Capítulo 111- Todos los caminos llevan a...

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Capítulo 111

TODOS LOS CAMINOS LLEVAN A...

Las extrañas habilidades del maestro del disfraz con el maquillaje, las prótesis, los atuendos, siempre generaron suspicaces teorías de su vida anterior a su estancia en la cárcel. Era el hombre de ensueño una enorme interrogante, con un talento magistral a la hora de ocultar la identidad suya y del escuadrón.

-¿A qué te dedicabas antes?

-No hables mientras coloco la pieza, Mocho – Le regañó, con la pinza untada de pegamento especial en una mano, y en la otra un trozo de silicón -...Hice varias cosas...quería ser cantante.

-¡¿Cantante?! – Saltó, Carlito.

-Sí. Cantante ¿Algún problema?- Frunció el ceño en dirección del angelical joven.

-¡Ninguno! – Se retrajo con la sonrisa de burla a flor de piel.

-Cómo iba diciendo... - Carraspeó – Trabajé en diversos oficios...luego fui vigilante de aquel antro, y conocí a un chico que se vestía de mujer para hacer un espectáculo en las noches. Él me enseñó el arte del maquillaje corporal.

-¿No será que ese chico era tú novio? – La nueva indiscreción de Carlito le valió otra mirada asesina de Elías.

-¡Te estas ganando el puñetazo!...

-¡Lo siento, hermano! ¡Todo es broma! – Alzó las manos en son de paz.

-Yo tenía una novia en ese local... ella era bailarina exótica...

-¡Igual que la mujer de Gerson!- La interrupción repetitiva de Carlito estaba cansando a Elías.

-...No es igual... ella era...mala... - Elías, paró lo que estaba haciendo, un súbito recuerdo inundo su cabeza -... ¡Dejen de preguntar estupideces!

Mocho y Carlito, se miraron consternados, con cara de haber metido la pata.

El macizo hombre de cuerpo perfecto y rudo proceder era poseedor de un incómodo pasado. Posiblemente la causa de no extrañar su vida anterior.

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Italia era un lugar común para Carlos Ignacio Restrepo. Sus primeros pasos dentro del poder los dio con la guía de un maestro experto, en suelo italiano. Ahora el sitio, que fue por mucho tiempo su guarida predilecta, se había convertido en un laberinto lleno de trampas, donde un mal paso podía causarle la muerte.

Esta vez estaba solo.

La protección del fiel Potrillo no estaba a su alcance, así que se apegó a las atenciones que el buen Marco le brindó, en honor al afecto que existió hacia su padre.

Pero Marco no era igual a su padre, ni siquiera había constituido un hogar, ni se le conocía un amor taciturno que calmara las ansias de un líder, como hombre. A excepción de esa frugal atracción que sintió por la abogada venezolana, era poco lo que mostraba el magnate al mundo que le rodeaba.

A Marco le convenía su muerte.

Su muerte era el final de la deuda adquirida...

Y su vida... ¿Qué era su vida sin el poder?

El poder mal habido lo aisló de una vida normal, destruyó el nexo familiar.

El poder, en sí mismo, era un azote.

Ni la absolución de sus pecados, de boca de un sacerdote, lo libraría de la venganza de los Fernandez...

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-Debo hacerlo – La resolución de Marco Benedetti sorprendió al Potrillo.

-Si no tuviera el cuerpo tan jodido tomaría parte en el asunto – Su brazo enyesado era el daño visible. El pequeño Indio se agitó como gato enjaulado frente a su protector, en el despacho.

-¿Crees que estoy actuando mal? – Le preguntó el italiano, sin dar la cara a su interlocutor.

-Usted siempre me sorprende...no puedo juzgarlo después de saber la historia que me contó.

-Me debato en sentimientos ambiguos...espero estar resolviendo un problema, no causando uno nuevo...

ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE (TERCERA PARTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora