Capítulo 143 - Sobre la misma tierra

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Capítulo 143

SOBRE LA MISMA TIERRA

A Vicente le sorprendió que Bogotá no fuese calurosa como lo era Caracas. Lo único que tenían las dos capitales en común era el idioma castellano, porque ni la gente era medianamente similar, ni en actitud, ni en apariencia. El clima obligaba al visitante a esmerarse en su vestimenta.

Al bajarse del avión, Vicente supo cuan distante estaba de su tierra.

Por su parte, Celeste no tenía cabeza para admirar su nuevo hogar, la bella rubia solo soñaba con abrazar a su hijo Diego. Cualquier lugar sin mafiosos persiguiéndolos era aceptable. Si nadie la conocía era aún mejor. Comenzar de cero se apreciaba como un regalo extra en el horizonte impredecible de su vida. Nada superaba el hecho de estar con su familia.

-¿Nadie nos espera en el aeropuerto?- Preguntó Vicente, con ambas manos ocupadas por sus maletas rodantes y una pequeña criatura acunada en el canguro que llevaba instalado en su pecho.

-Evelyn nos espera en la casa que renté para ustedes- Informó Braulio- es menos complicado que esperar con dos niños a que arribe un vuelo desde Italia.

-Tiene lógica- Opinó Celeste, con el cansancio enmarcado en el rostro, producto de las muchas horas de viaje que soportó - ¿Y Diego aún no sabe nada de su hermano Jose Andres?

-Fue lo que pidieron. El pequeño Diego se llevara una gran sorpresa- Vaticinó Braulio, en dirección a la salida de las instalaciones del aeropuerto.

Vicente, sonrió en silencio. Esa era la parte fácil, instalarse, reencontrarse, organizarse. Luego vendrían las complicaciones adicionales.

En realidad no ansiaba conocer al famoso Augusto Corona. Habitar en la misma ciudad no le resultaba agradable. A su hermano misterioso le costaba abrirse por completo y revelar el resto de la historia de sus padres, con ello sugería de forma indirecta que había fragmentos incómodos hábilmente ocultos. De pronto, la vista de Celeste se plantó sobre la humanidad de Vicente. Con ella, no existían secretos.

-¿En qué piensas? – Inquirió Celeste, acariciando la mejilla de su amado.

-En lo cerca que estoy de la verdad. Augusto Corona y yo estamos habitando en la misma tierra.

-No te obsesiones – Le sugirió Celeste, en un leve susurro.

-Es inevitable. Es imposible contener la justicia divina. Si ese hombre es culpable de lo ocurrido a mi madre, lo pagara.

Mientras tanto, Braulio estaba demasiado ocupado dando indicaciones al chofer del taxi que detuvo como para escuchar lo que decía su hermano. Sin embargo su travesía interna era igualmente abrumadora.

ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE (TERCERA PARTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora