CAPITULO 16

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No puedo creer lo que siento, mi estomago se ha cerrado, mi alma pareciera que quiere abandonar mi cuerpo, mi interior se encuentra en letargo, adormecido, anestesiado.

No podía mirarlo a sus ojos, su proximidad me incomodaba pero su intensa mirada aun más.

No era el jovencito que se fue, era un joven hombre y ya no era alguien al cual podría llegar a doblegar...Era firme, su mirada intensa era firme, aunque su sonrisa era cálida, supongo que el único vestigio de aquel jovencito que compartió tantas noches de pasión junto a mí.

Dulce: Christopher, ¿que haces aquí? ¿como sabes que estaba aquí?

Christopher: Dulce, me comentaste que estabas almorzando en el restaurante de la esquina de la fundación, no es muy difícil buscarlo después de que googlié la dirección exacta de la fundación. 

Dulce: No me dí cuenta -Tierra tragame-

Christopher se aproximaba mas a mi, miraba mis labios y yo me metia el resto de flan con dulce de cajeta que me quedaba, parecía que me iba a devorar, me sentía su presa, esto no puede estar pasando. Sin embargo al verme nerviosa recuperó la cordura y se distanció un poco de mi.

Christopher: Dulce, ¿Estás nerviosa?

Dulce: ¿qué? no, no estoy nerviosa solo estoy sorprendida.  No me imaginé encontrarte

Christopher: No me encontraste, yo te encontré.

Dulce: Bueno, lo que sea, se entendió.

Christopher: ¿Está mal?

Dulce: mmm no. Mira Christopher, me siento rara, pues la verdad que yo debería...

Christopher: ¡Espera Dulce!.  He estado esperando años para poder decirte algo, te pido que me escuches y no me interrumpas.

Dulce: Pero Christopher, hay algo que quiero que sepas...

Christopher: ¿Qué te dije? He esperado años para decirte algo y no quiero que me interrumpas.

Christopher se aproxima mas a mí, lo siento tan cerca y tiemblo, pude sentir su aliento y su perfume, un aroma que parecía haberse perdido en el tiempo pero que mis sentidos reconocían en su memoria mas profunda.  Su vestimenta era casual muy diferente a la mía que era más formal, pero no dejaba de ser un hombre muy apuesto. Christopher toma mi mano, la acerca a su pecho, puedo sentir su corazón latir fuerte, agitado como si hubiese corrido, pero el no había corrido. Miro mi mano sobre su pecho, siento un calor que recorre desde la palma de mi mano y que se mete en mi interior estrepitosamente, me detengo a ver ese momento, me siento en universo paralelo.

Christopher: Dulce, ¿puedes mirarme a los ojos?

Levanté mi mirada lo más fuerte que pude, mis barreras se derrumbaban, ¡no podía estar sucediendo esto!

Christopher: Dulce, no puedo creer que te tengo frente a mí, ya no eres la misma, tu cabello es diferente, te ves más mujer y sin embargo aunque te veas diferente eres más hermosa aún, pero mi corazón, mi corazón late de esta forma porque reconoce a la pelirroja que el siempre amó.

Sí Dulce, cuando tú me dijiste que lo nuestro no era nada, por miedo, por vergüenza no te dije que en realidad yo te amaba y que quería que sigamos juntos a pesar de que me vaya a estudiar a Harvard. Sé que fui un cobarde en no decírtelo, pero tenía miedo que asentaras más tu rechazo, para mí no fueron noches de revolcones, tal vez para tí si, pero para mí jamás lo fue.  

Ahora que te veo frente a mí todos esos sentimientos que sentía vuelven, se despiertan de su letargo, te veo de nuevo, veo a esta nueva y hermosa mujer y sin embargo te sigo amando como hace años, hoy al verte me doy cuenta que nunca dejé de hacerlo, que sigo sintiendo exactamente lo mismo. Te amé Dulce y te sigo amando...

Me quedé dura como una piedra, no podía creer lo que estaba escuchando, no podía creer que por culpa de nuestros miedos termináramos así... 

Dulce: Christopher yo....

Christopher me silenció y yo también me dejé silenciar, este silencio era necesario, no podía creer que después de tantos años esto estuviera sucediendo.... 

Sí Christopher esta vez me silenció, acercó su mano, acaricio la mía y con su otra mano acarició mi rostro diciendo: "sigue siendo tan suave como lo recordaba" y acercó sus labios contra los míos, me besó, primero suavemente pero ese beso se intensificó...

y, mientras duraba ese beso comprendí que el tiempo habría pasado para nuestros cuerpos, para nuestras vidas, para nuestras mentes, pero nunca pasó para nuestros corazones....






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