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Cancer estaba manejando en la autopista. Estaba llevando a su casa las pocas cosas que había dejado en la casa de Escorpio la última vez que se había quedado a pasar la noche. Intentaba no llorar y pensar en que era para mejor. Ella había terminado con él hacía una semana, y él no se lo había tomado muy bien, a pesar de que sabía que la chica tenía razón cuando le dijo que estaba demasiado ocupado como para prestarle mucha atención. Eso no evitó que gritara un poco y se enojara bastante.
La chica maldijo cuando notó que su auto empezaba a bajar la velocidad gradualmente. Por suerte, no habían muchos autos en la autopista. Frenó en la banquina.
¿Por qué Escorpio vivía tan lejos? Estaba a una hora de cualquier persona que Cancer conociera, eso complicaba que se vieran cuando estaban juntos, pero ahora implicaba que ella tuviera que esperar una hora a que alguien fuera a buscar. Vio que le quedaba poca batería y que había empezado a llover. Sabía que a Escorpio solo le tomaría cinco minutos llegar hasta ahí, pero de verdad no quería llamarlo.
Después de pensarlo un poco, lo llamó.
Escorpio estaba jugando videojuegos con su mejor amigo Capricornio cuando escuchó su celular. Estaba a punto de cortar la llamada para seguir jugando, cuando vio que era Cancer.
–Mi auto se rompió –dijo ella, un poco avergonzada.
–¿Probaste intentando arrancar de nuevo?
–Si.
Hubo una pausa. Ella temía que no fuera, la batería de su celular estaba para acabarse y no podría llamar a nadie más. Escorpio suspiró.
–Ya voy.
Subió a su auto y condujo hasta donde Cancer le había indicado tan rápido como pudo. A penas podía ver por la lluvia. Cuando llegó, abrió el capó del auto, pero no pudo encontrar el problema.
–¿No podes arreglarlo? –preguntó ella. Ambos estaban bajo la lluvia, intentando descubrir que era lo que había ocasionado que el auto parara.
El negó con la cabeza.
–Capricornio va a venir a esperar a que venga la grúa, lo va a traer Piscis –dijo Escorpio –Yo te llevo a tu casa, te vas a enfermar.
–Puedo quedarme a esperar... –murmuró ella.
No le gustaba la idea de estar encerrada en un auto una hora con su ex. En especial porque sabía que él seguía enojado con ella.
–Te vas a enfermar –repitió él –Te llevo.
Ella subió al auto del chico. No quería que él explotara, a pesar de que él sabía que a ella no le gustaba mucho cuando decidía todo por ella. Ninguno habló en los primeros cinco minutos. Fue un silencio bastante incómodo. Ambos intentaban mantener la vista adelante, pero no podían evitar encontrar al otro observándolos de vez en cuando.
