila armada entre sus manos. Adentro quedaron madre e hijo.

-¿No me vas a dar un abrazo de despedida? – imploró Celeste, con los ojos llorosos.

-No debería – Espetó Diego en un esfuerzo por ser fuerte, sin embargo sus cuencas estaban desbordándose nada más mirar a su madre. Se abalanzó contra ella con determinación, desplomándose entre sus brazos en un llanto incontrolable.

-Sera por corto tiempo – Susurraba insegura Celeste, desplegando mil besos en el rostro de su hijo.

-No lo sabes...- respondió en un susurro rabioso.

___

Braulio fumaba en el pasillo con su típica actitud despreocupada. Viajaría a Colombia para llevar a Diego, una muy buena oportunidad para reencontrarse con su familia y compartir con ellos unas cuantas horas. Habían pasado unos días apenas de haberse concretado los acuerdos, Eso era irrelevante, lo que realmente le interesaba era retirar los resultados de aquellos exámenes que se había realizado con Vicente.

Vicente también estaba fumando en silencio con él. Ninguno se atrevía a estropear ese solemne momento con preguntas redundantes y estúpidas que no venían al caso, después de todo era la separación de un grupo familiar que había luchado por reunirse.

Salió Diego con el bolso atestado en su espalda, la cara enrojecida, el dolor desbordado en todo su ser.

-Ya estoy listo, vámonos. – Como en otras oportunidades, el pequeño asumió con gallardía su triste destino...Lejos de sus seres amados, pero cerca de otros personajes sorpresivos. 

 

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ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE (TERCERA PARTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora