Capítulo 86 - La otra cara del Infierno

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Capítulo 86

LA OTRA CARA DEL INFIERNO

La pequeña cabaña estaba rodeada de vigilantes mejicanos armados por los cuatro costados. Desde la ventana del segundo piso, en la cálida habitación de Celeste, se veía un infinito paisaje montañoso, agreste. La civilización estaba demasiado lejos para considerarse un camino corto si se iba a pie.

Era un buen día para dar paseos cortos, un clima soleado, sin nubes vaticinando vientos huracanados. Pero dos mujeres solas no llegarían a ningún lado sin un transporte adecuado y un mapa de la región. Menos si una de ellas estaba en el quinto mes de embarazo.

Celeste, no quería arriesgarse a huir.

Karla, no quería arriesgarse a descubrir qué pasaría si se quedaban.

-Carlito me dio esta pistola, por si las cosas se ponían feas...- Karla la tomó con torpeza, era un peligro en sus manos – Este es el momento perfecto de tenerlo cargado ¿Tú qué opinas?- Celeste agrandó los ojos y le quitó con cuidado el arma, colocándola sobre la mesa de noche.

-Que es más fácil que nosotras mismas nos disparemos. No sabemos usarla ¿Sabes meterle las balas, si acaso?- Todo era un desastre en progreso.

-Por supuesto que se cómo cargarla, lo que no tengo es práctica- De una cajita sacó las balas, sus dedos temblaban al manipular la pistola. Celeste era consciente de lo vulnerables que eran. Ninguna llevaba una heroína peligrosa en su interior. Karla no sería capaz de dispararle a un pájaro en vuelo- ¡Listo! Ya la cargué. Ahora le paso el seguro para que no se escape ninguna sin mi permiso ¿Ves? Es muy sencillo.

-Lo difícil será descargarla contra un cuerpo. No somos asesinas – Celeste lo observó con asco.

-Si debemos escoger entre morir o matar, yo escojo matar. Ninguno de estos mafiosos merecen estar vivos- La introdujo en su cartera y se persignó, por haber desestimado la existencia de otros. No quería ser como ellos, eran las circunstancias adversas.

-Salgamos antes de que vengan por nosotros – Celeste terminaba la oración y la puerta se abría de par en par. Ambas miraron con horror como Hector entraba hecho un manojo de ira.

Estaban abrigadas, y con el bolso cruzado de Karla sobre sus hombros no había otra deducción posible.

-¡¿Qué está pasando aquí?!- Su hermoso rostro había sido poseído por un demonio atormentado. Hector reaccionó como todo un Fernandez - ¡¿Ibas a dejarme?! ¡¿Ibas a escapar con La Joya?!- Se abalanzó contra Karla -¡Maldita traidora! – La agarró por el cabello y la doblegó con facilidad. Celeste olvidó su estado y le brincó encima.

-¡Deja a mi amiga, psicópata! – Era como una pequeña garrapata en su espalda. Se la sacudió liberándola en el colchón.

-¡Estás loca! ¡Piensa en tu hijo, hermosa Joyita! Si te pego te mueres – Celeste le escuchaba horrorizada con el cuerpo tendido, pero en buen estado. Por suerte, la caída había sido amortiguada.

Desde el suelo Karla respiraba profusamente – Igual piensas matarnos. Lo vi en tus ojos – Su cabello enmarañado le daba un aspecto deplorable, el sudor del álgido momento no había pasado.

-¿A qué vienes, Hector? Karla tiene razón – Confrontar al Santo con acusaciones verbales era mejor que dominar su musculoso cuerpo- Venias a matarnos. Admítelo.

-¡Claro que quiero matarte! ¡Llevas en tu vientre el hijo de Carlos Ignacio Restrepo! ¡Juro que cobrare la deuda, sangre por sangre!- Reiteró en tono macabro, el joven mafioso- Hace años que le seguimos la pista al Patrón, pero tiene aliados en Europa. Aquí era intocable. Italia fue su trinchera por mucho tiempo. Era invisible, poderoso, y entonces llegaste a su vida y lo convertiste en débil- La señaló con dureza, marcando una distancia sobrenatural. Era Celeste el veneno de los hombres – El dolor de tú perdida será más efectivo que un disparo en su pecho.

ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE (TERCERA PARTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora