Los cañones volvieron a sonar e inmensas bolas de fuego sobrepasaron la gran muralla, arrasando con los campos, los cultivos, y los hogares de los granjeros que los plantaban. El caos volvía a instalarse en la población del imperio de aire, que abarcaba todas las tierras de Caelvein, era la segunda vez que los atacaban. La primera vez, habían logrado ahuyentar a los soldados del imperio enemigo y ganarse varios meses de paz; eso no funcionaría otra vez.
Uno de los dos imperios más poderosos de las tierras de Horos, el imperio de Fuego, había comenzado un plan de expansión invasor hacía ya un poco más de un año, y los demás imperios estaban sufriendo el nuevo período.
El emperador de fuego, Aries, había logrado ya conquistar las tierras de Vein, mejor conocido como el Imperio de Agua, aprisionando al monarca y arrasando con cualquiera que se negara a aceptar su reinado. Una gran cantidad de campesinos trataron de migrar a las tierras de Caelvein o Erduvast, del imperio de Tierra.
Este último era el menos afectado por la guerra, debido a que era el imperio más poderoso de todo Horos. Con su economía que solo crecía y su impenetrable muralla, definitivamente era la mayor competencia del reino de Fuego, y se encargaba de ayudar lo más posible a las demás naciones, pero sin dejar de poner en primer lugar a su población.
El imperio de Aire había logrado conseguir varios meses de paz gracias a sus maniobras evasivas que lograron esquivar y confundir los ataques de los guerreros de fuego.
Hasta ese momento.
La gente gritaba, las mujeres protegían a sus hijos y los caballos, asustados, peleaban en contra de sus dueños para escapar del peligro. Finalmente, el enemigo logró forzar la entrada de hierro que separaba a la población del desastre. Un desastre que ardía, tanto que hacía honor al nombre impuesto a la nueva era que había comenzado.
Inferno.
Guerreros de armaduras de metal al rojo vivo, con armas que parecían haberse sumergido en un baño de magma, cabalgaban sobre espeluznantes criaturas tan negras como la noche, todas sus extremidades y torso vestían una armadura de obsidiana. El constante sonido de sus cascos era seguido de cerca por peligrosos caminos de fuego, que consumían todo a su paso.
Ver al pacífico imperio de aire arder en llamas hubiera conmocionado a cualquiera, y más que nadie a su monarca, Libra.
Y nadie podía estar más de acuerdo con ello que su hijo, Géminis, quien observaba como su padre salía a toda velocidad del palacio en su Geitha, una criatura muy veloz parecida a un oso polar enorme, sin ojos visibles y con colmillos tan grandes que se escapaban de su boca, hacia la muralla, para tratar de restablecer La Paz con el conquistador, Aries.
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One-Shots Zodiacales (PEDIDOS CERRADOS)
عاطفيةEl título lo dice todo, estas son historias de un capítulo sobre los signos del zodiaco. YA NO SE ACEPTAN MÁS PEDIDOS