Leo se sentía horrible. No estaba enferma ni nada, pero sentía que el mundo se le estaba cayendo a pedazos. Se suponía que debía estar abajo, disfrutando de la fiesta del año, pero, en vez de eso, estaba sentada en el techo, mirando hacia el cielo nocturno. Era una noche despejada y fresca, la música resonaba debajo de ella y no la dejaba escuchar sus propios pensamientos. No tenía idea de que era lo que debía hacer, pero sabía que no podía dejar las cosas como estaban, le dolía demasiado.
Desde hacía unos meses le había comenzado a gustar Sagitario, el novio de su mejor amiga. Había hecho todo lo que estaba a su alcance para olvidarlo, pero simplemente no podía. El era demasiado tierno, y, cada vez que creía haberlo logrado, él decía algo que la hacía caer otra vez, aunque fuera inconscientemente. Y el hecho de que su mejor amiga prácticamente solo estaba jugando con él no ayudaba mucho. Siempre ignoraba sus mensajes y llamadas y lo engañaba casi todos los fines de semana con alguien diferente. Leo amaba a su amiga, pero odiaba que lo tratara así.
Por eso estaba ahí arriba. No quería ver como ella ignoraba a Sagitario (quien creía que estaba enferma) mientras estaba con otro chico. Ya le dolía lo suficiente que Sagitario estuviera con otra, pero que encima all no supiera apreciarlo era el colmo.
–¿Leo? –escuchó que alguien decía detrás de ella, y giró para encontrarse con Sagitario– Hola. –se sentó al lado de la chica.
–Hola –dijo ella, enderezándose–. Creí que no vendrías hoy.
Sagitario solía ir a la mayoría de las fiestas, pero ese día había tenido que quedarse para estudiar matemáticas, o no podría salir de su casa en lo que quedaba del año.
–No, pero Géminis me llamó para decirme que ella estaba acá.
Géminis era la mejor amiga de Sagitario desde siempre, y también era la anfitriona de la fiesta. Ella nunca había confiado en la novia de Sagitario, y, en cuanto vio que ella no estaba enferma y que le había emitido, no dudó en decírselo. Y él llegó justo para ver a su novia besando a un chico que no conocía.
–Lamento que te hayas enterado de esa forma –dijo Leo, después de que él le contara todo lo que había pasado.
–¿De qué otra forma podría haberme enterado? –negó con la cabeza. Y de repente frunció el ceño ligeramente y sonrió un poco, como si estuviera pensando en algo gracioso– ¿Sabes que es raro? No me siento ni de cerca tan herido como debería. Sol me siento un poco decepcionado. Creo que es porque siempre me gustó alguien más.
–¿Ah, si? –preguntó Leo, tratando de no sonar demasiado interesada.
–Si –su sonrisa se ensanchó un poco–. Una chica muy hermosa, tiene un par de pecas que me encantan. Es un poco molesta a veces, y creída, pero me cae bien.
–Deberías decirle.
Leo intentó no hacerse muchas ilusiones. Si, la descripción coincidía con ella, pero de todas formas tenía un poco de miedo. Y, aunque sonara raro, también tenía un poco de esperanza de que fuera alguien más. A pesar de que le encantaba Sagitario, no quería elegir entre él y su amiga.
–Ya lo hice –dijo él–. Le di una nota a su mejor amiga el último día de clases del año pasado, y le pedí que se lo diera por mi. Al día siguiente me dijo que ella no sentía lo mismo, y entonces comencé a salir con su amiga.
"¿Qué?" fue lo único que pudo pensar Leo. Sagitario y su mejor amiga se habían puesto de novios durante el verano, pero a Leo nunca le había llegado ninguna nota ni nada por el estilo. Su amiga no le había contado absolutamente nada de eso. La ira y las ganas de venganza se esparcieron por todo su cuerpo. Y pensar que en todos esos meses, ella podría haber estado con Sagitario, en vez de tener que verlos juntos mientras se preguntaba que tenía su amiga que ella no. Le dieron ganas de destrozarla. Pero tenía que hacer otra cosa primero.
Puso su mano en la nuca de Sagitario y lo besó lentamente. Ya no le importó si él era el novio de su amiga o no, y, por la forma en la que la tomó por la cintura y le devolvió el beso, supo que a Sagitario tampoco le importó mucho. Cuando se alejaron, los dos se habían quedado sin aliento.
A la mañana siguiente, Leo despertó en la cama de Sagitario. La Luz se colaba por las ventanas, molestando a Leo, quien se cubrió con las mantas con la intención de seguir durmiendo. Pero en ese momento se dio cuenta de que Sagitario ya no estaba ahí, por lo que, de mala gana, se levantó y bajó a La Cocina a buscarlo.
Lo encontró de espaldas a ella, estaba cocinando algo. Leo lo miró por unos segundos. Usaba unos joggings grises y no usaba camiseta. Ella se acercó y lo abrazó por detrás.
El giró y la tomó de la cintura para subirla a la mesada.
–Buenos días –dijo él, sonriendo.
En la hornalla había una sartén en la que estaba preparando panqueques, y junto a Leo había un plato con los que ya había hecho. Un olor delicioso llenaba la cocina y a Leo se le hizo agua la boca.
–Hola –Leo sonrió mientras pasaba sus brazos alrededor del cuello de Sagitario.
Después de robarle un pico, él sacó el panqueque de la sartén y llevó el plato a la mesa, en donde ya habían platos para los dos, miel y jugo. Leo nunca se había imaginado que Sagitario pudiera cocinar, no parecía tener la paciencia suficiente, pero el que no hubiera quemado los panqueques y que se vieran tan bien probablemente significaba que estaba equivocada. Ella nunca había aprendido a cocinar, no era lo suyo y solo lo hacía cuando no tenía opción, por lo que el hecho de que supiera cocinar hizo que Sagitario le gustara todavía más.
Bajó de la mesada y, cuando estaban a punto de sentarse para desayunar, sonó el timbre de la casa. Los dos intercambiaron miradas extrañadas. Sagitario vivía solo desde que había comenzado la universidad debido a que su familia vivía en otra ciudad, por lo que no podía ser ningún familiar ni nada por el estilo, ya que no esperaba visitas.
El abrió la puerta y los dos se sorprendieron al ver a la mejor amiga de Leo del otro lado. Y no se veía muy feliz. Su expresión empeoró cuando vio que Leo solo llevaba puesta una camiseta negra de Sagitario. Eso deleitó a la leonina. Le gustaba ver su ceño fruncido y mirada de confusión mientras intentaba procesar lo que estaba viendo.
–¿Que haces acá? –le preguntó Sagitario.
–¿Qué? ¿No puedo venir a visitar a mi novio? –preguntó ella, remarcando el "mi", sin dejar de mirar a Leo, quien soltó una risita sarcástica– ¿Y vos que haces acá? Sos una traidora, debí haber sabido que me ibas a hacer esto, sabías que él era mío.
–Si, y por eso no hice nada para intentar separarlos, no hasta que él me dijo lo de la nota.
La ex novia de Sagitario abrió tanto los ojos que parecía que se le estaban por salir. Ella no contaba con que Leo se enterara de eso.
–Me las vas a pagar por esto, él es...
No pudieron escuchar como terminó la oración, porque Sagitario le cerró la puerta en la cara. No tenía ganas de escucharla quejándose o peleándole a Leo. Tampoco quería verla, por lo que esa fue la solución más efectiva, y Leo estaba de acuerdo.
Al ver que estaba algo molesta, Sagitario besó la frente de Leo y la abrazó por un rato. Ella puso sus brazos alrededor de la cintura de él y hundió su cara en su pecho, intentando calmarse. Se sentía traicionada. Poco a poco, se fue calmando, hasta que estuvo lo suficientemente tranquila como para no saltarle a la yugular a la chica que había sido su mejor amiga si ella volvía a aparecer.
–¿Vamos a desayunar?
Ella asintió y se sentaron en la mesa para comer los panqueques. Pasaron el resto del día en la casa de Sagitario, entre risas y besos. La ex novia del chico no volvió a pasar por ahí, por lo que fue un día tranquilo y bastante lindo para los dos.
Este capítulo es para @Mariana-9987 espero que te haya gustado 💙
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One-Shots Zodiacales (PEDIDOS CERRADOS)
Любовные романыEl título lo dice todo, estas son historias de un capítulo sobre los signos del zodiaco. YA NO SE ACEPTAN MÁS PEDIDOS