Capítulo 27 - Síntomas

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Capítulo 27

SINTOMAS

El tiempo que pasaban juntos se estaba acabando. Primero fue Diego, luego seria Vicente. ¿A dónde la trasladarían cuando regresara el Jefe de Operaciones de su viaje a Colombia?

Todo un Misterio.

Celeste se lavó el rostro con la débil esperanza de ocultar su llanto a Vicente. Se secó frente al espejo y se agarró el estomago con la mano suprimiendo el revolcamiento repentino. La segunda vez que lo sentía en una misma semana. Del asco a las nauseas se pasaba en segundos. Precipitó su cabeza contra el lavabo y descargó el contenido estomacal en dos impulsos. "Que no sea lo que pienso", dijo en voz alta. Se recuperó sentada en la taza de baño. Guardando para si esos inminentes síntomas.

En el pequeño salón de estar del diminuto apartamento, Vicente hacia una repentina llamada telefónica a un amigo que siempre le había servido de forma incondicional. El no se iba a quedar de brazos cruzados sabiendo que su única familia era desmembrada por la DEA. Al otro lado de la línea Raúl miraba a todos lados evitando a su esposa, con la noción de estar participando en una aventura peligrosa:

-¡Que vaina, hermano! Yo te lo dije. Esa historia del viaje sorpresa era un espejismo...

-Ya lo se, mi pana, y lamento que Vanessa y tú tengan que estar escondidos por mi culpa. No tengo moral para verlos a la cara.- Se disculpó Vicente con el cuerpo extendido en el sillón de dos puestos.

-Olvídalo, si tu estas bien nosotros también lo estamos, hermano. Yo me imagino que no te vas a quedar de brazos cruzados viendo como se llevan a tu mujer a quien sabe donde – El moreno conocía a Vicente mejor que cualquier otro.

-Es verdad. No voy a ver en las gradas el espectáculo, pretendo participar en la acción, es por eso que necesito de tu colaboración, quiero que ubiques a Walter. Si es posible que venga a Italia, que de los gastos me ocupo yo.

Raúl, se rascó la cabeza sin entender los planes de su amigo - ¿Y que carajos va a hacer ese viejo en Europa?

-Ese viejo, como tú le dices, fue un excelente policía en su juventud. El tiene el olfato que a mi me falta. ¿Cuento contigo?

-¡Coño, hermano, esa no me la sabia! ¿Walter, el gruñón, un policía?

-Tal como lo oyes. Es una historia muy larga que luego te contaré. Por ahora, hazme la segunda. – Y desplegó un corto vistazo a la puerta del baño, cuando escuchó que esta se abría.

-Ya mismo localizo al viejo súper héroe.

-Gracias, Raúl. Ya te dejo. Estamos hablando. – Fin de la llamada.

Celeste salió con el rostro pálido, algo desencajada.

-¿Te sientes bien? – Fueron las palabras de Vicente que se levantaba preocupado al ver el semblante de su chica.

-Me cayó mal el almuerzo. La partida de Diego me tiene muy afectada. – Se sentó en el mueble con las manos frías descansando entre las de Vicente.

-Voy a llamar a Contreras, para que traiga un médico.- anunciaba Vicente con los dedos en el teclado del pequeño teléfono móvil.

-Ya se me pasó. No es nada.- y detuvo el intento de marcar de su pareja.

En eso salió Karla de la habitación.

-¡Amiga, que cara!- comentó la voluptuosa mujer.

-Se siente mal. Tiene indigestión.- informó Vicente, con tono inocente.

-Entonces trae un vaso de agua con azúcar para nivelarle la tensión.- Karla se posó justo en frente, revisando a su amiga como si fuera el galeno de turno, mientras Vicente se retiraba a la cocina en busca de lo solicitado.

-Karla, ya estoy bien. No hace falta que me revises tanto.- La mirada de la joven se desvió instintivamente al piso.

De inmediato la veterana mujer le brindó una suspicaz mirada, acompañada de dardos verbales-¿Indigestión dijiste?

-Si, simplemente indigestión.-respondió Celeste sin alzar la vista.

-¿Vicente sabe que tipo de indigestión tienes? – Esa pregunta encerraba una segunda intención.

-No es lo que piensas Karla...-Pero en ese instante apareció Vicente con el cristalino vaso entre sus manos, interrumpiendo la conversación.

-Agua para la princesa.

Entre las dos estalló una muda conversación de miradas que traducida seria "¿No le vas a decir nada?", "Por supuesto que no, y tu tampoco".

                Entre las dos estalló una muda conversación de miradas que traducida seria "¿No le vas a decir nada?", "Por supuesto que no, y tu tampoco"

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NOTA DEL AUTOR:

Esa podría ser la expresión de nuestro galán al enterarse, por eso puse esa imagen.

ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE (TERCERA PARTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora