Acuario sintió como le pegaban un puñetazo tras otro. En la cara. En el estómago. Se retorcía de dolor, mientras esperaba que el ataque pasara. Eran cuatro contra uno, no tenía chances de defenderse.
–Por maricón –dijo uno de los que lo estaba golpeando, antes de escupirle y salir corriendo con sus amigotes, riéndose.
Esperó un poco para al fin abrir los ojos. Se sentó, pero no logró levantarse. Le hacían lo mismo todos lo viernes, pero esa vez se habían pasado. Sentía como le sangraba el labio y veía un poco borroso.
Vio como alguien se acercaba corriendo. Un chico. La cabeza de Acuario le daba vueltas, y no lograba entender lo que el chico decía. Los bordes de su visión se volvieron negros, hasta que finalmente perdió la consciencia.
Despertó recostado en una cama en una habitación que no reconoció. Las paredes eran blancas, y las sabanas eran rojas. Vio un escritorio y un armario de madera de un lado de la cama. Se preguntó donde estaba. Se sentía bastante mejor, varias de sus heridas estaban vendadas, y tenía hielo en la cabeza. También la habían limpiado la sangre.
–Así que despertaste –dijo un chico, entrando a la habitación.
A pesar de no haberlo visto bien, Acuario reconoció que era el chico que lo había encontrado en el callejón, o al menos tenía una contextura muy parecida. Recién ahí notó su enorme sonrisa, y le dieron ganas de sonreír también, pero todo le dolía demasiado como para hacerlo. Pero también veía culpa. Y entonces reparó en la campera del chico. Era roja, con un bulldog. La misma que usaban los que lo habían golpeado.
–Sos uno de ellos –dijo, algo confundido. No recordaba haberlo visto antes.
–No exactamente... –apartó la mirada, avergonzado– ¿Cómo te sentís?
Se acercó a Acuario, pero él amagó con levantarse, por lo que el chico se alejó un poco, con las manos en alto.
–¡Sagitario! ¿Estás hablando con alguien? –gritó alguien desde el piso de abajo.
–Mierda –murmuró el chico– ¡No, mamá!
Acuario lo examinó mientras Sagitario cerraba la puerta. Su sonrisa había desaparecido, pero volvió a los pocos segundos, casi automáticamente. Como si el hecho de sonreír provocara que todos sus problemas se fueran.
–Si no sos uno de ellos –dijo Acuario– ¿Por qué tienes la campera?
Vio como Sagitario se rascaba la nuca, intentando encontrar las palabras.
–Mi hermano... él es algo así como el líder del grupo. Y me obligó a unirme después de que volví del campamento de... –no terminó la oración.
–¿Entonces él vive acá? –preguntó Acuario, poniéndose en alerta inmediatamente.
–Hoy se va a quedar en a casa de nuestro padre, no te preocupes.
ESTÁS LEYENDO
One-Shots Zodiacales (PEDIDOS CERRADOS)
RomanceEl título lo dice todo, estas son historias de un capítulo sobre los signos del zodiaco. YA NO SE ACEPTAN MÁS PEDIDOS