Capítulo 124 - Erase una vez

5 1 0
                                    


Capítulo 124

ERASE UNA VEZ

"El joven colombiano lucía tenso. Su mujer estaba siendo atendida por personal especializado que hablaba otro idioma y no podía manifestarle el estatus del parto en la otra habitación. De tanto caminar de ida y vuelta sobre un mismo espacio se estaba formando una marca en el suelo, así que optó por asomarse a la ventana y rogar que el viento marino le calmara la angustia de ser un extraño en tierras extrajeras a quien se le protegía con fervor.

-Ya nació – Le escuchó decir al italiano, con una enorme sonrisa sincera.

La casa era grande, amplia, demasiado lujosa para ser una trinchera, demasiado fino todo para ser verdad. A Carlos la vida le había mostrado las empinadas calles de los barrios de Medellín, cuando mucho. Y parte del embarazo se contuvo en cuatro paredes de un reducido cuarto de alquiler, que ni baño privado tenia, por lo que atravesar el brillante piso de mármol de Carrara le produjo una sensación de irreal fantasía, como si al pestañar el escenario desaparecería, limitando la experiencia a una mera ilusión transitoria.

Sara se veía luminosa con su hijo en brazos, los gritos se habían reducido a una absoluta nada. Carlos, no era merecedor de tanta felicidad, pero, según el italiano, su buena acción le había hecho acreedor de todos los beneficios que estaba recibiendo. Esa criatura le estaba valiendo la aceptación de un aliado poderoso, aunque la noción de haber dejado el trabajo a medias le oprimía el pecho y le recordaba viejas lecciones de infancia, resquemores que fueron fácilmente olvidados al tomar a su primogénito en brazos y alzarlo con orgullo.

-Mi pequeño Sebastián- proclamó en la infinita alegría de saber que era el padre de un varón sano – Tú serás mejor que yo – Le susurró, al plantarle un beso sobre la frente cubierta de cabello oscuro – No tendrás que hacer lo malo para ganarte un puesto en la sociedad. Yo te hare el camino fácil si me demuestras disciplina.

Y Carlos había cumplido a su palabra, siendo un proveedor ejemplar de las necesidades de su familia, a quienes enmascaró desde el principio, pues ya no era el enclenque asesino adolescente que escapaba con su novia. Era el Patrón..."

El sonido del monitor de los latidos cardiacos se intensificó – Está despertando – Oyó decir, en italiano.

La muerte le era esquiva, tanto como lo era la noche y el día, que jamás confluían en un mismo espacio. Justo cuando el final glorioso estaba por desterrarlo de este mundo ordinario, la oscura palma del demonio le detuvo la caída, confinándolo a una espera grotesca, por una venganza más cruenta, la de Simón Cazalis, El Infierno.

Su estancia en Capri no se asemejaba al sueño que tuvo. Ya no había una familia feliz reforzando sus progresos en el lado oscuro, ni su protector italiano le frotaba la espalda de manera conciliadora. Sus labios estaban sellados, y su mente preparada para decir solo lo estrictamente necesario. Carlos, había arrastrado a culpables e inocentes por igual, reconociendo que Celeste era un cordero de Dios, el delicado sacrificio que tenía que soltar por un deber moral. De quien no esperaba el zarpazo era de Marco Benedetti, el buen hijo se había librado de la obligación adquirida, ya cansado de remendar sus entuertos, sucumbió a sus instintos de simple mortal.

-¿Puede escucharme?- Le preguntó un médico, revisando sus signos vitales – Mueva la cabeza si me entiende – Le instruyó.

Carlos, hizo su parte y movió ligeramente el cuello.

-Ha perdido mucha sangre. Estuvo en cirugía, y gran parte de su cuerpo fue... lacerada con un cuchillo. Su estado es crítico y la visita está prohibida ¿Comprende la situación?- Le repitió.

Carlos, volvió a mover la cabeza.

-Los agentes de la DEA esperan una declaración de su parte, sin embargo es mi responsabilidad su recuperación, por lo que le mantendremos en la Unidad de Cuidados Intensivos, indefinidamente. Se le transportara a un área especial, dada su condición y los riesgos que representa para el personal albergar a un prófugo en nuestras instalaciones. Su pronóstico es reservado, por lo que no le negaría la petición de la extremaunción.

-No quiero otro cura alrededor- Pensó con amargura – De todas formas todos los caminos me llevan al Infierno- Por lo que cerró los ojos y negó enérgicamente.

-Descanse entonces, se vienen momentos duros – Su mano entró en corto contacto con la del médico. Este se fue dejando a Carlos con varias dudas. Su futuro era un pozo sin fondo.

---

Las noticias corrieron tal como fuego en pasto seco. El globo terráqueo supo de la muerte del narcotraficante mejicano a manos de las fuerzas especiales de la D.E.A., que había realizado una emboscada exitosa por el trabajo de investigación impecable de su componente. No se comprometió al gran Patrón, ni se dijo nada de su presencia en la Isla de Capri.

Cesar, vestido de negro, con sus dos hermanas lado a lado, miraba la noticia, desde su terruño en Méjico.

-Lo dejaste morir – Le reclamó Marlene, una de las dos únicas hijas hembras que le sobrevivía al Mazo.

-Fue su deseo – Le explicó Cesar, sin despegar la vista de la pantalla.

-Olvídense de las venganzas y hagamos de cuenta que esta es una nueva oportunidad de redimirnos– Gisela, la mayor de todos, recibió un mudo insulto de sus hermanos, que la observaban ofendidos.

-La debilidad de un hombre es la mujer. Si me hubiesen dejado manejar al Patrón, ya no estaría en este mundo – Marlene, demasiado hermosa para ser considerada una mujer fría, replegó sus manos cruzadas sobre su pecho, con la frustración de quien sabe la respuesta correcta a una pregunta, y no le dejan alzar la mano.

-El Patrón debe estar muerto. El traidor que nos empujó a Capri se llama Marco Benedetti – Cesar se desplomó en el sillón, con los ojos vidriosos y enormes, mirando al techo.

-Entonces matemos a ese cabrón – Sentenció con sus preciosos ojos oscuros, reprochando, al único varón de los Fernandez, su débil proceder.

-Marlene, no estoy de humor para soportar tus despliegues de guerrera amazonas. Dedícate a mejorar tus dotes en la cocina, ni el mole te queda bueno ¡Eres una mujer! ¿Se te olvida? ¿Te recuerdo el lugar de las mujeres en la familia Fernandez? – La obtusa visión machista, de Cesar, le taladró los oídos a la feroz belleza de cabello oscuro y mirada resuelta.

-¡Haz lo que se te dé la gana, hermanito! ¡Yo me dedicare a mis asuntos! – Lo que Marlene omitió es que sus asuntos estaban lejos de la cocina.

Cesar, se levantó agotado y se fundió en un abrazo de su pasiva hermana, Gisela, mientras la temperamental Marlene desaparecía de su campo visual.

ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE (TERCERA PARTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora