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Sagitario y Tauro llevaban cuatro años juntos. Al principio, todo había ido bien, a pesar de sus diferencias. El siempre había sabido como sacar el lado aventurero de ella, y la taurina le había enseñado a apreciar más las cosas que tenía todos los días. Si, todo iba de maravilla, hasta esos últimos meses.
Tauro estaba bien con que él tuviera amigas, ya que confiaba en él. Pero, últimamente, había estado mucho más celosa de lo normal, porque él pasaba más tiempo con su mejor amiga de toda la vida, Géminis, que con su novia. Eso lo volvía loco. No le gustaba la idea de que ella dudara de él ¿Es que ya no le tenía confianza?
Pero él también la sacaba de quicio de vez en cuando, solo que no era por celos. Sagitario siempre había sido un chico bastante despreocupado. Creía firmemente que todo tenía solución y que preocuparse no servía de nada, siempre dejaba todo para ultimo minuto, y ella odiaba eso.
Esto hizo que los dos se distanciaran mucho. Seguían estando de novios, pero ya no se veían tan seguido, y, cuando lo hacían, era bastante incómodo. La mayoría de las veces terminaban discutiendo.
Tauro, cansada de toda la situación, decidió hacer algo al respecto. Quería mucho a Sagitario, y no iba a perderlo, o al menos no sin intentar algo antes. Pasó horas planeándolo todo. Solo esperaba que él no estuviese ocupado. Ultimamente, los dos se la pasaban inventando excusas para no verse y evitar empeorar todo.
Sagitario estaba tranquilo en su casa, sin hacer nada. Géminis había estado ahí hacía un rato, pero se había ido cuando le comenzó a doler la cabeza por jugar tantos videojuegos. Se sobresaltó al escuchar su teléfono, ya que no esperaba ninguna llamada. Al principio supuso que sería su amiga, que tal vez había olvidado algo, pero después leyó la pantalla. Dudó antes de responder al ver que se trataba de Tauro, pero al final lo hizo.
–¿Hola? –intentó que no se le notara lo mucho que la extrañaba, pero la voz le tembló un poco al hablar.
–Hola –dijo ella, también nerviosa –Estaba pensando en que podrías venir a cenar a casa, hay algunas cosas que quiero mostrarte.
El lo pensó. No quería volver a discutir, pero la extrañaba. Hacía casi una semana que no se veían, y él se moría de ganas por abrazarla.
–Estoy allá en media hora ¿Llevo algo?
–No, no hace falta. –respondió ella. Dudó antes de agregar –Te quiero.
Tras decir eso, cortó la llamada rápidamente, sin darle tiempo a él de decir algo. Sagitario esbozó una sonrisa inocente. Tal vez las cosas saldrían bien esa noche. Tal vez no terminarían peleando. Tal vez todo volvería a ser como antes.
