Aries y Capricornio se conocieron en su primer año en la universidad y habían estado juntos desde entonces. Su relación había estado llena de altibajos, peleaban bastante seguido, pero siempre encontraban una forma de reconciliarse. Se querían mucho, pero a veces simplemente no se entendían. Eran muy diferentes y a veces eso los desesperaba, pero ninguno cambiaría nada del otro.
Nada cambió cuando terminaron la universidad. Aries se mudó al departamento de Capricornio y los dos comenzaron a trabajar, pero, a parte de eso, todo siguió igual. Las peleas constantes, las reconciliaciones al poco tiempo. Pero Aries no lo sentía así. Desde que Capricornio había conseguido un trabajo en una firma de abogados, había estado muy ocupado, y ella se lo tomó como que ya no le importaba la relación. Y se lo iba a decir.
Aries siempre llegaba al departamento una hora antes que Capricornio, por lo que, cuando él entró, ella lo estaba esperando. Estaba lista para comenzar a gritarle, cuando vio que estaba hablando por teléfono. Eso la enojó todavía más.
Con la sangre retumbando en los oídos y ganas de asesinarlo, esperó a que terminara la llamada. El vio que ella estaba molesta cuando cortó y repasó mentalmente todo lo que había hecho mal esa semana. No se le ocurrió nada particularmente malo.
–¿Que pasa? –se arriesgó a preguntar él.
–¿Que que me pasa? –ella comenzó a ponerse roja. –Me pasa que no me prestas atención. Siempre estas trabajando, si no estas revisando algo, estas hablando por teléfono ¡Hoy ni siquiera me saludaste! Es como estar sola.
El no dijo nada. No sabía que decirle. Estaba consciente de que ella tenía razón, pero ¿Que quería que hiciera? No podía renunciar a su trabajo. Al ver que él no diría nada, Aries se metió en la habitación y cerró la puerta con más fuerza de la necesaria.
No lo entendía ¿Como podía quedarse ahí sin hacer nada? NI siquiera había intentado calmarla, ni hacerla cambiar de opinión. Solo se había quedado ahí, en silencio. "¿Y si ya no le importo?" se preguntó ella, y le dieron ganas de romper todo. Habían estado a punto de terminar varias veces, pero él siempre había tratado de arreglarlo ¿Y si ya se había cansado de ella? No quería pensar en eso. La idea de que terminaran de forma definitiva no le entraba en la cabeza. En ese momento quería salir y abrazarlo, pero el orgullo le ganó.
No salió de la habitación en toda la tarde. No quería cruzarse con Capricornio. Varias veces se preguntó que hacía él, y que lo escuchaba moviendo muebles, pero logró controlar su curiosidad y quedarse donde estaba.
A eso de las ocho, Capricornio deslizó un anota por debajo de la puerta de la habitación. Aries, algo dudo, se levantó y tomó la nota.
"Anda al living. Te preparé una sorpresa."
Después de unos segundos procesando el mensaje, Aries se dirigió hacia la sala, como decía la nota. Se sorprendió al ver que él había movido todos los muebles para construir una especie de carpa con una manta, dos sillas y el sillón. De ahí salía una leve luz y un aroma delicioso a la comida favorita de Aries; empanadas.
Movió la sabana y se encontró con las dos cosas que más amaba: Capricornio y un plato de empanadas. El estaba sentado sobre un acolchado rosa y había colgado las luces del árbol de navidad.
Aries se lanzó sobre Capricornio para abrazarlo y casi se desarma la carpa. El sonrió y la abrazó, acomodándola sobre su regazo.
–Lamento no... –comenzó a decir él, pero ella lo interrumpió con un beso.
–Se enfrían las empanadas. –dijo ella cuando se separaron.
Comenzaron a comer. Una de las cosas que Aries más amaba de Capricornio era que supiera cocinar más, y lo amó todavía más cuando probó esas empanadas. El sonrió al ver la cara que ella puso cuando dio el primer bocado. Le encantaba como ella se ponía feliz por cualquier cosa.
–Creí que ibas a terminar conmigo. –admitió ella más tarde, cuando estaban por dormir.
La cabeza de Aries estaba apoyada sobre el pecho de Capricornio y él jugaba distraídamente como el cabello de la chica. Todavía quedaba el olor de las empanadas y se escucharon los ruidos de la calle abajo.
–No habría podido. –dijo él. –Y, si lo hubiera hecho, no te habría dejado salir del edificio sin arreglar todo.
–Te quiero. –dijo ella, alzando un poco la cabeza.
–Yo también. –dijo él, mirándola con ternura.
Ella sonrió y se acomodó para dormir. El la abrazó y observó como, lentamente, se iba quedando dormida antes de hacer lo mismo.
Este capítulo es para @Recesiva espero que te haya gustado 💙
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One-Shots Zodiacales (PEDIDOS CERRADOS)
RomansaEl título lo dice todo, estas son historias de un capítulo sobre los signos del zodiaco. YA NO SE ACEPTAN MÁS PEDIDOS