—Estamos atrapados —declaró Aries, exagerando un poco la situación.
Para festejar que habían terminado la secundaria, Aries, Virgo, Leo y Piscis habían decidido pasar el fin de semana en la cabaña que los padres de Virgo tenían en las montañas. Los cuatro habían sido mejores amigos toda la secundaria, aunque en algún momento habían sido parte de un grupo más grande que se había ido dividiendo por peleas y romances fallidos, pero ellos cuatro supieron cómo mantenerse juntos a pesar del drama.
Habían preparado ese viaje varios meses antes, pero ninguno había previsto la tormenta. La lluvia caía a cántaros y los rayos hacían que se estremecieran. Gracias a la densidad de la lluvia, a penas se podía ver a unos metros de distancia, lo que hacía que fuera muy peligroso bajar de la montaña, por lo que, si, se podría decir que estaban atrapados.
—No seas tan melodramático —le dijo Virgo a su novio.
Extrañamente, Virgo y Aries eran la única pareja que no había terminado en desastre. Llevaban dos años juntos, y habían encontrado una especie de balance entre sus temperamentos, aunque eran prácticamente opuestos. Aries, un chico alto y musculoso de cabello azabache y piel bronceada, era impulsivo y animado, mientras que Virgo, quien era una chica rubia y esbelta, siempre necesitaba tener todo planeado y tendía a estar de mal humor.
—¿Y si vemos una película? —sugirió Piscis.
—Ustedes véanla si quieren, pero yo voy a intentar dormir un rato —dijo Virgo, antes de desaparecer en las escaleras.
—Si, yo también —dijo Aries, y les guiñó un ojo antes de irse detrás de su novia.
Piscis se acercó la pila de DVDs que había junto al televisor, ya que no había señal por la tormenta. Le dijo todas las opciones hasta que se decidieron por "La llamada". Tal vez no era la mejor película para ver en una cabaña aislada en medio de una tormenta, pero no lo pensaron mucho.
Cuando Piscis se levantó para ir a sentarse al sillón, notó que Leo se había acostado, ocupando todo el sillón.
—Haceme espacio —le dijo ella, y él se puso de lado para que ella se acostara junto a él.
Dudosa, Piscis se recostó junto a Leo. El sillón era grande, pero tenían que pegarse mucho para entrar los dos, por lo que terminaron haciendo cucharita. Aunque no se sentía particularmente incómoda, Piscis se sentía rara.
Su relación con Leo había cambiado bastante en los últimos días. Justo antes de ese viaje, Leo de le había declarado a Piscis, cosa que la tomó desprevenida, peor lo que le pidió un tiempo para pensarlo. Todavía no le había dado una respuesta y sabía que Leo se estaba cansando de esperar, aunque nunca se lo había dicho directamente.
Cada vez que Piscis de asustaba, se estremecía y se pegaba más a Leo, cosa que a él no le molestaba en lo más mínimo. Había algo en Piscis que hacía que quisiera abrazarla constantemente, y aprovechaba cualquier oportunidad para hacerlo. No sabía en qué momento se había enamorado de ella, solo que estaba dispuesto a mover cielo y tierra con tal de estar con ella.
—No quiero ver —dijo Piscis, mientras pasaban el vídeo con el que supuestamente te llegaba la llamada.
Decidida a no ver, Piscis giró y se encontró a escasos centímetros de Leo, quien había dejado de prestarle atención a la película y la estaba mirando con algo se ternura.
—Supongo que todavía no te decidiste ¿No? —le preguntó Leo.
—No, todavía no —murmuró Piscis, jugando con el cuello de la camiseta de Leo, sin animarse a mirarlo a los ojos.
A pesar de que Leo intentó disimular el disgusto, no lo hizo muy bien. Su paciencia se estaba acabando y Piscis lo sabía, pero necesitaba definir que sentía por él. Definitivamente le atraía físicamente, tenía todo lo que le gustaba; era alto, tenía espalda ancha pero estaba marcado, y, como era su amigo, sabía que sus personalidades irían bien juntas. Pero había algo que la detenía.
Ninguno volvió a decir nada hasta que terminó la película, y después cada uno se fue a su habitación. Ahí fue cuando Piscis se dio cuenta de que tal vez no habían elegido la mejor película. No podía dormir, sentía que Samanta aparecería de la nada y la mataría.
Llegó al punto de decidir que, si pasaba la noche sola, o la mataría Samara o el miedo, por lo que, algo dudosa, tocó la puerta de Leo y entró.
—¿Qué pasa? —preguntó él.
Leo estaba acostado en su cama con el celular en la mano. Aunque nunca lo admitiría, tampoco podría dormir gracias a la película.
—¿Te molesta si me quedo? —preguntó ella, arrepintiéndose de haber ido.
Sin decir nada, Leo le hizo espacio en su cama matrimonial y Piscis se acostó a su lado, mientras él los cubría con las mantas. Afuera, la tormenta seguía igual de fuerte y los rayos iluminaban la habitación de vez en cuando. Para la sorpresa de Leo, Piscis lo abrazó y se apoyó en su pecho. Cuando sintió los brazos de Leo a su alrededor, Piscis se calmó, sé sentía segura ahí.
Al día siguiente, la tormenta ya había pasado y Leo se despertó a eso de las diez, cosa que era rara en él, ya que solía dormir hasta el mediodía.
—Buenos días —Dijo él, con voz ronca, cuando vio que Piscis abría los ojos.
—Buenos días —murmuró ella, somnolienta.
—¿Querés desayunar? —preguntó Leo, acomodando un mechón del cabello de Piscis detrás de su oreja.
Ella asintió y bajaron a la cocina. Aparentemente, Virgo y Aries seguían dormidos, porque no los veían por ningún lado.
—¿Que queres? —le preguntó Leo.
—Té —respondió ella, sentándose sobre la mesada.
Habría ayudado a Leo, pero su torpeza le había costado varios platos y no quería arriesgarse. Lo observó mientras él ponía a calentar el agua y encendía la cafetera, deteniendo la mirada unos segundos más en sus hombros y la marcada línea de su mandíbula.
Al notar la mirada de Piscis sobre él, Leo la miró y le sonrió, haciendo que ella se sonrojara y dirigiera su vista al suelo. Sin dejar de sonreír, Leo se acercó a ella y acarició su mejilla. Lentamente, Piscis alzó la mirada para encontrarse con los hermosos ojos azules de él. Ninguno se movió por unos segundos. Estaban a escasos centímetros, y Piscis sintió como su pulso se aceleraba al notar que Leo se estaba acercando a ella.
Cuando Leo la besó, se quedó helada. Sus labios eran suaves, una de sus manos acariciaba el muslo de Piscis, mientas que la otra seguía en su mejilla. Al superar la sorpresa, Piscis le devolvió el beso tímidamente, aunque fue tomando confianza la notar que Leo no se alejaba y sonreía sobre sus labios.
—Ehem —dijo una voz a sus espaldas, y los dos giraron para encontrarse con un Aries muy sonriente —. Muestras de afecto en privado, por favor.Para molestarlo, Leo le robó un beso a Piscis, para después seguir preparando el desayuno, dejándola sonrojada hasta las orejas.
Este capítulo es para @Miicaa2217 espero que te haya gustado 💙
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One-Shots Zodiacales (PEDIDOS CERRADOS)
RomanceEl título lo dice todo, estas son historias de un capítulo sobre los signos del zodiaco. YA NO SE ACEPTAN MÁS PEDIDOS