Acuario se estaba arrepintiendo. Había tenido mucho tiempo para escapar y echarse atrás, pero no lo había considerado seriamente hasta que estuvo ahí, con su vestido de novia largo, suelto y lleno de pedrería que odiaba, a punto de caminar hacia el altar. Podía escuchar los latidos de su corazón, y no podía escuchar nada de lo que su padre le decía. No podía creer que se estuviera casando con Tauro.
Ambos se conocían desde que eran bebés, y su matrimonio había estado arreglado desde incluso antes que eso. Eran descendientes de nobles y sus familias siempre habían sido muy unidas. Fueron muy buenos amigos todas sus vidas y, por un tiempo, llegaron a creer que se gustaban, pero terminaron por convencerse de que no se gustaban, sólo querían creer que si. Todavía eran jóvenes, y no estaban listos para casarse. Pero ya era muy tarde para echarse atrás. Además, había tenido suerte, podrían haberla casado con un viejo de sesenta años, al menos Tauro tenía su edad y era su amigo.
Las campanas resonaron en la iglesia y las puertas dobles de madera con intrincados diseños se abriera, y Acuario y su padre avanzaron, acompañados con la música del órgano. La iglesia era enorme, y tenía pinturas y figuras en todos lados. El piso era de mosaicos de diferentes colores y el techo estaba decorado con oro, aunque no había mucha iluminación y adentro la temperatura era mucho más baja que afuera. Era tan impresionante que, en una situación normal, sería prácticamente imposible dejar de mirar hacia todos lados. Pero, esa noche, las miradas de todos se encontraban sobre Acuario, pero ella solo observaba a Tauro, en busca de apoyo. El la observaba con las cejas ligeramente alzadas y con una sonrisa divertida, como si dijera "¿Lista?" , aunque ella supo que también estaba ocultando su nerviosismo. Se veían bien con su cabello peinado y su traje de gala, a pesar de que este era algo exagerado, era bordó y tenía tantas partes que Acuario no las podía contar.
Entre ceremonias, felicitaciones, bailes y una mezcla de arrepentimiento y felicidad, la boda pasó, y los recién casados se dirigieron a su nueva casa. Era enrome y muy lujosa, tal como todos las casas en las que habían crecido. Estaba pintada de un color crema, y una cúpula adornaba la parte de arriba. Tenía cuatro pisos y un altillo, y columnas de estilo romano decoraban la entrada. Por dentro, la gama de colores se mantenía en tonos crema, amarillo, dorado y rojo, y no había una habitación que no tuviera muebles asombrosos, las paredes llenas de estampados estridentes y pinturas caras. Era... demasiado. A ninguno de los dos les gustaba, pero sabía que era la casa que sus padres esperaban que tuvieran y que no les gustaría para nada que la cambiaran. Pero estaban decididos a encontrar una forma de amoldarla más a ellos.
Esa noche, durmieron en habitaciones separadas. Les habría parecido raro dormir juntos, porque solo eran amigos. Ya tendrían tiempo para aprender a comportarse como una pareja casada. Tauro solo esperaba que eso no afectara su amistad. Tenía miedo de que el convivir los hiciera comenzar a odiarse poco a poco. Había visto el matrimonio de sus padres, y sabía que no eran felices. No quería eso para él, ni para Acuario.
Al día siguiente, los criados les prepararon un desayuno exageradamente grande para dos personas en la enorme mesa del comedor y los ayudaron a vestirse. Si les pareció raro que no durmieran juntos, no dijeron nada al respecto. La primera mitad del día fue bastante incómoda para los dos. No sabían bien que hacer, pero tampoco querían charlar. Tenían que ajustarse a esa nueva vida, pero no sabían bien cómo.
Por la tarde, Acuario estaba paseando por el patio, cuando vio a Tauro. El estaba recostado sobre el pasto, leyendo un libro. El sol hacía que su cabello pareciera dorado y se veía tranquilo. Acuario se quedó observándolo desde lejos por unos segundos. "Se ve bien" pensó, antes de acercarse y sentarse a su lado.
–Buenas tardes –dijo él, alzando la cabeza de su libro y sonriendo ligeramente.
–¿Te molesta que me quede?
Tauro negó con la cabeza y ella se recostó, apoyándose en el hombro de su esposo y cerró los ojos, disfrutando de la calidez del sol. El la observó un rato, a la sombra que proyectaban sus pestañas y sus labios rosados. Siempre había sabido que Acuario era hermosa, pero no lo había notado de verdad hasta ese momento. Volvió a su libro, pero no pudo evitar mirarla de vez en cuando.
Recién volvieron a entrar a la casa dos horas después, cuando el cielo se nubló de repente y comenzó a llover a cantaros. Entre risas, los dos corrieron hacia la casa. Cuando llegaron estaban empapados y sin aliento, pero reían a carcajadas. Pero la risa de acuario desapareció al ver como la camisola mojada de Tayro se pegaba a su abdomen y su cabello caía desordenadamente sobre su frente. Si bajo el sol se veía bien, ahí se veía hermoso.
–¿Que pasa? –preguntó él, al notar que ella lo miraba fijo.
Justo cuando Acuario iba a inventar una excusa estúpida, comenzó a estornudar. Fueron como cinco estornudos seguidos.
–Estoy bien... –a esto le siguió otra ronda de estornudos.
Tauro había hecho que se cambiara la ropa mojada y se acosara para que no tomara frío. Pero ella no tenía muchas ganas de quedarse ahí todo el día haciendo nada. Se aburriría mucho, pero también sabía que sus estornudos la delatarían a donde fuera, ya que no eran particularmente discretos.
–Sé lo que estas pensando –dijo Tauro, apareciendo con ropa seca–. Pero no quiero que te enfermes más, así que me voy a tener que quedar acá para asegurarme de que no te levantes.
Esto sorprendió a Acuario. No había pensado que él se quedaría allí con ella, había supuesto que él seguiría con sus cosas. Sus planes de huida habían sido frustrados, pero, a decir verdad, no le molestó mucho.
Durante el resto de la tarde se quedaron ahí, jugando a las cartas y charlando. La habitación era enorme y estaba decorada con dorado y bordó. Las cortinas eran de terciopelo, al igual que las que colgaban del dosel de la cama, y habían enormes cómodas que parecían hechas de oro. Era hermoso, pero no era un lugar en el que quisieran vivir. Pero Tauro no se movió de ahí, como había dicho, y, cada un rato, los criados les traían té y comida. Hasta cenaron en la cama, aunque fue más porque no tenían ganas de moverse que por la salud de Acuario, quien se sentía mucho mejor.
–¿Te molesta si me quedo? –le preguntó él, cuando ya estaban por irse a dormir.
–No, para nada.
Los dos se acostaron de lado, mirándose. Acuario notó como la mirada de Tauro pasaba de sus ojos grises a sus labios, y esperó a que la besara. Pero, como tardó mucho, ella fue la que cerró la distancia que los separaba y lo atrapó en un cálido y dulce beso.
–Buenas noches –murmuró Acuario, antes de cerrar los ojos.
Pero Tauro no podría dormir, o al menos no en las siguientes dos horas, pensando en aquel beso.
Este capítulo es para @Roy-Rey espero que te haya gustado 💙
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One-Shots Zodiacales (PEDIDOS CERRADOS)
RomansaEl título lo dice todo, estas son historias de un capítulo sobre los signos del zodiaco. YA NO SE ACEPTAN MÁS PEDIDOS